jueves, 27 de octubre de 2022

Un mósntruo terrorífico

 


Otro año más llegaba el día de difuntos a la ciudad de nuestro protagonista y desde hacía varios
años la celebración al estilo de aquella fiesta más anglosajona que española tomaba forma y
presencia en las calles y establecimientos. Por todas partes había calabazas sonrientes, esqueletos,
disfraces y mascarillas y toda la decoración característica. Viendo los disfraces en el escaparate en
una tienda pensó en lo ridículos que parecían unos trajes hechos para asemejarse a monstruos
terroríficos. Claro, se dijo, que quizás en esa fiesta se buscaba más el entretenimiento y la diversión
que la fidelidad al personaje. Por lo menos si él se disfrazara buscaría un traje que no le fuera bien,
que algunos parecían contrahechos con sus aditamentos. Pensaba también en todas las chicas monas
disfrazadas de brujitas y similares, montruos muy agradables de ver. Pero entonces llegó el engendro.
En un cruce encontró una cabeza parlante de payaso siniestro. El típico payaso terrorífico que
aparece en muchas películas de terror. Era una cabeza de payaso moviéndose por el suelo y era
muy muy real. En el espacio de lo que debieron ser no más de dos o tres segundos nuestro
protagonista se estremeció y casi gritó... Pero entonces cayó en la cuenta. Lo que había visto de
reojo era real, pero obviamente no era ninguna cabeza viva, ni de payaso ni de persona. El terrorífico
monstruo que había sobrecogido a n uestro protagonista no era más que un niño de muy corta edad
en una de esas bicicletas infantiles sin pedales y con una máscara de payaso asesino. Se le oía reír
bajo la careta, quién sabía si conociendo la impresión que causaba en los adultos. Después de caer
en la cuenta de lo ocurrido, Fran rió también. Parecía que después de todo aquellos disfraces sí
podían asustar e impresionar. Poco después lo comentó en su casa.

Es que los niños pequeños pueden dar mucho miedo, piensa en todas las películas de niños
vestidos de blanco en un bosque —le comentó Carolina Gordal.
Igual eso también explica que a ellos les guste tanto esta fiesta.YosoloséquecuandovielHalloweenenETqueeradel82nosabíaaquínadienadadeporquélosniñosse disfrazabanyhabíaqueexplicárseloyhoytodosvanconlacalabazaylosdisfracesqueparecementiracómo hacambiadoestoyaquíoíamosenTenorio...—volvió a decir Doña Marta PalaciosHuy, mamá, nunca nos lo habías dicho —respondió nuestro protagonista irónicamentePuesesqueahoraseveportodaspartesyomeimaginoqueelTenoriolopondránporalgúnsitioporqueyo quierooírloylosniñosestánmuygraciososlesdarécaramelosperohabríaquedarlesbuñuelosdevientoy huesosdesanto...Bueno, mamá, disfruta y disfrutemos por papá y por todos los que ya no están.


Fútbol sin explicación

 

 

Bueno, di algo.
Ya ha ocurrido 
—presionaba
 Juan Gordal 
a nuestro protagonista.Es que esto, 
sinceramente, es mucho para mí —contestaba nuestro protagonista mirando aún con los ojos 
como platos la radio
Pero si no has dejado de ver nunca al Atleti liarse de las manera más inverosímiles.

Lo cierto es que en la personalidad del equipo de nuestro protagonista estaban los tropezones ante
 equipos fáciles, las pérdidas absurdas de partidos, el sufrimiento... Parecían abonados a ello. Pero 
aquella eliminazión de la champions no era ya sufrida, era bizarra, extraña. Inconcebible. En el
 partido contra el Leverkusen el Atlético de Madrid había llegado al final empatando con
 posibilidades aún de triunfo y de seguir en la competición. Al final parecía capaz de lograrlo, pero
 el gol no llegaba. El árbitro pitó el final y todo parecía perdido. Pero el colegiado ordenó la visión
 por el VAR de la última jugada, que se convirtió en un penalti a favor del equipo de nuestro
 protagonista. Lo lanzó Carrasco, falló, cogió el rechace Saúl y lo estampó en el larguero, y Reinildo
 no acertó a meter el segundo rebote, que dio en el pie de Carrasco. Tras un penalti y dos rechaces
 fuera de tiempo, la eliminación de la Champions era un hecho. Un hecho de la forma más grotesca
 que nadie podía imaginar. Fran de pronto recordaba todas las veces que había presumido de la
personalidad de su equipo, de que eso convertía el fútbol en más emocionante, etc.

