viernes, 24 de marzo de 2023

La mochila ha hablado

 

 

¡Me cago en la puta! ¡Se
ha roto un tirante de la 
mochila que uso para ir
 por la calle! —gritó Juan
 Gordal.Ayhijoquépesadoeres
siempredemalhumoraver
ahoraporquétienesque
enfadartesinonecesitaspara
nadalamochilasiempre
tienesquedargritosnohay
quienvivaatuladoademás
tuhermanollevóayerla
mochilasinningúnproblema...—le comentó Doña Marta.¿Fran? Ya lo imaginaba yo.

Nuestro protagonista se quedó paralizado por un momento, pero luego recordó. Efectivamente
él era el último que había salido con la mochila de casa, pero no recordaba haber roto nada. Siendo
consciente de lo ridículo que quedaría habló:

Yo no he hecho nada.Tú nunca haces nada pero te he visto cargarte ropa, camas, sillas, la mochila... Y es porque
 estás cada vez más cebón —le respondió Juan.

Eso removíó la conciencia de Fran, que no era capaz de negar la lógica de su hermano. Había
estado gordo en tiempos y había adelgazado. Era exasperante volver a las andadas. Para apartar
esa idea de su mente propuso:

La puedo arreglar yo o llevarla a arreglar.Eso está muy bien, pero lo que quiero es que no sigas engordando —gritó Juan.

Fran no se veía tan gordo, aunque era cierto que había llegado a estar más delgado. Era difícil rebatir
aquella lógica. Mientras observaba la mochila pensaba en el hilo que sujetaba esos tirantes y en si era
mejor que la cosiera él o un profesional.

Un profesional es lo que vas anecesitar para controlar tu peso.

Fran aquella noche no pudo dormir. Desde luego era más fácil arreglar una mochila que perder
peso. Lo había hecho una vez. ¿Por qué ahora estaba otra vez engordando? Tristemente sabía que
eso solo ocurría si uno ingería más calorías de las que gastaba. Sí, no sabía cómo ni si era el
responsable de la ruptura de la mochila, pero tenía que perder peso. Era posible, pero la tarea ahora
se presentaba colosal. Pero habría que hacerlo. Ojalá fuera tan fácil como coser una mochila.



Deporte urbano

 

 

¡Aparta, que
me estorbas! 
—gritó aquel 
ciclista a ese 
transeúnte.

Fran no podía
creerlo. Era el
ciclista quien
estaba lejos de su lugar. No podía ir por la acera si no iba a pata, y mucho menos exigir a los
peatones que le cedieran el paso. Nuestro personaje estuvo a punto de pensar qué haría él en
ese caso, pero no tuvo tiempo ni para desarrollar algún pensamiento
ya que aquel maillot amarillo de vía estrecha se dirigió justo hacia él y también le gritó:

¡Aparta, gilipollas!

Durante un tiempo que a Fran se le hizo larguísimo, pero que en realidad no debieron ser más que
unas cuantas fracciones de segundo, nuestro protagonista se quedó paralizado por el estupor. Luego
se apartó y entonces se le ocurrió una respuesta:

¡Al menos sé por qué parte del camino debo moverme!

Pero el ciclista ya se alejaba hacia la parte alta de la calle. Fran observó que aquel energúmeno ni
siquiera tenía la excusa de una falta de camino adecuado: muy cerca había ya uno de los carriles
bici que se estaban extendiendo por la ciudad. Entonces alcanzó a ver que aquel energúmeno pasaba
con su bici ante los ojos de un par de policías municipales... ¡Y no hicieron el menor gesto de
reprimirle o darle un toque!

Este imbécil se cree encima que va a ir al tour o algo —comentó alguna persona que Fran no 
alcanzó ni a distinguir.

Pues si me vuelve a pasar me creeré que yo estoy disputando el campeonato unificado de los
pesados y le cantaré una hostia, pensó Fran.


jueves, 16 de marzo de 2023

Juan Díaz-Juan Manuel Márquez, pelea de su año por algo

 

 

Pero qué barbaridad. No
 ha bajado esto ni un
 momento de 
intensidad 
—comentó Juan 
Gordal
 con el combate 
que le mostró nuestro protagonista.Qué valiente el Díaz ese ¿verdad?Sí, y dinamita tuvo que aplicar toda su ciencia de contragolpe. 


El combate que
comentaban nuestros
ç protagonistas fue
elegido pelea del
año 2009 y por algo
era. Dos púgiles de
la escuela mexicana
se encontraban en
Houston disputando
los títulos
vacantes WBA y
WBO. Juan Manuel
dinamita Márquez,
del Distrito Federal,
se enfrentaba
Juan torito Díaz, americano de ascendencia mexicana. Dos boxeadores emergentes, dos
exponentes de boxeo descarnado que se practica en México, dos auténticos gladiadores
enfrascados desde el principio en una pelea muy bien casada. Fran lo había visto y descubrirle
por una vez una pelea él a su hermano en vez de al revés le placía sobremanera.

