miércoles, 29 de septiembre de 2021

Agria

 

 

Pues qué bien entra 
una cerveza después 
de tantos días de curro
 sin poder salir ―dijo
 complacido 
Juan GordalSiempre entra bien,
 pero encima cuando se coge después de cumplir uno con sus obligaciones es 
la leche ―sentenció Fran.
 

Por primera vez en mucho tiempo los dos hermanos tenían ocupaciones remuneradas. Además
sus horarios hacían difícil que coincidieran con tiempo y posibilidades de pasar algo de tiempo juntos.
Teniendo dinero ganado en el bolsillo, nuestro protagonista quiso invitar a su hermano. Cuando la
camarera les dejó la cerveza en la mesa, los Gordal Palacios pensaron que estaban viviendo la
felicidad plena. Hasta que Fran probó su vaso:
 

Juan ¿esta cerveza no está como agria?No sé, yo todavía no la he probado. Voy a ello y te digo.
 
 Juan pegó un largo trago a su vaso y confirmó las aseveraciones de su hermano.
 
¡Coño! Parece que fuera con limón. La he pedido normalVoy a preguntar a la camarera.
 

En aquel bar siempre habían servido bien a nuestros protagonistas. Había confianza con el
personal. Fran preguntó y a camarera dijo muy extrañada:

 

No me he equivocado. Os la he puesto normal.
 

El menor de los Gordal Palacios vio que su hermano torcía el gesto , mientras la dependiente
miraba la cañería de la cerveza. Pasado un rato dijo:

 

Pues es verdad que sabe raro. Voy a ver si puedo arreglarlo. ¿Os la cambio por otra cosa?No, déjalo ―contestaron los hermanos.
 

No era cosa de montar un escándalo. En aquel local, a lo largo de años, los dos hermanos habían
pasado muchos ratos muy buenos y bebido muchas cervezas. Sabían que aquel incidente era algo
raro. Pero ya les había jodido el rato de esparcimiento que habían tenido en 10 días.
 

No puedo dejarlo así, Juan. ¿Vamos al de más abajo a tomar una?Habrá que hacerlo. A este momento no es tan fácil renunciar.Por supuesto que no, pero ya no va a ser tan alegre ni tan reparador. 

 

El moderno Sísifo.

 


Nuestro protagonista andaba por una calle sumamente empinada del centro de su ciudad. En
aquella zona había varias vías con una penddiente no usual en zonas urbanas habitadas. También
eran una de las zonas que seguían siendo más tranquilas y familiares en la ciudad, lo que
propició una extraña aventura costumbrista. Un niño de muy corta edad jugaba con un hombre que
aparentaba ser más su abuelo que su padre, y lanzó una pelota hacia abajo. Esa escena se
repite en muchas zonas de la geografía urbana actual, pero en aquella calle la pelota cogió
velocidad y el hombre de avanzada edad corrió un buen trecho hacia abajo hasta recuperar
el juguetito. Luego subió la cuesta y se la entregó al menor.


Bueno, aquí te la traigo. Ten cuidado con la pelota, aquí no es como en el parque.Nene tira pelota...¡Toma! ―dijo el niño y volvió a patearla hacia el desnivel.

Nuestro protagonista viendo aquello y pensando en aquel cuasi anciano haciendo el esfuerzo
pendiente abajo se puso en marcha. Atrapó la pelota antes que el hombre , pero le costó a él, a
nuestro protagonista más de lo que esperaba. Se la entregó al vejete.

Tenga cuidado, que como vuelva a perderla no sé cómo va a hacer para recuperarla ―aconsejó 
Fran a su canoso interlocutor.Sí, lo sé. Pero no soy yo. Es que el niño lo pasa así muy bien.

Fran, ya alejándose de la escena vio cómo el hombre la volvía a dar la pelota al niño y este a tirarla.
Otra vez el hombre hizo el esfuerzo que a él le había costado para recogerla. Fran, antes de alejarse, no
pudo resistir más y le hizo la pregunta que le rondaba por la mente:

Perdone. No se llamará usted Sísifo ¿verdad?

 

martes, 28 de septiembre de 2021

Pacquiao-Clottey: el pacman se pasea

 

 

Pues a decir verdad, aquí
dio la sorpresa el ghanés 
—comentaba nuestro 
protagonista—. No olvides
 que al Pacquiao de este momento
 nadie le resistía. Clottey
llegó al final.
Aquí es cuando debería
haber boxeado con Floyd
Mayweather —comentó Juan—.
Y todavía le faltaban algunos
combates en este nivel.