Pero todo eso eran excusas. Ahora ya parecía superado . Esto no me cabe en la cabeza. No podía
 imaginarlo —seguía comentando FranA fin de cuentas es otro partido más. Ya perdió el Atleti tres finales de forma poco explicable.De forma quizás cruel, pero con mucho más sentido que esto. No sé qué me queda por ver.Igual un meteorito sobre el campo cuando ganéis otro título...No sé, las derrotas del Atleti siempre me acaban superando.



miércoles, 19 de octubre de 2022

Una bicicleta en condiciones

 


Paseaba nuestro protagonista por aquel parque y vio a varios ciclistas caminando por la ruta que
existía para las bicicletas. Se dijo que hacía tiempo que él no cogía la suya. Lo había dejado porque
había engordado y no cabía en su ropa de ciclista. Luego pensó en el tiempo que su máquina llevaba
esquinada en casa sin que nuestro protagonista la cogiera. Había que adelgazar, o quizás, qué coño,
montándola era el mejor modo de recuperar la silueta y los hábitos perdidos. Mientras andaba en sus
reflexiones en el punto de si la tenía bien guardada en aquel rincón su vista topó con algo insólito: en
el tercer piso de un bloque se veía una bicicleta en posición vertical cuya rueda delantera casi asomaba
por la ventana. Parecía peligroso. Meditó un minuto si habría algún modo factible de decir algo al
respecto al habitante de la casa y dueño de aquel ciclo. Comprendió que no lo había, y concibió
entonces que él, después de todo, tenía unas condiciones mejores de lo que creía y le parecía con
su velocípedo. También se preguntó si en aquella casa tendrían todo el resto de la equipación en
buenas condiciones o desperdigado por todas partes: maillot, cullote, cascos, herramientas, bombas
de aire... Todo aquello que nuestro personaje tenia recogido en una mochila. Alguna vez había oído
a los comentaristas del ciclismo profesional contar todo el dispositivo que llevaban los equipos del
deporte de las dos ruedas y se había asombrado de la auténtica ciudad móvil que ponían a disposición
de los corredores. Supuso que entre aquello y dejar la bicicleta colgada con una rueda fuera habría
un término medio. Entonces pasaron a su lado dos ciclistas más. Iban hablando entre ellos:

Pues yo creo que ya puedo hacer casi todo lo que da de sí una bicicleta, y solo llevo gastados
 3000 euros —dijo uno de ellos.Yo, si fuera tú, me pillaría unas zapatillas buenas.

Hablaban de 3000 euros como si fuera una cantidad irrisoria. Fran se preguntó si todo su
equipamiento ciclista llegaría a los 800. Comprado a lo largo de meses con mucho esfuerzo.
Sí, ciertamente entre el de la bicicleta colgada y las estrellas del Tour había muchos escalones
intermedios.



¿La peor forma de empezar un día?

 


Por fin pudo Fran ponerse en marcha. No sabía por qué pero aquel día se le había hecho
tarde para acudir a su trabajo. Ahora que parecía que estaba cerca de conseguir cierta
estabilidad no era cuestión de llegar tarde a aquella cita diaria. Bajó las escaleras
del metro y se dio cuenta de que el convoy llegaba a la estación. Aceleró para cogerlo
y de pronto...

¡No! —gritó nuestro protagonista— ¡Otra vez no!

Lo dijo tan alto y con tanta desesperación que un empleado del suburbano se acercó a preguntar
a nuestro protagonista qué era lo que le ocurría.

Nada —dijo Fran—, que la tarjeta no me da pase al vagón.¿Pero está cargada? —preguntó el operario.No, ya sé que hay que cargarla. Usted perdone, pero me está agobiando, que no había pedido
 ayuda.¡Encima que uno intenta hacer su trabajo lo mejor posible! Pues vaya y cargue, so prepotente.

Fran se lamentó viendo cómo el convoy se ponía en marcha y se dirigió a renovar su pasaje
de transporte público. Mientras lo hacía, encima se sentía mal por haber tratado así a ese operario,
que pese a ponerle nervioso en el peor momento, lo único que había hecho era intentar cumplir
con su deber. La máquina de billetes le insistía en que metiera la tarjeta.

¿Otra vez? ¡Si está metida!Se refiere a la tarjeta del banco. Esta máquina funciona solo con tarjetas bancarias —le dijo el
 mencionado trabajador del suburbano en un tono servicial pero en el que se notaba cierto ajuste 
de cuentas moral.Gracias —dijo Fran y continuó la operación.