Los dos llegaban en buen momento, tenían un estilo similar, nivel parecido... Más parejo
 imposible —dijo Juan.Y sale dominando el torito. Mote bien puesto, por cierto.Y yo no sé si de verdad domina o es que Márquez se deja para meter sus famosos contragolpes.No sé, si fuera eso yo creo que no hubiera llegado al quinto así.

En este round torito Díaz abrió la ceja derecha de Márquez. Parecía una ventaja sustancial, pero
dinamita comenzó a meter sus manos, y en el 9 llegó la sentencia. Era lo de menos. La pelea
había impresionado a todos.

Además hubo revancha, la veremos otro día —comentó Fran.Márquez era el mejor de esta época de los terrenales, de los que no eran Mayweather y
 Pacquiao. Sin duda. Y yo sé más de boxeo que tú —remachó nuestro protagonista.Oye, tú me has enseñado una pelea y yo a ti miles.Bueno, pero la última pelea dice que el cinturón lo tengo yo.Ya habrá revancha, ya.

Como siempre, aquí tienen este auténtico combatazo para formarse su propia opinión. Que
lo disfruten.

 Récord de Juan "torito" Díaz, aquí.
 Récord de Juan Manuel "dinamita" Márquez, aquí. 


Gestionar la comida

 

 

¿Pero no has visto que
 había secreto de cerdo 
y pescado que no 
comimos ayer? —dijo 
nuestro protagonista
 a Doña Marta Palacios.Ayhijoquépesadossois
quenuncamedejáis
comprarnadahe
cogidoyoyhetraídocomidacomodebeser
queestoyhartadevuestroconejoyesamerluzaquetraéisvosotrosquenohayquinelacomayoheidoala
compraquetraéisempanadillasycosasasí...Pero mamá, si fuiste ayer mismo a por unos gallos que no nos comimos.

Fran intentaba no gritar, su progenitora era una persona de otros tiempos muy hecha a un
determinado proceder alimentario. No le importaba que alguna vez se trajera ella lo que le
gustaba. Pero mirando la compra y la nevera donde ya había nuestro protagonista dispuesto
una comida para el día se encontró con secreto de cerdo, los gallos, calamares, boquerones...
Se preguntó si los Gordal Palacios comerían lo suficiente para que todo aquello no se estropeara.

Y yo ayer preocupado de que no se echara a perder una masa de empanadillas. Que por hacer
 las putas empanadillas no comimos el pescado.Pueslotenemosparahoyhijonotepreocupesquetodosecomeráyomevoyaponerahacerahoralosfiletes
deterneraquemeapetecíanmuchoqueesoquetútraesnoescarneniesnadaquenotraéismásquecosasdeesas
queosvan...

Lo cierto es que nuestro protagonista encontraba apetecibles aquellos filetes pero tenían sobre todo
pescado para varios días. Encima cuando Juan llegó le culpó a él de la situación:

Si no hicieras tonterías de empanadillas y tal y nos dieras de comer bien esto no pasaría.¡Ay la leche! Pero si aquella masa de empanadillas la trajiste tú y la olvidasiteis...Buenohijosloimportanteesqueahoratenemoscarnedeverdadqueestámuybuenayqueosvaadar proteinasdeverdadquenoséyocuantoytiempollevábaissintraercarnequelametéisenelcongeladoryla sacáispocoapoco...¡Pero si comimos estofado ayer! ¡¿Cómo que no hay carne?! —gritó nuestro protagonista.El caso es que gestionas esto de puta pena. Lo dice todo el mundo —insistió Juan.¡Pues te haces tu cargo de los diez kilos de pescado que sin que nadie pida ha traído tu madre!
Nihablarmeharécargoyoquemequeréisdardeladoperoaúnestoyaquíymenosmalporquesipor
vosotrosfuerayoyaestabaenunamecedorasinmovermeynomevaisaanularyoseguiréhaciendolascosas
quequierasinpedirayudaanadie...De verdad que cuando os juntáis yo no puedo con vosotros —sentenció Fran.



miércoles, 8 de marzo de 2023

Un aviso inquietante

 

 

Parecementira
hijocómohas
dejadopasar
variosdías
ynolas
cogías
vamosahora
quetienesquecogerlas
deunavezyonosécómosetepuedeolvidaresositeloponesenlosojosyomeacuerdonosécuantoharáquete
llamaronperotúnoibas...—peroraba Doña Marta Palacios a nuestro protagonista.Es que no llevo tampoco siempre las lentillas, mamá. Y me quedaba un par.Yademásselasdejamosadeberesraroquenonoshayandadountoquecuandoquerráncobrarmenosmal
queenestaçopticasondeconfianzahijoqueenotranonoshubierandejadoyademástendríasquellevartúla
cuentadetuscosas...
 