Ambos hermanos comentaban la pelea que
hacía ya más de una década había enfrentado
a uno de los mejores boxeadores que había
habido en el boxeo del siglo XXI. El filipino
Manny Pacquiao, que hace algunos días
había anunciado por fin su retiro, venía de
tres victorias espectaculares ante púgiles de
primer nivel. Todos esperaban entonces su
pelea con el casi imbatible Floyd Mayweather,
pero no se concretó. Al final un boxeador
ascendente también en aquel momento,

el ghanés Joshua Clottey, fue su rival

en aquel combate en Texas. Como era de

esperar Pacquiao no le dio opción. Fue

muy superior casi toda la pelea, dejando sólo en algunos momentos en los rounds intermedios

que el africano pudiera atacar.


Y ni aun aquí podía —dijo Fran—. El Pacquiao de este momento hubiera pasado por ser el mejor
boxeador de todos los tiempos.
La verdad es que es todo un misterio si este Pacquiao hubiera podido con Mayweather —comentó
Juan.
Por lo menos Cliottey, que se esforzó, sacaría su buena bolsa de esta pelea.
Y tampoco lo hizo mal. Fue un buen sustituto.

Fran se lamentaba del absurdo de que los dos mejores boxeadores en la última década hubieran tardado
tanto en enfrentarse. Y también que Pacquiao hubiera hecho últimamente unas cuantas peleas que no
aportaban nada a su extraordinaria carrera.

Aun así, el recorrido del filipino ahí queda —le comentó Juan.Y aún ya de retirada era mejor que muchos oponentes. 

Aquí, como siempre, tienen el video con lo mejor de un grandísimo peso welter en su mejor momento.
Pasen y disfruten.


Record del "Pacman filipino" Manny Pacquiao, aquí.

Record de Joshua Clottey, aquí.

domingo, 26 de septiembre de 2021

Unas bragas rojas.

 


Ayhijosmiradloquehacaído

aquívosortossabíaisqueestaba

estoenlaterrazaperosinadie

usanomedigáisquevosotros

habéisperdidoestomehacaído

encimademiropayhetenido

quequitarlaparaguardarmis
cosasyonoquierounasbragasde

otrapersona...—comentaba Doña Marta palacios mientras recogía la
colada.

Fran miraba con estupor aquellas bragas de color rojo chillón y bastante especiales por su forma.
Exactamente el tipo de prendas que, por desgarcia, no solía ver muy a menudo. Evidentemente no 
eran de la casa.
Pues habrá que subir y dárselas a los vecinos de arriba, mamá —comentó.Amínomeimportaseleshancaídomuchasvecescosasaquícomocamisetascalcetinesyotrascosaspero esqueestomedacosasubiradevolverloademásnosédequécasapuedeseraverconquécarallamoporlospisos
dearribapreguntando...
Fran tampoco hubicaba muy bien cuál de de los habitantes del inmueble podían ser unas bragas
 semitransparentes con encaje de color vivo. Desde luego, parecía poco probable que fuera del
estudiante de informática que vivía justo encima, o de la sexagenaria de un piso por encima.

¿Y no se las puedes llevar al portero y que se las de él?Noséyosielporterotendrálamenorideasinolosabemosnosotorsyademásnomeparecebienpasarleel papelónaélcreoquevoyapreguntarleaCarolinasisonsuyasporquesinolasvamosatenerporaquídando vueltashastaquenosaburramos...Bien pensado el hecho de que yo me imagine llevando esas bragas a determinado tipo de mujeres
no quiere decir que la señora de más arriba no las use.¿Por qué no le preguntas, mamá?Perohijoimagínateelpapelónsubiendoapreguntarsiesamujerusaestoyonosoycapazaversivastúbien
pensadohasidoideatuyayodesdeluegonopuedodejarloenmicoladaytampocovaestaraquíhastaelinfinito
sinonoséloquevoyahacer...
 Fran se imaginaba yendo a preguntar aquello y llegó a la única conclusión posible:
Mejor tíralo. Pero yo sí que sé lo que voy a hacer es guardar la imagen de esa vecina para cuando
 intente pensar en algo que baje la lívido. 



miércoles, 22 de septiembre de 2021

¿Que por qué tienen mala fama?

 

 

Doña Marta Palacios entró
 muy alterada después
 de la gestión que había
 ido a realizar al banco:

Quetardandiezdíasmedicen
yocreoquellevamosyauna
semanaesperandoynohay
derechoaqueaunalatenganasímehandadoganasdepedirlahojadereclamacionesyalfinalnoséporque
nolohehechomiracomonostienen...Pues eso sé de buena tinta que no se corresponde con los plazos de correos, que me los he mirado bien,
 como sabes.