Mientras pasaba la tarjeta sobre los torniquetes de salida nuestro protagonista intentaba encajar la
pérdida de unos minutos seguramente muy valiosos para llegar al trabajo sin agobios y una
humillación que, le molestaba reconocerlo, era justa. Llegó a la conclusión de que lo suyo era pedir
perdón a aquel trabajador del suburbano. Pero entonces llegaba el siguiente convoy y apretó a
correr para cogerlo. Se subió al tren con una sensación de dejar una cuenta pendiente. Por lo menos,
se dijo, después de que el día empiece así, cualquier cambio significará que va a mejor.



jueves, 13 de octubre de 2022

Joshua- Usyk 2: el monstruo era mejor

 


Definitivamente, Usyk es mejor —dijo nuestro protagonista al final de la segunda pelea del

ucraniano contra Anthony Joshua.
Y ni siquiera puede decirse que Joshua haya boxeado mal, creo que ha hecho lo que debía, pero
es que el rival ha estado un escalón por encima —respondió Juan Gordal
Las dos peleas ha tenido mucho de táctica.

Aquella revancha entre dos de los grandes del peso pesado era muy esperada después de que en la
primera el ucraniano sorprendiera a todo el mundo con su pelea al contragolpe. El equipo de Joshua
no tardó mucho en pedir la revancha, para la que seguía siendo favorito. El primer asalto fue igualado,
pero nuestro protagonista se lo daba al británico:

Salió tranquilito y controlando —comentó Fran—. No quería sorpresas.Pero a partir de ahí Usyk sabía muy bien lo que debía hacer. Con ese contragolpe cuando Joshua
 daba el Jab lo controló casi todo el rato.


En efecto, el eslavo se

apuntó un round tras

otro, hasta que en el

noveno una combinación

de Joshua llegó a ponerle

en dificultades muy serias.

Sin embargo el ucraniano llegó a la esquina y,
tras el descanso, reaccionó muy bien volviendo a coger las riendas del combate. Cuando llegaron
a la decisión de los jueces todo el mundo tenía claro el veredicto.

Pues qué quieres que te diga, me jode que este cabrón, que ha hecho apología y propaganda del 
régimen ucraniano triunfe, pero en lo boxístico hay que admitir que ha sido mejor —dijo Fran.Yo veo a Joshua con muy buen físico pero falto de lo que es el boxeo —respondió el mayor de 
los hermanos.Puede ser, quizá por eso ha perdido en dos peleas con mucho de táctica.No sé yo. Otro día repasamos la primera y te digo. 
—Usyk ahora dijo que boxea contra Tyson Fury o contra nadie.
—Ojalá Fury tumbe a ese nazi de mierda. 
Como siempre, este blog les pone un video para que se formen su opinión. Aquí lo tienen.

Record de Olexander Usyk, aquí.
Record de Anthoy Joshua, aquí.

El preludio

 


Nuestro protagonista se desveló aquella madrugada, sobre las cinco de la mañana, con ganas
de ir al baño, algo que a veces le ocurría, pero aquella vez notó... Sí, un lado de la
nariz taponado y ese picor característico que solía sentir al fondo del paladar, donde
el canal nasal se junta con el de la boca. Era lo que Fran llamaba «el preludio». Cuando
le ocurría eso, sabía que estaba incubando un resfriado de varios días de duración y de gran intensidad.

Siesquehaymuchoscambiosdetemperaturatienes
queabrigartemejorahoratepreparounteytienesque
tomarcosascalientesyabrigarteporquenuncame
hacerscasomiraquetedijeayerquetetaparasbienperonuncamehacéiscaso... —dijo Doña Marta PalaciosMamá, no me vengas con esas.  Voy a hacer lo posible pero me da que mañana voy a estar peor, y
 espero que sea el pico, que a partir de allí vaya a mejor.

Nuestro héroe salió solo una vez de casa aquel día, se abrigó todo lo que pudo, por la noche se
puso mantas, vigiló mucho los cambios de ambiente y temperatura... pero por la mañana estaba
con una tos tremenda y la nariz completamente taponada. Por suerte aquel día no tenía que trabajar.

