jueves, 23 de febrero de 2023

Cab Halloloco

 

 

Pues tiene golpes muy
buenos, muy propios 
del autor, por ejemplo 
lo de que es el vaquero
 más rápido al oeste 
del Pecas, los 
movimientos supersónicos... Cosas muy de Superlópez —comentó 
nuestro protagonista al leer Cab Halloloco, el western parodia de Juan López Fernández, más
 conocido como Jan.Pero dice el propio Jan que nunca tuvo del todo claro el concepto.Igual si hubiera durado más tiempo...

Cab Halloloco se escribió en los primeros 80 e iba a ser una tira periódica en la revista Jauja, creada
por algunos dibujantes díscolos de Bruguera, descontentos con la situación que se vivía en esta
editorial. Como buena parte de la obra de su creador, parodiaba los héroes clásicos, en este caso a
través de la figura de un vaquero tan valiente y rápido con su arma como manazas y corto de
entendederas. A lo largo de las pocas páginas que se realizaron llegaron a pasar todos los elementos
típicos del western: saloons, damiselas, nordistas, sudistas, indios, mercaderes embaucadores
vendedores de aceite de serpiente... El protagonista Cab siempre estaba dispuesto a desfacer entuertos
pero solía meter la pata dando lugar a situaciones muy cómicas.

Se hizo muy poco, Fran. Ya has visto que Jan mete ahora una historieta complementaria cerrando
 tramas para llenar el álbum.Pero es tan expresivo y tan gracioso como siempre. Como esa historieta donde se hace un café y 
se enfadan con él los indios por hacer sin saberlo señales de humo ofensivas.Y las gracias sobre la rapidez al desenfundar, con ese que dispara más rápido que el sonido del arma.Recuerda un poco a lo de Luky Luke, otra parodia del western, que era más rápido que su propia
 sombra.Y dice Jan que le valió para pulir su estilo, que se dio cuenta de que hacía muy grandes las manos.Bueno, quizás tiene más de valor el conocer la obra del autor, pero yo sí me alegro de tenerlo.Sí, lástima que acabara tan pronto. 

La escalera nunca está ocupada

 

 

Puesyahemosllegado
Franvoyallamaral
ascensoraversino
estáocupadocomo
elotrodíaquede
verdadyonosé
algunosquéhacen
conélmecuesta
avecesdiezminutos
omásesperarpero
alfinalpuedosubir
despuésdemucho
intentarlo... ―dijo al volver a casa Doña Marta Palacios.Deberías subir a pata como yo, que es más sano y nunca están ocupadas ―respondió nuestro 
protagonista.Buenohijoyotengolasrodillascomolastengoynohayformadesubirporahíyanolohacíaantesimagínate
ahoraademásparaquévaunoacansarsecuandoencasitodoslossitioshayascensoresseráporalgoyason
ganasdecomplicarse...Bueno, mira. Doy al botón y yo subo a pie ―sentenció Fran y apretó el botón del ascensor.

Nuestro protagonista se encaminó escaleras arriba y apretó el paso lo que pudo hasta que a la
altura del descansillo del primer al segundo piso se dió de bruces con un vecino que bajaba de
espaldas.

Lo siento ―dijo el vecino―. Es que estamos cambiando los muebles.Tranquilos, bajen ―contestó Fran.

Los dos vecinos arrastraban un enorme sofá que costaba girar entre los tramos de la escalera.
Fran se apartó y esperó varios minutos, hasta que se dio cuenta de que tendría que usar el
ascensor. Lo llamó y se acordó de Doña Marta que ya debía llevar un buen rato esperando en
casa. Al abrir la puerta contó su peripecia.

Ayhijopuesyavesloqueestabaocupadoeralaescaleramiraquébienhellegadoyotúhastardadomucho
másytehascansadoperohassubidopeoryavesquealfinalhastenidoquecogerelascensorcomohacetodo
elmundonadiesubeandandosinoesporobligación...―respondió Doña Marta.Bueno, mamá. Es un caso particular. Normalmente no bajan muebles.Siperoyonodependodeelloyloquetúmedecíasesquelasescalerassiempreestabanlibresyavesquenoes
asíqueavecesbajanmueblesopasancosasademásunosecansanohaymaneradeseguirmanteniendoqueel
ascensoresmejor...Lo que faltaba, que encima pase algo que te reafirme en tus postulados ―concluyó Fran. 

miércoles, 15 de febrero de 2023

El arroz y los caprichos.

 


Fran observaba orgulloso aquel arroz que había preparado. Era muy pronto por la mañana, pero
lo hizo así para que Juan, que entraba a trabajar a la una del mediodía, pudiera comer antes. Allí,
a las diez y media de aquel día, nuestro protagonista sonreía satisfecho de su obra.

