viernes, 19 de febrero de 2021

Otro producto que gestionar.

 

 

Ayyaestáisaquíquebien
dejadmequevoyadesinfectar
lapuertavosotrospasaosa
lavardesinfectarosy
lavarosqueestoes
asuntomíoybuscadme
eldesinfectantequeyasé
muybienloquetengoquehacercuando
llegáisaversielbichoasquerososeva...

 Así recibía Doña Marta Palacios a cualquiera que entrase en la casa de los Gordal Palacios en los
 últimos tiempo de la pandemia. Ya saben que desde que flotaba el virus que tenía sumido en la 
excepcionalidad el planeta y la ciudad de nuestro protagonista, cada vez que se volvía de la calle 
había que dedicar un largo tiempo a la tarea de dificultar entrar en casa al patógeno. Hacía unas 
semanas Doña Marta había asumido la labor de limpiar los objetos como la puerta y enseres que
 salieran a la calle para aligerar a Fran y Juan la pesada tarea de la limpieza.De acuerdo, mamá, pero déjame pasar. Ahora mismo no quiero ni que me toques —respondía 
nuestro personajePasahijopasaperoayúdameabuscareldesinfectantequenoloveolonecesitoporquesinoelvirusvaa
entraryotengoquelimpiarlapuertaynoestáelcacharritotodoslosdíasseperdeynosoycapazdeencontrarlo
echadmeunamano...Ahora no podemos, tenemos que lavarnos nosotros —decía Fran.Ayhijosnuncaqueréisayudarmeymiraqueyoestoyaquíparalimpiarnometoquéismiscosasqueluego
nohayformadeencontrarlasyatodoestolapuertasiguesinlimpiaryaquíhaymilesdebotellitasperolaque
buscono...

 Mientras todo esto salía de boca de Doña Marta nuestro protagonista acabó la pesada tarea de 
lavarse manos, cara, gafas, echarse gel... y su madre frotaba la puerta con limpiasuelos.Mamá, ese es verde pero no es el desinfectante.Ayhijonosolonomeayudasennadasinoquemeponestrabaspuesconalgohabráquehacerestoyonosé
comolovamosahacerperoquenoentreaquñielbichoasquerosoaversimedanhorayaparavacunarmeque
nohaymaneradequesepase...

 Nuestro protagonista encontró el famoso desinfectante en la bolsa de envases para reciclar que 
seguía casa día tirando la familia. Apuntó que al día siguiente, día de compras, habría que traer 
otra botella.Cago en la leche con la pandemia y su productitos —exclamó.Buenoyoloprefieromilvecesalamascarillaquenomeacostumbroallevarestonohayquienloagunatey
nomevacunanelbichoasquerosoesunapesadezqueobligaacosasmalísimasloimportanteesquelapuerta
estálimpiaperoyomeahogo...Sí, sí mamá, te comprendo.


Mascarillas y autoestima.

 

 

¿Quieres la cabeza para el caldo?
 —preguntó la pescadera a 
nuestro protagonista.Esteeeeeeeeee... Sí, 
por favor —contestó 
Fran sin apartar de su 
cabeza lo que le rondaba.

 Nuestro protagonista estaba 
haciendo las compras que le tocaba cada cierto tiempo y había observado que aquella mujer tenía 
problemas con el nuevo adminículo que la situación de pandemia imponía desde hacía ya tiempo,
 la mascarilla. Le había visto intentar colocársela varias veces pero se le volvía a caer, seguramente
 tenía una goma floja o era poco adecuada por su tamaño. Y le sabía mal decírselo en su trabajo. 
Al cabo de un rato un reponedor del supermercado donde todo ocurría pasó cerca. La chica le hizo
 una petición lógica:¿Puedes traerme una mascarilla nueva?Bueno, pero tendrás que pagarla. ¿No te da vergüenza llevar la napia fuera tanto tiempo?Cóbramela al hacer caja si quieres, pero tráemela.

 Mientras tanto nuestro protagonista pagaba por el paquete de pescado que había recogido, aquel 
empleado volvió con un paquete de mascarillas y ofreció uno a la pescadera.Tengo las manos llenas de pescado. ¿Puedes ponérmela tú?No, mira, yo tocar lo que llevas para parar los gérmenes no. Apáñatelas.
 