Las lentillas eran uno de esos gastos ineludibles una o dos veces al año con los que uno casi nunca
contaba, de ahí que si no te los recordaban fuera muy fácil olvidarse. Nuestro protagonista llevaba
varias semanas con la reserva caducada en los que había acudido a su óptica de confianza a
conseguir reemplazo. Pero como había disfrutado unos días libres de trabajo y había dejado
descansar sus ojos lo había olvidado. Además de que aún le quedaban una caja o dos.

Son 76 euros —dijo la dependienta.Aquí tiene —respondió nuestro protagonista y pagó.

Fran observó la bolsa donde venía el pedido. Todo estaba en su lugar. Él y Doña Marta se
encaminaron a la calle.

Ahoraaversitelasponesnopuedesdejarpasartantotiempoantesdehacerlascosasyaversitellamandel
trabajoquetienesqueestrenarlasyaquelashemospagadoquesirvandealgoqueparecementiracomote
descuidas...Aún puedo trabajar dos días sin llevarlas, mamá. Pero sí, esto es una muestra de que llevo tiempo
sin curro. Habrá que espabilar. 


Cultura y capitalismo.

 


Es tu sueño. No

podría haber

mejor momento

—comentó

nuestro protagonista

a Juan.
Todos sabemos

cómo va esto,

se la quedará algún amigo del alcalde.

La Cuesta de Moyano era como se conocía en Madrid a una serie de puestos de venta de libros,
habitualmente de piezas antiguas o incluso descatalogadas, situadas en una calle cercana

al Retiro que hacía pendiente desde una de sus puertas al Paseo del Prado. Era una

parada habitual de cualquier lector habitante de la ciudad de nuestros protagonistas y,

por supuesto, de los dos hermanos. Según las últimas noticias casetas que llevaban

cuarenta años vacías iban a salir a concurso. Fran recordaba que alguna vez su hermano

había comentado cómo le gustaría trabajar ahí.


Se ve que es una concesión municipal, ya habrá que informarse.

Pero no tenemos pasta, Fran.Imagínate tu propio puesto de tebeos, libros de historia...Sí, no me lo digas, que me da más rabia.

Unas horas después los dos hermanos se encontraron con que cierta parada del metro de
Madrid llevaba publicidad colgada de su cartel anunciador.

Eso acabará pasando, que se las pillará alguna gran empresa y a convertirán en librería 
industrial —comentó Juan.Pues otro motivo para pillarla.Como nosotros tengamos que salvar la cultura del capitalismo mal vamos, Fran.De momento hacemos lo que podemos, comprar en tiendas tradicionales o coger de bibliotecas.Ojalá cundiera el ejemplo.


miércoles, 1 de marzo de 2023

No hay salida

 


Fran repasaba mentalmente la lista de la compra que tenía que hacer: comida para la semana
entrante, gel de ducha, papel de todo tipo —del culo, kleenex, servilletas...—, guantes de fregar,
lavavajillas. Además estaba mirando si le quedaban suficientes bolsas de congelar y de basura.
Ya estaba todo listo pero tocaba hacer algo más. Abrió la nevera. Se quedó mirando el vacío
de la misma, No apetecía. Se iría a la compra. Pero entonces tendría que guardar la compra y
sería mucho más difícil. Cogió la botella de gaseosa, se sirvió un vaso, se lo tomó, y ahí seguía
la tarea pendiente. Pensó en encargársela a Juan o a Carolina. No, ellos trabajaban. No quedaba
otra, había que armarse de paciencia y hacerlo. Se encaminó nuevamente a realizar aquella labor.
Bueno, no primero al baño. Se encaminó y después de mear se quedó un minuto más simplemente
pensando en que no quería, que aquello no era agradable. Cogió por pura desidia una botella de
un producto de limpieza y se dedicó a leerla. No, tendría que realizar aquella faena tan tediosa.
Había hecho la cama, había ordenado la ropa, limpiado bajo las camas... No había escapatoria,
el trabajito pendiente seguía ahí, amenazador. Se encaminó a la nevera pero yendo para allá vio
el guante del horno que tenía una quemadura enorme en los dedos. Meditó sobre el color del
mismo, el dibujo, bajar a los chinos de la esquina a comprar otro antes de hacer aquel recado
tan molesto y poco agradable... Sí, eso sería lo que haría. ¡Un momento! ¿En serio? ¿Bajar
ahora al chino y luego a hacer sus compras? Parecía absurdo. Que no, Fran, que no había
escapatoria. No tenía más remedio que cumplir aquella penosa obligación. Allí se encaminó de
nuevo nuestro protagonista y en la ventana de la cocina encontró a un gorrión. Qué bonito, la
naturaleza está aquí a la vuelta de la esquina. ¿La naturaleza? Es verdad, no había regado la planta.
Tocaba. Qué placentero era aquello, si parecía que el vegetal se lo agradecía y todo. Pero ya estaba
hecho. Fran cogió un estropajo y un paño, y se encaminó a la nevera.