Bueno, Juan. Con mucho gusto te he dejado
esto hecho.
Muchas gracias, Fran, pero igual para
 vosotros eso es comer muy pronto.Siempre podremos calentarlo o hacer algo.Puesyodesdeluegonopiensocomeralasdoce
ymediaademásvamosairahoraalparqueyno
vamosaestarencasayonoséparaquéhaceslacomidaahorasiJuantienequesalirquesehubierahechoélloque
quisieraconlobienquesehacomidosiempreelarroz...―intervino Doña Marta PalaciosMira, no m vengáis con tonterías. He hecho lo que teníamos en casa, y Juan puede comer. Punto.
 Venga, vamos al parque.

Fran y Doña Marta salieron y pusieron en orden varios asuntos pendientes y papeleos. Doña Marta
disfrutó mucho del sol y al volver comentó a nuestro protagonista:

SiesqueesprontohastaahorayonocomohastaquenovengadesutrabajoCarolinaaverporquéhastenido
quehacerlosituhermanopodíacomerotracosayademásnoteníaisporquéhacerelarrozhoyporlomenos
habrácomidobien...Eso era lo principal ―insistió nuestro protagonista.

Fran seguía contento de su iniciativa, y más aún cuando en el portal, madre e hijo se encontraron a
Juan, que ya partía a su trabajo.

Muy bueno el arroz, Fran ―le dijo.Ya sabía yo, Juan. Vete contento.

Así de ufano estaba nuestro protagonista hasta que abrió la puerta y se dirigió a la cocina. Allí
estaba la paella intacta. Fran gritó de rabia:

¿¡Y para qué coño dice que estaba bueno si no lo ha probado?!Buenohijoloimportanteeraquecomieratúhashecholodebidoélsabrásinohaqueridoahoracreoque
teníasrazónaunqueahoratendríamoshoraymediamuybuenaparahacerloperoyanoesnecesariocreoque
acertasteapesardetodo...―respondió Doña Marta Palacios.Bueno, está bien. Entonces, ¿comemos nosotros?TodavíaesmuyprontohijoahoravendráCarolinayovoyaesperarlanomevacomercadaunoporsulado
prefierocalentarlocuandovengatuhermanaquesinocomernosotrosdossolosesmuytristecuandosomos
unafamilia...¡Jodeeeeeeeeeeeeeeeer! ―dijo Fran―. Bueno, está bien, esperaremos.


Y así madre e hijo se

pusieron a ver la tele,

a leer y avanzar

diversas tareas durante

hora y media.
Empezaban a tener

hambre y Carolina no

llegaba.

Tengohambrehijono
sécuantomáspuedetardar
tuhermanaperoestoy
decididaaesperarlanopuede
tardarmuchoademásesttátodohechonohaynadaquepodamoshaceresperaremosagustoporqueellaviene
ysomosfamilia...―dijo Doña MartaYo sólo digo que le doy un cuarto de hora más. Si no viene pongo el arroz.

Fran observaba nuevamente la paella rabiando de ver que la comida que había preparado se
había quedado fría y seguramente peor de lo que podría estar. Por fin vino Carolina.

Ayhijamenosmalquevienestehemosestadoesperandotenemoslacomidahechatúnoveníasperoahora
vamosacomerlostresqueesunaalegríamuygrandetuhermanolohahechotodoparaquepudieracomerJuan
yaestá hecho...―peroraba Doña Marta.No teníais que esperarme, mamá. Muchas gracias ―contestó Carolina
Bueno, lo dejaremos ahí. Voy a calentar el arroz ―dijo Fran pensando en poner por fin en la
mesa su creación.
¡Huy, arroz! Ya sabes que yo no como eso. Mejor me hago una tortilla.

Eso desató definitivamente la ira de nuestro protagonista.

¡Me cago en la leche puta! Cuando me puse a planificar la comida, podríais haberme dicho que 
cada uno saldríais con una gilipollez. ¡Idos a la mierda!Fran, siempre ha sido así. Yo no como eso, es como  harina ―continuó Carolina.¡He hecho una paella! El primero se ha do sin probarla vete a saber por qué, la segunda la ha 
dejado enfriarla y la tercera es gilipollas. No dan ganas de haceros nada.Buenohijoyomelatomoponlaacalentaryaunquetuhermanaestátontayolatomaréquesomosfamilia
ymuchomehjorestoquecomercadaunoporsuladotodosteloagradecemosmiraloquehaysabemosquelo
hashechoconcariño...Pues la próxima vez os diré con cariño que os vayáis a tomar por culo ―sentenció Fran 
comprobando cómo su arroz se había quedado frío e inservible. 


 

Punch y Judy

 


Míralo ―dijo orgullosamente Juan Gordal de su recortable de Punch y Judy― ¡Es que es de 1896!
Es una maravilla.