 Lo último que vio nuestro protagonista antes de irse del establecimiento fue a la pescadera darse 
un agua en las manos como pudo y luego pasar grandes dificultades para con las manos mojadas 
abrir el paquete, procurar que no le cayera una escama dentro colocársela... Y al mencionado 
reponedor descargando una furgoneta y con la nariz fuera. ¿Y tú no eres contigo tan tiquis miquis ni tan exigente como con tu compañera? —le preguntó.Es que estoy haciendo un esfuerzo y respiro mal.Estoy seguro de que la pescadera podría decir algo parecido —respondió Fran.Bueno, pero yo estoy trabajando.

 Fran se fue, pues no tenía ánimos de discutir, pero lo cierto es que ese individuo, al menos el rato 
que él le había visto, no había hecho más que pasearse por el súper y reñir a los demás. Y ni siquiera
 le quedaba el consuelo de no darle su dinero, ya que la pescadera también comía de él. Pero estaba 
claro que las mascarillas no solo protegían la respiraión de la gente, sino también la autoestima de 
algunos, habitualmente los mismos resentidos y cobardes que en tiempos normales vigilan colas, 
obras, etc para afear conductas. 
 

viernes, 12 de febrero de 2021

De La Hoya Whitaker: hasta se pasan de buenos para cierto público.

 

 

¿Pues te puedes creer
que yo no había visto 
este combate, Fran?
Con dificultad pero sí. 
Nadie lo ha visto todo. 
Vaya pelea. Reñida y 
discutida y entre dos 
tíos controlando distancias, 
con técnica... No a palos.

 
 Ambos hermanos habían
 encontrado un video de la pelea
 que en 1997 enfrentó al gran 
Óscar De la Hoya , sin duda una
 de las últimas superestrellas del deporte de las doce cuerdas con Pernell Sweetpea Whitaker, su 
antecesor como gran icono del pugilismo mundial. Cabe recordar que no son pocos los aficionados 
que precisamente los ponen incluso por encima del gran Floyd Mayweather precisamente porque no 
eludieron ningún enfrentamiento La pelea empezó con dominio del espalda mojada Óscar De La
 Hoya. Además desplegaba una velocidad que a Whitaker se le estaba atragantando.

 

No sé si será la calidad de
video de los 90, pero te juro 
que a ratos ni veo a De La
 Hoya pegar.
Y Whitaker no sabe qué hacer.
 Igual aquí estaba ya un poco 
de vuelta.

 
Así siguieron hasta que en el sexto 
asalto De La Hoya pareció confiarse y
 querer acabar el combate rápidamente. 
Y aquí los contragolpes de Sweetpea le
 pusieron por primera vez en ciertos problemas. De La Hoya se fue
 a su esquina con cara seria, y quizás si Whitaker hubiera pegado 
un poco más duro ( la pegada nunca fue su fuerte) el púgil de ascendencia mexicana estaría 
en un problema. 
Creo que Whitaker estaba más cómodo a la contra. Lo que pasa es que como a De La Hoya
 le dejes llevar la iniciativa te machaca ―observó Juan.
El caso es que parecía que esto iba a ser un paseo y no tanto.

 En efecto la segunda mitad del combate mostró a un De La Hoya más cauto y a Whitaker poniéndolo
 en apuros en no pocos momentos. Incluso el púgil hispano tuvo que escuchar una cuenta de protección
 tras caer en el noveno asalto. Al final la pelea acabó en las cartulinas, y estuvo más dividida de lo que
 se hubiera pensado en un momento. Los tres jueces se la dieron a De La Hoya, pero hubo quien 
discutió.

Yo creo que justo, uno se va a la decisión con otra imagen, pero la primera mitad del combate ha
 sido muy clara para De La Hoya ―dijo Fran.
Yo tampoco sé si tan clara. Lo que está claro es que el combate me ha gustado. Muy competido, 
y no entre dos brutitos, dos que sabían lo que hacían.
Y a lo mejor por eso no hubo revancha: demasiado técnico para los americanos atontados.
Bueno, dejémoslo en que fue un combate recomendable.