Ahoratepreparolecheytetraigoricolasquetienesqueponertebiennotemuevasmuchoquemedamucha
penaverteasíesperoquesetepaseprontomiraquetedijeayerquenohicieraslocurasahoracómosufroyoque
nopuedohacernadavoyatraertecítricos...Mamá, esdo no diene bás que dejar pasar los días —dijo como pudo nuestro personaje.Yo creo que tienes hasta fiebre. No tendrás mañana trabajo, ¿verdad? —dijo CarolinaDo, do lo tengo. Bero ahora solo son días que tienen que basar. No be agobiéis.Yo voy a ver si puedo dejarte unos tebeos para que se te pase mejor la convalecencia —intervino 
Juan GordalJoder, cuando llega «el preludio» dambién hay que irse brebarando para la brasa familiar.Noagradecesnadadeloquehacestendríamosquehabertetapadoantesyhacernoscasoahoranosotros
estamossufriendotodosportiynohacesnadaparauqesenoshagamásligerotendríasquecuidartemásahora
loquehacesesgritarnos...Solo espero que sean tres días y no una semana.



jueves, 6 de octubre de 2022

Una reliquia de tiempos peores

 

 

Aquella chica alegró la vista
a nuestro protagonista. Una
chavala guapa, vestida
seguramente para alguna fiesta,
arreglada con una vestimenta
que dejaba ver lo
voluptuoso de sus curvas.
Cuando llegó a ella, sin
embargo, Fran observó un
detalle que creía propia de
tiempos pasados, cuando él
tenía más o menos la edad
de la moza: por encima de
su camiseta se veían las
tiras de plástico
transparente de un
sujetador. Fran recordaba
en sus años de veinteañero,
tampoco tan lejanos, que
esa idea había
hecho furor, cosa que
no entendía, pues se notaba si la portadora sudaba, y de todas
maneras se notaba aquella parte del sostén que parecía incomodar a sus portadoras,
que nunca a los que las veían. Total, lo importante, creía nuestro protagonista,
de los sujetadores, era llegar a desabrocharlos, algo que tampoco se le daba mucho.
Curiosamente unos pasos más adelante estaba la entrada de una discoteca donde se veían
muchas chicas arregladas de forma similar, y muchas llevaban las tiras del sujetador
bien visibles. Eso es mejor que lo otro, por Dios, dónde va a parar cuando una de ellas
se acercó a Fran:

Señor, ¿puede hacernos una foto? dijo esa moza pasándole el móvil.Sí, claro respondió nuestro protagonista sonriendo mientras por dentro murmuraba lo que le
 escocía el que se dirigieran a él como «señor».

Al buscar con la lente del móvil el encuadre, nuestro protagonista tuvo una imagen aumentada
en la cuál, aún con sus pensamientos en la cabeza, miraba si alguna de aquellas chicas llevaba
unas tiras transparentes. No encontró ninguna, pero estuvo tonteando con el móvil un buen rato.
Parecía que en efecto, eso era algo excepcional.


¿Pasa algo, señor? preguntó la chica extrañada por la tardanza en sacar la foto.Nada, chica, sois transparentes para mí respondió Fran mientras le devolvía el móvil.

Comic y cerveza

 

 

Después de varios meses,

nuestro protagonista se

encaminó al nuevo

emplazamiento de
aquella tienda de comics,

y observó una novedad en

el nuevo local. Una

particularidad
que al principio era excepcional en aquellos lugares y ahora estaba cada vez más
presente, sobre todo en las más grandes y comerciales: había una barra de cervezas.
Uno podía tomarse un refrigerio viendo las últimas novedades en comic.


¿De dónde habrán podido sacarse que al público del cómic le va la cerverza? —dijo con toda la
çironía Juan.Nunca ha funcionado, ¿verdad? Nadie habla de cómic con cerveza —le respondió Juan.Vamos a tomar una ¿vale? 

 Los dos hermanos se encaminaron a la barra y pideron una. El «barman», si así podía llamarse a 
aquel orondo personaje, que no tenía pinta de tener ni la más remota idea de cervezas les hizo una 
advertencia:¿Por favor, no entréis en esta zona con comics de la tienda, que les pueden caer cosas.

Nuestros protagonistas obedecieron. Era una petición lógica, pero tras esa advertencia ya iba uno
con algo de corte.

Pues ponnos dos tercios —dijo nuestro personaje.¿Cuáles? Tenemos de Batman, de  Green Arrow...¿No hay una simple Mahou? —preguntó Fran.No, tenemos todas las de Marvel y DC.Bueno, pues ponnos dos de Wonderwoman —sentenció Juan.

Los dos hermanos tomaron aquella cerveza comentando lo que veían y decidiendo sobre cuál de
aquellos teneos merecía un sitio en su colección. Mientras también comentaban que la cerveza no
era de las mejores que habían tomado, tenía el regusto de las artesanales pero de mala calidad.
Una vez decidieron pidieron la cuenta.

Diez euros —dijo el barman.¿Diez? ¿Cinco el puto tercio? —preguntó Fran.