 

Fran lo observaba con curiosidad y admiración,

pero también con el temor de ver muy cerca de
aquella construcción de papel tan frágil un montón de cacharros, líquidos y otros objetos.

Está muy bien, Juan. Pero creo que deberías devolverlo a su caja y llevarlo a casa con sumo 
cuidado ―respondió nuestro protagonista ―. Estamos en un puñetero bar, y si se abre cualquier
 botella o saltan cualquier burbuja se va a joderLe voy a hacer una foto. Estoy pensando en donde ponerlo en mi cuarto para que luzca. Voy 
a moverlo un poco para sacarlo mejor.¡Cuidado con esa esquina que roza la tónica! ―gritó Fran.

Juan enderezó la posición de aquel teatrillo y lo colocó en el centro de la mesa, encima del cuenco
donde el camarero había servido las aceitunas de la tapa.

Joder, Juan, acabas de dejarte 70 pavos en esa pieza de coleccionista y parece que quieras perderla
 de inmediato.Ya lo guardo, ya.

Cuando Juan guardó por fin su teatrillo en su caja, y esta en la bolsa, un camarero rozó el paquete
levemente. Juan gritó:

¡Cuidado con esto, que es delicado!Perdón, señor, no me di cuenta.¡Pues hay que darse! Igual ya no vuelvo aquí si son ustedes así de torpes.

 Nuestro protagonista observaba sorprendido cómo su hermano exigía mucho más esmero a otros 
del que había tenido él mismo. Mientras apuraba su cerveza pensaba en el largo camino que aún 
les quedaba para volver. Como haya la más mínima aglomeración se va a montar una masacre 
que sí va a ser digna de Punch y Judy concluyó para sí. 


jueves, 9 de febrero de 2023

Una nave espacial oculta

 


Nuestro protagonista llegó a aquella parte de la ciudad apurado. Desde hacía un buen rato se estaba
aguantando las ganas de ir a servicio. Antes de acudir a su entrevista decidió pasar por el enorme
centro comercial que le pillaba de camino a aliviar su vejiga. Entró en ellos y vio el clásico cartel de
los dos muñequitos que indicaban el camino de los baños. Los siguió y llegó al frente de una pared
con un enorme espejo. No había más camino en esa dirección. Después de unos segundos de
desconcierto volvió para atrás y miró a ver si había seguido bien las indicaciones. Tras varias veces
de dar vueltas intentando seguirlos se dio cuenta de que tendría que preguntar a un dependiente.

Es en esa dirección ―le dijo aquel hombre.
¡Pero si eso da a una pared! ―respondió Fran.No, párese un momento delante, ya verá.

Nuestro protagonista volvió ante la pared y se detuvo. En un instante el espejo de delante de él giró
sobre sí mismo y dejó entrever un pasillo con unas extrañas luces. Desconcertado Fran avanzó por
aquel pasillo hasta llegar al urinario que era un extraño pivote de metal con un agujero. Después de
vaciar toda la carga de sus riñones buscó la cisterna. Entonces se dio cuenta de que funcionaban con
una célula fotoeléctrica. Algo similar ocurrió con el agua para lavarse las manos. Una vez más
calmado se dio cuenta de que toda la estancia era de un blanco luminoso, que uno tenía la impresión
de estar rodeado de luz entre aquellas paredes. Aquel lugar, se dijo nuestro protagonista parecía
casi una nave espacial de una película futurista, más que unos lavabos. Impresión que se completó
al salir al pasillo y ver un extraño robot de limpieza barriendo los suelos. Nuestro protagonista dudó
si abrir la puerta de salida, ya que tenía la impresión de que iba a dar al espacio exterior y
descomprimirse, pero no se quedó parado mucho tiempo ya que, recuerden, la puerta se abría sola.
Fran volvió a mirar el espejo exterior y se alejó del lugar. Igual he descubierto una base alienígena,
se dijo. Pero más valdrían unos servicios menos rimbombantes.



Juan ya no embiste

 


Míralo. ¿No es bonito? ―dijo
 Juan Gordal sobre los dos Dibujos
 de Enki Bilal que colgaban 
orgullosamente de su pared.Desde luego, yo he sido el 
responsable.
 

Nuestro protagonista hizo

aquel comentario con intención

de que su hermano rabiara, pero

este, sorprendentemente lo

recibió muy bien. Para sorpresa

de Fran asintió y se lo agradeció:

Desde luego, sin tu marco esto no hubiera sido posible.

Sobre esos dibujos los dos hermanos habían llegado al acuerdo de que Fran comprara un par de
marcos para la colección de su hermano, saldando de paso un favor anterior. El menor de los
hermanos había cedido gustoso, pero atribuirle el mérito del asunto era excesivo.