 Y ya conocen ustedes cómo va el boxeo en este blog. Un combate, y más si es competido merece 
su opinión. Y como siempre les dejamos verlo para formarse su parecer.  Véanlo aquí y opinen. 


Record de Óscar  De La Hoya, aquí. 
Record de Pernell "Sweetpea" Whitaker, aquí. 

Para comprar sus botas en tiempo pandémico.

 

 

Por fin aquella tarde
 iba a poder nuestro 
protagonista hacer 
una compra necesaria 
pero que había ido 
postergando por 
diferentes motivos: 
iba a comprarse de una vez  unas botas que serían su calzado habitual. 
Las zapatillas que había usado como repuesto desde que las anteriores 
reventaron habían mostrado en los días de lluvia que se había abatido sobre su ciudad el 
motivo de que no fueran su primera opción para cubrir sus pies: aquel día que llegó con
 los pies entumecidos y con restos de humedad le habían movido definitivamente a tomar
la decisión y actuar deinmediato sobre el particular.
Ya ves tú, encima te has gastado el dinero que había para eso en otras cosas. Ahora tienes que
gastar más ―le dijo Juan Gordal.
Bueno, pero había que hacerlo. ¿Y si vamos a la tienda aquella que vimos cerca de Vallecas?
Tenían buen calzado y parecía barato.
De acuerdo. Total, pasamos por Vallecas cuando los índices pandémicos estaban disparados en
ese barrio no creo que perdamos nada.
Ambos hermanos se pusieron en marcha y se ciñeron las mascarillas que seguían siendo obligatorias
 mientras los efectos de la vacunación que parecía traer el principio del fin de la pandemia no surtiera
 su efecto. Cuando llegaron a la tienda observaron que las botas estaban en una pared muy específica 
de aquel establecimiento, y el precio supuso un gran alivio para nuestros protagonistas.
¿Me las puedo probar, por favor? ―preguntó nuestro héroe.
Desde luego ―dijo con amabilidad el dependiente ―. Eso sí, tendrás que ponerte estas fundas
en los pies.
Nuestro hombre frunció el ceño, pero comprendió que mientras el virus que afligía el planeta no
 remitiera el todo eso era necesario. Procedió, se la puso, dio una vuelta con aquellas botas... Sí, se
 las iba a llevar. Cuando se quitó la funda de plástico del pie el mismo dependiente le trajo una 
papelera llena de fundas similares, dedicada sin duda a ese desperdicio específicamente. Fran seguía 
aún sorprendido por aquella medida, cuando legó a la caja. Pagar solo veinte euros cuando esperaba
 gastar entre cincuenta y sesenta le levantó el ánimo. Juan le preguntó: 
¿Entonces recomiendas esta tienda? 

Fran llegó a la conclusión de que aunque las medidas de protección le molestaran en 
necesarias y de hecho las cumplían allí mucho mejor que en otros establecimientos que
 había visto. Y el precio era bueno. El diagnóstico era claro:
Desde luego, animo a todo el mundo a comprar aquí y a ayudarlos en tiempos duros.


miércoles, 10 de febrero de 2021

Generación pandemial.

 


Fran observaba en aquel cruce
 a aquellos dos niños, de unos
 diez o doce años, uno aparentaba
 ser mayor que el otro. Daban 
vueltas de forma extraña a una 
farola buscando encontrarse de 
frente o rozar la mascarilla 
de uno con la del otro. Porque 
llevaban mascarillas de 
protección frente a la plaga 
que acosaba al mundo donde
 vivía nuestro protagonista. 
Y esto debería haber sido una 
pista para que Fran entendiera 
al primer golpe de vista aquel juego. Por fin, el más mayor, tras lograr rozar levemente
 su mascarilla con la del que Fran suponía que sería su hermano gritó: ¡Hala, contagiado!No vale —contestaba el pequeño—, me había puesto la vacuna.