 Los Gordal Palacios habían tenido recientemente que dar de baja la tarjeta del
 banco de Doña Marta Palacios por extravío. Aunque habían podido ir tirando con
 otras tarjetas de la familia, la matriarca de la casa estaba empezando a perder
 la paciencia por lo complicado que era disponer de sus ahorros. Los iba a sacar 
a la sucursal bancaria, y debía cada día soportar excusas vanas y ofertas de 
productos financieros de dudosa fiabilidad de esos que sistemáticamente se ofrecen 
a las personas de edad con esperanza de liar a alguna. Por suerte, Doña Marta 
al menos era aún lo suficientemente lúcida para no aceptar nada de eso.
Qué cabrones, porque por el mismo canal de la tarjeta que no llega no paran de enviar mierda. Ayer
 que si los nuevos planes de pensiones y ahorro.Yluegosiyoquierohacercualqquiercosaporlatardenosepuedeporquenosepuedesacarmásdineroy
yointentosacarsolo50euroscadavezquevoyycomprolascosasquenecesitamosperoluegosimellaman
misamigasporejemplonohaynadaquehacer...¿Y no puedes cuando vayas sacar un poco más de pasta?Meponendificultadesmepreguntanporquequierotantoycadavezquelodigomeofrecenotroplanuotra
cuentaqyueparecequeesloúnicoquesabenymiraconcuantosfolletosmellenanelbolsomedanganasde
montarlesunpolloenserio...Sí, solo se puede esperar. Pero luego se preguntarán que por qué caen mal, los grandísimos
 hijos de la grandísima puta. 




lunes, 20 de septiembre de 2021

Lo malo se queda.

 


Por fin, después de dos años, volvía la Feria del Libro a la ciudad de nuestro
protagonista. Si la última edición había sido cancelada a causa de la plaga que
afligió el mundo donde vivía nuestro héroe, en esta nueva ocasión el evento iba
a celebrarse. Aunque eso sí, con algunas restricciones que volvían la Feria menos
apetecible. Sorprendentemente, las autoridades competentes (en este caso es un decir)
habían decidido que ante una pandemia en la cuál convenía reducir la condensación
de gente, la feria debía tener la mitad de espacio. Además se medía un aforo determinado,
y cuando este llegaba al límite se formaban enormes colas a la entrada para pasar.


De modo que Juan y Fran Gordal tuvieron que escoger un día muy preciso para entrar,
un día que en cualquier otra edición de este acontecimiento hubieran descartado: el
día en que una enorme tromba de agua hacía que la gente se recluyera en sus casas, y
por tanto las colas no se formaban. Pero la experiencia no fue agradable.

Joder, es dificilísimo observar esto con el cuidado que hay que tener para no mojar nada. 

Así no se puede —dijo Juan.

Y hemo tenido que escoger el momento donde la tromba sea más suave, que ahora se puede, 
pero hace un rato esto era impracticable. Ha habido que venir rápido y estar preparado para la huida.

 Por otro lado, Juan no estaba encontrando lo que venía a buscar. Lo que había en esa feria era
 lo mismo que en cualquier día podía encontrarse en cualquier estante de cualquier librería o gran
 almacén en cualquier época del año. En una caseta de literatura africana preguntó:
¿Y algo de cómic africano no tenéis?No, y es una lástima porque en Nigeria por ejemplo se hacen buenos cómics, aquí tenemos los 
de Mandela, Thomas Sankara...Pero hechos aquí y por la industria europea, no es eso lo que busco.
 Fran observaba que su hermano estaba reprimiendo un estallido de rabia en su respuesta. Él no 
llegaba a tanto, pero se preguntaba cómo era posible que una librería en el mayor evento de este tipo
 que presumía de dar escaparate al continente negro no tuviera esos cómics que, según había 
respondido el dependiente, existían. ¿Se hacen buenos cómics en Nigeria? Pues tráelos, cabrón, o no 
vengas aquí en plan africanista. 
 Visto aquello Juan se acercó a otra caseta y preguntó en plan más general por las últimas novedades
 en plan más general:
Pues aquí hay una novela gráfica..¡Adiós!  —dijo Juan visiblemente enfadado —. Novela gráfica, me cago en su puta madre...
 
 Fran se reía viendo que a esas alturas todavía nadie usara la expresión maldita que tanto les enfurecía
 y decidió probar suerte:¿Puedo preguntar yo?¡No! ¡Vámonos! Será por la pandemia pero es que no había nada que ver.