Juan, tú has buscado el cuadro, has decidido donde ponerlo, has buscado la forma de que
 resaltara... Yo sólo he puesto 20 euros en un marco que, por cierto, también has escogido tú 
―comentó Fran.Pero tú has ayudado a tu hermano.¡Me cago en la leche, Juan! Yo no he hecho nada.


Aquí nuestro protagonista se dio cuenta de que, paradójicamente, quien estaba perdiendo la
paciencia era él cuando había ido a intentar picar a su hermano. Cambió de táctica:

Pues la verdad es que Bilal no me gusta mucho. Preferiría un Marvel.
Pues es verdad. Voy a buscar algo de Thor y pagas tú.

Fran se mesó las barbas pensando que estaba perdiendo facultades. ¿Sería posible que su hermano
ya no se tomara tan enserio el cómic? Habría en el futuro que buscar otras formas de hacerlo rabiar.



domingo, 5 de febrero de 2023

La batalla de la lavadora

 


¡¿Pero qué haces?!

¡¿Cómo se te ocurre

volver a lavar?! —dijo

Carolina hecha una furia.


Fran, sorprendido por

la fuera de la reacción de

Carolina se quedó un rato absorto. Luego procedió a explicarle lo que creía obvio:

Todos los días se cambia uno de ropa.
¡Se cambia de camisa y calzones, no hecha a lavar pantalones y jerseys! Todo lo que hay siempre
en el cajón de lavar es tuyo.

 Fran se quedó un minuto en blanco digiriendo aquella información. Había llevado aquellos 
pantalones y jerseys más tiempo del que quería. Pero Carolina le acusaba de hacerlo cada día. 
Aún más sorprendido se quedó cuando intervino Juan Gordal:Fran, lo que haces con la lavadora es una locura. Encima echarás a lavar también las sábanas y
 el pijama.¡Coño! Lo hago cada cuatro días!Hijoyonoséquehacesperoesosiemprelotienesocupadonohaymaneradequeyoechealavarlomíotú
dimequiéncambialassábanascadacuatrodíastodoloquehacesesgastaraguaycoparnoslalavadoraaver
sitequitaslamanía...—se sumó Doña Marta Palacios.Fran, te lo decimos todos, será por algo —concluyó Carolina.

Ante esta avalancha Fran tuvo que desistir de su idea. Pero se preguntaba cómo era posible que
su familia le afeara el preocuparse de su ropa. Más aún acusándole de lo que no había hecho,
cambiarse de jersey cada día. ¿Tendré que llevar un registro?, se preguntaba.

 

Niños y compras

 


Nuestro protagonista se apartó para dejar sitio a aquel padre de familia que empujaba
un cochecito de los de niños gemelos. El padre se lo agradeció y cuando pasó, Fran se
dio cuenta de que sólo uno de los dos puestos del mismo llevaba un bebé. El que debería
ocupar su hermano estaba lleno de productos, seguramente de la compra. Se quedó absorto
un rato pero continuó su camino. ¿Sería siempre así, o ese hombre había hecho eso por
necesidad de hacer la compra? Y si era así, ¿qué había pasado con el otro hermano? Todo
esto pensaba Fran cuando de un establecimiento de 24 horas vio salir a una mujer cargad
con cuatro bolsas. Pensó si podría llegar sola a su casa con esa carga encima. Necesitará
tener dos gemelos para hacer la compra, pensaba nuestro personaje. Posteriormente vio a
otra mujer más joven con un niño de corta edad que le pedía insistentemente que le dejara
llevar una de sus bolsas. La madre se negaba diciéndole que no podría con ella. Cuando
Fran llegó a casa comenzó a descargar y ordenar la ropa que había comprado. La extrajo
de la mochila y con cuidado procedió a guardarla en sus cajones. Mientras les buscaba
sitio el resto de la familia llegó y se puso a hacerle los comentarios típicos en
aquella situación.

¿No te han dado una bolsa? —le preguntó Juan Gordal
Tú me has enseñado, Juan, que debe uno llevar siempre una mochila para estos menesteres. Dos
 pantalones y una camisa cabían allí.Sí, es verdad. Aunque se te puede arrugar es mejor eso que llevar una bolsa.Sobre todo si uno no tiene críos.¿Qué quieres decir con eso? Créeme, he visto que son muy útiles para llevar la compra. Deberías tener uno.Cállate, no te oiga mamá.

 Entonces llegó Doña Marta Palacios temblorosa y jadeante con un carro de la compra lleno.Ayhijoquépesadezestoperobuenoaquítengocarnepatatasverduracongeladospandetergentepapeles
devariostiposestodomuypesadoperonoiréalacompraenvariosdíasahorahayqueguardarlotodoenla
nevera...¿Ves? Dale un nieto a mamá.Nunca entiendo de qué me hablas, Fran —sentenció Juan.