 Fran reprimió una risa al comprender a lo que jugaban los dos infantes. Después, aunque por un
 lado le parecía agradable que los niños siguieran teniendo ganas de correr y divertirse, se 
estremeció pensando que aquella generación estuviera haciendo su diversión de imitar el contagio 
pandémico. Más aún, para ellos la mascarilla era una prenda más con la que se estaban criando. Y
 seguramente el gel, la distancia, etc. Por otro lado, pensaba Fran, si él se equivocaba y los dos 
niños no eran hermanos, aquel juego podía tener consecuencias muy graves. Sin duda sus padres 
debían explicar unas cuantas cosas a aquellos chiquillos, pero probablemente cuando más les 
prohibieran bromear con el virus más lo harían. Todos conocemos la mente de los infantes. El 
caso es que la pandemia que tenía aterrorizado, tenso y en muchos casos encerrado al mundo 
donde vivía nuestro héroe empezaba a cambiar, como veía Fran los usos y costumbres más básicos. 
No se atrevía a pronosticar si tendrían más o menos conciencia de los peligros del mundo, pero 
desde luego aquella generación, al menos aquellos dos representantes de la misma, habían 
introducido nuevos hábitos. Pensaba aún en esto al llegar a su casa cuando Juan Gordal quiso 
enseñarle algo en el ordenador:Mira, Fran, no sé qué pensar de este video. Mira esta niña inglesa.

 Nuestro protagonista observó en la pantalla a una niña de muy corta edad que en cuanto veía 
algo semejante a una caja cuadrada, como podía ser la caja de cables de una farola, un enchufe etc,
 corría a meter sus minúsculas manos debajo y frotarse.¿Entiendes lo que intenta?Sí, se quiere echar hidrogel.Pobrecilla, al menos ni recordará esta época.Bueno, igual así se pierde una diversión —dijo nuestro protagonista.



sábado, 6 de febrero de 2021

Y esto sigue ahí.

 


Puesyoyaestoyhartadel
bichoestequelamascarilla
metienefritaaversilavacuna
vabienyseacabayala
cosaestaporquedesde
luegonohayformade
hacernadayoestoydeseando
ponermelavacunaaversiacabo
tancontentacomoesaseñoraquesalióentodaspartes...
Así de ilusionada estaba Doña Marta Palacios con lo que se había anunciado como el principio
del fin de la pandemia que afligía desde hacía ya más de un año al planeta de nuestro protagonista.
La ciencia había sido capaz de encontrar varios métodos de vacunación que en apariencia
terminarían con esa época tan oscura.Luego organizar las campañas para su administración y capear
los intereses de las grandes farmacéuticas que las creaban era otra. Fran también estaba esperanzado,
pero entonces puso la radio y oyó que los Juegos Olímpicos ya aplazados el año anterior amenazaban
con no poder celebrarse tampoco en su nueva fecha. No avanzaban tan rápido las cosas como a todos
les gustaría en el planeta de nuestro héroe.
Bueno, Fran. Dice el COE que les han asegurado que los juegos serán en su momento —le comentó
Juan.
Sí, aunque no se yo si unos juegos sin público, sin ceremonias, etc serán dignos de tal nombre.
Además están hablando de que no va a haber tampoco Semana Santa. La verdad es que el año de la
vacuna no se diferencia del de la enfermedad.
Y el Atleti va primero pero no tiene público.
Mientras se pueda, porque el fútbol también va a nuevos positivos por día.
Míralo. Lo que más te preocupa es que el Atleti se quede sin la liga que va ganando.
Te lo creas o no yo firmo ahora mismo quen el Atleti quede sexto y el mundo se libre de esto.


En las semanas siguientes se iban anunciando suspensiones de los acontecimientos más diversos: los
sanfermineses, ferias comerciales... Además en el fútbol también Joao Feliz, una de las estrellas del
equipo de nuestro héroe dio positivo de la enfermedad pandémica. Fran constataba una vez más que
no era tan fácil librarse de aquella plaga.
Tranquilízate el Atleti sigue adelante —le comentaba Juan Gordal.
Ya digo que lo cambiaba porque acabara el virus.
Ya, pero vas a tener una cosa y otra.
Exactamente. Y que muchas vacunas, calores, frío...pero esto sigue igual.