 Mientras intentaban alejarse la lluvia volvió a intensificarse. Los dos hermanos tuvieron que
 refugiarse bajo el toldo de un puesto de la feria, encima el de una editorial de un tema esotérico 
en el que no tenían el menor interés.
La lluvia de la feria del libro permanece aunque cambien la fecha  —comentó Fran.Vaya edición. Nos hemos quedado con lo malo.


miércoles, 15 de septiembre de 2021

¿Y los guantes?

 


Do uro —dijo aquel oriental a nuestro protagonista desde detrás de la mampara  de
plástico que muchos establecimientos, sobre todo los regidos por chinos se habían puesto desde
que la plaga que asolaba el planeta de nuestro protagonista había hecho acto de presencia.

 

Nuestro protagonista sacó las monedas

y las dejó bajo la rendija que había

dispuesto tras aquella pantalla de

seguridad que el chino había colocado.
Al recoger las monedas Fran observó

que llevaba guantes de látex. Desde

el primer momento de la irrupción de aquel puñetero virus nuestro

protagonista había notado que los dueños de
comercios orientales eran quienes más precauciones tomaban. Según había oído porque en su país
ya habían lidiado con otras pandemias en los últimos años y trataban el asunto con más seriedad y
además desde la experiencia. Pero los guantes, que en un primer momento usaba todo el mundo
en aquella situación habían desaparecido de circulación. Ver al chino con ellos le recordó lo
incomodos que eran y lo difícil que resultaba quitárselos bien. Además las autoridades sanitarias
habían decidido suprimirlos porque la gente no los manejaba correctamente, con lo cuál su uso
se volvía contraproducente. Fran se decidió a preguntar al chino:

¿Oye, los guantes son necesarios?Bueno, yo usa, polque siento más plotegido. Pero hay que aplender utilizar. Si digo verdad yo 
visto aquí muchas cosas no hacen bien con efelmedá.¿Sabes qué dicen al respecto los médicos y científicos de tu país?Ahí mucho más estlicto.De todas maneras yo siempre hago caso gobierno ¿Quiere guante? Yo tiene.No, muchas gracias, solo era por estar informado.Tu no pleocupa, al menos lleva bien mascalilla. 

Aquella apreciación hizo a nuestro protagonista salir más tranquilo de la tienda, pero el asunto de
los guantes seguía inquietándole. Suponía nuestro hombre que mientras durase el virus nunca
podría estar relajado del todo.

lunes, 13 de septiembre de 2021

Ni en tiempos de pandemia.

 


Nuestro protagonista entró en aquella tienda y procedió a una de las rutinas de la
pandemia que afligía a su planeta, el untarse las manos de un gel desinfectante que
desde hacía poco más de año y medio estaba presente en todos los establecimientos. Había
locales donde el citado producto se mostraba en su propio frasco, lo que a veces con el
manoseo de los clientes y los restos del mejunje derivaba en una capa pegajosa poco
agradable alrededor del mismo. Otros comercios, normalmente los de más posibles, tipo
grandes cadenas comerciales o restaurantes de alto standing, lo disponían habitualmente
en dispensadores automáticos. De este tipo era el lugar donde había entrado nuestro héroe.
Acercó las manos y el surtidor no se puso en marcha. Volvió a probar y nada. Finalmente
le dio un golpe, que Fran consideró pequeño y proporcionado a la situación, y el milagro
se obró. El cacharro comenzó a soltar el producto en y no había manera de que se parara.
Debajo del mismo se estaba formando un charco de hidrogel bastante aparente. Los nervios
de nuestro protagonista, que intentó pararlo llamaron la atención de los encargados de
la tienda:

Caballero, se ha pasado usted un pelín.Lo siento, es que no salía...¿Cómo va a salir si se carga el aparato? —preguntó aquel reponedor con un tonillo que dejaba 
entrever que era uno de esos elementos de la sociedad tan amargados e insignificantes que en cuanto 
tienen una mínima posición de poder se crecen hasta límites inverosímiles.No, oiga. El aparto ya estaría roto porque he puesto las manos debajo y no soltaba el líquido.¿Cómo que no soltaba si está el suelo lleno?Bueno, de verdad, no quería. Si pudiera lo limpiaría...Limpiarlo no, tendría que indemnizarnos a todos por joder la higiene de todo el establecimiento.O ustedes indemnizarnos a los clientes por tener unas medidas que no funcionan —respondió Fran y
 salió a la calle.Es inútil que huya, le advierto que tendrá noticas nuestras.
 Entonces Fran se volvió y le respondió:
No, noticias suyas no volveré a tener. En cuanto se pase este incidente usted volverá a ser el
 último mono al que nadie hace casito. 