He buscado todas las excusas posibles —pensó—. Pues nada, hay que limpiarla, que se echa el
tiempo encima. 


La gincana bancaria

 

 

Ahoravany
cierrancuando
llevotodami
vidaviniendo
aestebanco
cogenellos
yselarganpor
lomenosel
nuevositioestácercadecasaperomiracómosenoshaidolamañanaparanadaahoraseentiendeporqué
últimamentetodoibatanmal...―dijo Doña Marta Palacios cuando llegó al banco.Son una panda de hijos de puta y viven con una impunidad que no es de recibo ―contestó 
nuestro protagonista.

Las cadenas bancarias del país ―y según varios indicios de todo el planeta― de nuestro
protagonista llevaban varios años en un proceso de paulatina degeneración. Los problemas, al
menos en barrio de nuestro personaje empezaron cuando en la anterior crisis económica se
emprendió un proceso de reestructuración que concentró todo el negocio en unas pocas entidades
poderosas. Desde entonces cada vez que Doña Marta o Fran habían acudido a la sucursal se habían
encontrado con cajeros que no funcionaban, cables colgando, oficinas desatendidas y sobre todo
una inoperancia y prepotencia del personal muy molesta, que no les resolvía los problemas y además
intentaba venderles productos bancarios de dudosa calidad. La última vez que habían acudido les
anunciaron su traslado, pero ahora lo habían llevado a cabo antes de la fecha prevista.

No sé si has visto dónde hay que ir ahora. Unas oficinas claramente pensadas para empresas, 
y para inversión. Pasan del cliente medio de una forma increíble. Para llevarse todo al terreno 
digital y timaros a los mayores ―comentó Fran. Buenohojoyoestoytodavíabienperosívamosalotroladoaverloquepasayaversideunavezsepuede
sacaralgodedineroqueparecementiralodifícilqueloponencuandotambiénnosotroslosclientes
pequeñoslossostenemosymuchosmásporquesomosmás...―respondió la matriarca de los Gordal
 Palacios.Pues les importáis una mierda, mamá.

Madre e hijo se encaminaron a la esquina de la otra calle, y metieron la tarjeta en el cajero.
Teclearon el importe, el número... y el cajero les anunció que ahora no podía atenderles. Muy
cabreados pasaron dentro.

Buenos días. ¿En qué puedo ayudarles? ―les dijo una empleada.Averahífueranomecogenlatarjetaperoyonecesitoahoradineroparalacompraqueveniraquídesde
quesehizolafusiónesunagincanaquedeberíadarosvergüenzaperoenfinaversiustedpuedeatenderme
queyoquiero...―explicó Doña Marta¿Han probado a hacerlo online? ―repuso la empleada.¡¿Y para qué coño están ustedes aquí?! ―estalló Fran y eso que hacía grandes esfuerzos para evitarlo.Bueno, si quieren les podemos ofrecer una serie de créditos e inversiones...No, me va a dar algo mejor ―cortó Fran―. Una hoja de reclamaciones.Biendichohijoestoesparapedirlanotengomásganasdeseguiraquíperonopodemosdejarestosindecir
nadaaunquenosésiserviráparanadaperonoesderecibotodoloquenoshanhechoqueencimaparecequete
haganunfavorpersonal...―comentó Doña Marta.

Doña Marta rellenó la hoja y la empleada la recogió con cara de circunstancias. Mientras se iban
la matriarca de los Gordal Palacios volvió a preguntarse si aquello serviría para algo:

Nadielapidenodanganasperoesquemehansacadomuchodequiciohijoaunquemetemoqueestolo
archivaránsinnisiquieramoverundedoylapróximavezvolveremosasufrirestoesmuyfrustrantequenada
deloquehagamossirvaparanada...Desde luego, mamá, pero al menos que tengan que hacer el esfuerzo de cursarla. Debería hacerlo 
más gente, que ya hemos visto que no somos los últimos ―sentenció Fran pensando en lo que 
le gustaría hacer con los dirigentes de las mencionadas entidades, que era algo mucho más 
violento que rellenar aquella hoja. Más aún pensando en que como hemos dicho, según varios
 indicios, ese modo de funcionamiento se daba en todo aquel planeta.