Lógicamente no tuvieron más remedio que pagar. Pero la conclusión era muy clara para los dos
hermanos:

Cerveza mala, cara, y sin poder llevar tebeos en una tienda de tebeos —comentó nuestro
 protagonista.Vamos, que joden los tebeos y la cerveza —le comentó Juan.Sí, hay cosas que son muy buenas, pero mejor por separado —sentenció definitivamente nuestro
 personaje. 


sábado, 1 de octubre de 2022

El falso vencejo

 


Franvenaquíqueestome
damuchomiedoquecadavez
quepasoporesterincónseo
yeunsilbidoymira
cómosemuevenloslibrosde
estaestanteríaquenoseestán
quietosaversivaahaberun
vencejoallíoloqueseayonopuedo...Bueno, mamá, tranquila, porque no creo que nadie pueda esconderse ahí. Si es un vencejo como
 la otra vez ya lo soltaremos y punto.

Fran recordaba aquella ocasión en que cuando llevando aún sandalias de verano había notado
que una pelusa o algo similar se movía a sus pies. Cuando se agachó y logró cogerlo en su mano,
el ser que se agitaba entre sus piernas era un vencejo, al cuál atendió y guardó hasta que quiso irse.

Recuerda al de la otra vez —dijo a su progenitora—. Son animales hechos a los espacios abiertos
 y al aire. En una casa humana se le veía muy desorientado. Así que se habrá metido allí y estará
 asustado.Yonoquieroquelepasenadaperoyotambiéntengomiedomiraelsilbidoyloslibrosquetiemblannosé
loquepuedehaberallínomeatrevoameternadaenlamanoyaversinoshacedañoesperoenDiosnuestroSeñor
queseaunvencejo...Bueno, mamá, sea lo que sea, daño no puede hacernos.

Fran apartó aquel taco de libros cuyas hojas se agitaban metió la mano decidido a atrapar al ser
silbante que había allí. Lo que encontró no fue ningún ser vivo sino algo sólido y cuadrado. Lo
que había tras los libros y susurraba no era una criatura animada, sino una radio encendida.

¡A saber cuánto tiempo llevaría allí! —dijo Fran.Aypuesesverdahijoestaríayooyéndolaoloquefueraladejéenestaestanteríaycaeríaporelhuecomenos
malquemelahasencontradoymenosmalquenoeranadamalohepasadomuchomiedoylodeloslibrossería
porlavibración...Bueno, esta al menos no se desorientaría tanto como el vencejo. Toma y la cuidas tú. Mañana la 
llevas al veterinario o lo que sea. 

La temporada de carteles luminosos

 


Fran andaba por la calle resuelto a solucionar unos cuantos problemas en su casa en su
día libre cuando observó una extraña confirmación de la obviedad de que no todo el mundo
tenía aquel día libre: un electricista estaba cambiando el letrero luminoso de aquel
establecimiento bancario. A Fran le sorprendió lo precario de su situación, en una
altura desde la cuál, en caso de caer, seguramente no se mataría pero sí podría
seguramente sufrir algún daño. El operario estaba en un equilibrio muy precario en los
últimos escalones de una escalera de mano estirando pies y espalda para llegar al cartel
que cambiaba, todo ello con cuidado de manejar y mover herramientas, materiales, etc.
Según todos los cursos de prevención laboral que Fran había visto debía llevar algún
arnés o protección, pero no era asunto suyo. Él tenía que resolver sus problemas, y así
llegó a la tienda de pinturas. Al llegar a esta observó que era mal momento para entrar:
otro operario en la entrada estaba también cambiándoles el letrero. La escalera estaba
próxima a la puerta de entrada y cualquier paso por aquella zona sería difícil sin mover
al operario.

Serán unos diez minutos, chaval. Ve a hacer otras cosas y seguro que cuando vuelvas he acabado.De acuerdo, tenga cuidado que no me gusta verle en esas condiciones en la escalera —dijo Fran 
con una extraña alegría de que aún alguien le llamara chaval.


Fran pensó qué más debía hacer. Se dirigió a sacar unas fotocopias de unos documentos que debía
entregar en el trabajo al día siguiente. Al llegar a la tienda de reprografía observó cómo allí también
habían cambiado el cartel.

Si llegas dos minutos antes igual no podías pasar —le dijo el encargado cuando Fran le preguntó
 al respecto.

Fran, después de las fotocopias, fue al supermercado y se pilló una bebida fría antes de ir a por la
brocha y las pinturas... ¡Y también estaban cambiando el letrero! Se preguntó nuestro protagonista
si habría cambiado la normativa sobre luminosos o algo así, no era normal. En todo caso, se dijo,
al siguiente que vea trabajar en eso, le voy a decir que se queje de las medidas de protección.
Cualquier trabajador en precario es un problema para todos los que nos ganamos el pan.