La pandemia, como comprobó Fran, seguía produciendo personajes de esos que se creen los gestores
de la sanidad pública. Como la vacunación parecía estar avanzando pronto desaparecerían de la escena
y tendrían que buscarse otra escusa. Pero era realmente molesto que a las dificultades de esa situación
anormal hubiera que sumar los humos de cuatro mindundis creciditos. Estaba claro que para dar todas
las hostias que haría falta a quien las merecía no se podría descansar ni en situaciones de emergencia
sanitaria.


miércoles, 8 de septiembre de 2021

La torre de los siete jorobados.


La verdad es que es muy curioso ver estos recursos, que luego se han explotado hasta la saciedad, en fase cuasi embrionaria ―comentaba nuestro protagonista.

Aunque no es quizás lo mejor que haya de este género hay

que verlo ―respondió Juan Gordal.

Estaba nuestro protagonista disfrutando por primera vez de

La torre de los siete jorobados, un título de culto del cine de

su país, conocido por todos, y del que muchas veces había oído

hablar, pero que no había visto hasta entonces. Basada en una

novela fantástica previa, nos mostraba la ciudad
donde vivía nuestro personaje hacia finales del siglo XIX,

cuando a un joven aficionado al juego se le aparece el fantasma de un eminente historiador e

investigador, el cuál le anticipa los números que saldrán premiados en la ruleta. Pero a cambio le

pide que proteja a su sobrina de un gran peligro que la acecha. Tras entrar en contacto con la

sobrina, el joven Basilio, que así se llama el aficionado al juego, comienza a enamorarse de ella y,

sobre todo, a tener conocimiento de la existencia de una antigua ciudad fundada por los judíos que

se escondieron para evitar la expulsión decretada en el siglo XV. La ciudad esconde secretos, poderes

y saberes que van escapando al control de Basilio y envolviéndolo en una trama de suspense y

aventuras bastante lograda.

La estética se inspira mucho en el expresionismo del cine alemán de la época previa ―comentaba 
nuestro personaje.La ciudad es una virguería para este momento y más en España  ―respondió Juan.Y ha conseguido que todos tengan un aspecto muy característico.De culto, Fran, tiene auténticos fans.Y yo creo que ha influido bastante en Álex de la Iglesia, por ejemploEn todo el cine fantástico posterior, Fran.Bueno, pues ya he reparado la falta que era no haberla visto. 

Ficha de la película, aquí.

lunes, 6 de septiembre de 2021

Cada paso es un mundo.

 


¡Qué agradable era de pronto el simple acto de respirar! Tras año y tres cuartos de pandemia, nuestro protagonista por fin podía, de acuerdo con las autoridades sanitarias, quitarse la mascarilla en exteriores cuando no hubiera gente cerca de él. Aquella calle vacía era un buen lugar para ello. De pronto el aire de la ciudad era lo mejor que había sentido en mucho tiempo, a pesar de que según las últimas noticias estaba más contaminado que antes. Con frecuencia se comenta que las cosas pequeñas no se valoran hasta que se pierden, pues se dan por garantizadas. Imagínense, pues, el respirar con normalidad. Sin embargo en el bar donde había quedado con Carolina Gordal y Alvarito las cosas cambiaban. Un interior con una concentración de gente relativamente alta pese a que el local limitaba su aforo y su espacio disponible era un lugar de mascarilla obligatoria. Nuestro protagonista se la colocó y se dirigió a la barra:

Ponme una cerveza, por favor.
¿Cómo? No te he entendido ―respondió el camarero.
Cerveza ―repitió Fran.Sigo sin oírte.

Nuestro protagonista se dio cuenta de que debía volver  a quitarse la mascarilla, y con la boca más 
despejada su voz se oía y se entendía mejor. Pero el camarero le dio una reprimenda, en tono correcto 
y amable pero vergonzante:

Aquí tienes, pero no te quitas la mascarilla cerca de la gente ¿vale? Y tenla cerca por si tienes que 
volver a ponértela.

Entonces nuestro protagonista localizó en el bar a su hermana y cuñado y sedirigió a su mesa. Tardó un

tiempo en quitarse la mascarilla después de lo que le había pasado con el camarero. Carolina y Alvarito se lo recordaron.

Es una pesadez esto de estar pendiente. Era mejor ir todo el rato enmascarado como antes
 ―comentó Fran.Pues tienes suerte ―respondió Carolina―, porque antes hemos estado en un sitio donde querían 
que la llevaras hasta mientras estás sentado y solo te la quitaras para beber.Bueno, habrá que pensar que estamos un poco más cerca de la normalidad. Pero vaya trajín cada 
paso que se da hacia ella.