jueves, 29 de julio de 2021

El mejor cuarentón posible.

 


Cuarenta años. La cifra asustaba. Más aún en los tiempos en los que estaba viviendo nuestro protagonista ese acontecimiento, en los que todo lo relacionado con la cuarentena estremecía. Se miraba en los espejos y se veía mejor que la mayoría de cuarentones que conocía. Pero... ¡40 años! Pensaba en que a esa edad ya era muy difícil encontrar nada en lo que pudiera considerársele joven, salvo quizás para morirse y que eso, obviamente, no le apetecía. ¡40 años! Y no había logrado aún ni hacer grande Atrox Galaxy, ni ganar mucho dinero, ni tener a su familia bien y feliz... ¡40 años! ¿Aquel mechón canoso que ceñía su frente era más evidente que hacía solo unos días o era su percepción? ¡40 años! Bueno, no era como antes, solo unos días antes había visto la felicitación del Real Betis Balompié a su jugador Joaquín que de hecho, cumpliendo la misma edad estaba en uno de los mejores momentos de su carrera, pero...¡40 años!


Bueno, Fran —dijo Carolina que lo había sacado unos días de Madrid a modo de regalo— Hay gente
que tiene mucho peor aspecto que tú siendo más jóvenes.

Pero solo buscar ese consuelo ya acojona —respondía Fran.
Venga, cuñado, felicidades, que en la playa ahora luces resultón, como Mitch Buchanan, que tenía
más o menos tu edad. Y Samuel L. Jackson tenía la mía en Pulp Fiction y no es posible molar más.
Pero yo no estoy rodeado de super mujeres, y además ya me siento raro viendo a las veiteañeras.
Bueno, pues mira a las de treinta, anímate.

Lo cierto es que en general Fran estaba fuerte, con ánimos, y era cierto que muchos se asombraban al
saber su edad real pero...¡40 años! Seguían pesando. Pero a lo largo del día recibió las llamadas
características del primo Mario, de Marcelo, de sus tías... Todos felicitándolo y

explicándole en algún caso cómo cobrar sus regalos. Y entonces vio claro que

con esa gente todos los años que vinieran serían pocos, que había que seguir, y que

todavía tenía muchas metas que cumplir en su vida.

Bueno,pues veamos a ver si es cierto que la vida comienza a los cuarenta—dijo.

Eso es cuñado, ahora vas a comer un pescadito frito de aquí y...

¡Eso! Y cazón. Y boquerones. Y navajas. A por otros cuarenta, que tengo que conseguir la mansión

de Atrox Galaxy rodeada de superchavalas de la mitad de mi edad. No logré ser el mejor

veinteañero ni el mejor treintaañero. A ver si logro ser un cuarentón tipo Samuel L. Jackson o tipo

Clint Eastwood y no tipo el Bukowsky.



miércoles, 14 de julio de 2021

Joshua Buatsi - Daniel dos Santos: Exhibición de una estrella singular.

 


Está claro que es muy bueno —dijo nuestro protagonista observando a Joshua Buatsi infligir su
tremendo K.O. A Daniel dos Santos.
Hombre, desde que es profesional no ha hecho más que subir.

El boxeador británico de origen ganés estaba

yaen el semipesado. Exponía el título mundial

del semipesado de la WBA. Dos Santos, un

púgil valiente, pero quizás algo tosco no tuvo

ninguna oportunidad ante el londinense. En el segundo asalto Buatsi ya lo había puesto de rodillas.

No se puede ni comentar, es que sencillamente es superior —había comentado Fran.
Sí, pero le falta un rival importante y eso le va a pesar.



Los siguientes asaltos fueron

solo una exhibición de

superioridad, pero también

de paciencia del
africano, esperando

el momento oportuno

de superar la cerrada

defensa del francés. Este llegó en el
cuarto asalto, y con ello Buatsi dejaba claro que venía a por todas en el semipesado y que encontrarle
rivales en esta categoría será difícil.


No sé yo si el Canelo si vuelve a subir podría ser un oponente. Es muy bueno pero está cómdo en el
supermedio.
O igual Buatsi sube al pesado. Mira, que no ha acabado.

Y es que aparte de su boxeo, Buatsi también era famoso por ser muy respetuoso con sus rivales. Como
de costumbre se aseguró de que Dos Santos no tuviera ningún daño grave y no se alegró en exceso
hasta que se recuperó. Posteriormente, mientras el francés lloraba inconsolable por su oportunidad
perdida fue a consolarlo.



Con esto exagera un poco, eso a veces le desluce —dijo Juan.
Sí, pero incluso es mejor si en lo que es exagerado es en esto. Me encanta Buatsi.
Bueno, pues a ver si lo vemos consolar al Canelo, aunque no creo.


Como siempre que nuestro protagonista analiza el boxeo, aquí tienen un video de los mejores momentos

para formarse su opinión. Disfrútenlo.


Record hasta el momento de Joshua Buatsi, aquí.

Record hasta la fecha de Daniel dos Santos, aquí.

Las mismas sandalias.

 


Joder, tengo los pies en carne viva —dijo nuestro protagonista al vestirse de casa en aquel día de
verano
Pero Fran, ¿cómo aguantas eso? Tira esas sandalias.
No recordaba yo que rozaran tanto. Son las mismas del año pasado.
Ayhijonomeasustesqueconlospiesyosiempreheteidomuchosproblemasnomedigasqueahoravastuy
losheredasquenohayformadeestarbienconesounavezqueaparecenlosproblemasyquemiraqueyohe
intentadotodoparasuperarlo...—intervino Doña Marta Palacios
Mamá, son solo rozaduras, en unos días se me habrán pasado.

Nuestro protagonista se volvió a poner con su indumentaria de verano de pantalones cortos y
camisetas sus botas en vez del calzado ligero que solía llevar en esa época del año. Las sandalias
las dejó unos días aparte preguntándose si podría volver a ponérselas. Lo cierto es que esas mismas
sandalias las había llevado anteriormente veranos enteros sin el menor problema. La situación actual
era como mínimo desconcertante. Con las botas sentía los pies como cocidos, pero sin rozaduras.

¿Y otras sandalias no serían mejores para eso? —preguntó Juan.Hasta que no se me sequen las rozaduras no lo sabré.

Pasaron dos días y el pie de nuestro protagonista había sanado del todo. Se olvido de volver a ponerse
las sandalias. Se había vuelto a acostumbrar a las botas, pero sentía cómo sus pies se envolvían todo el
día en el sudor, era como tenerlos en un barreño de agua caliente.

Pero ya no quieres volver a ponerte las andalias, hermano. Píllate otras —insistió Juan.
Es que no quiero gastarme dinero ahora en eso.
Buenohijoperoyoaquítengounascremasyremedioscontraloscallosytepuedopedirhoraparami
podólogoqueseguroquetehaceunacuraconsalesyevitaráqueestovayaamayoresqueamímehadejado
lospiessiemprebien...—dijo Doña Marta.

Fran pensó en su madre y sus problemas, y ante la perspectiva de unos pies como los de su progenitora
se decidió:

Sí, habrá que pillar otras sandalias.


El tomillar en casa.

 


¡Pero mamá! —dijo Fran asombrado—. ¿Cómo traes otro bote de tomillo?
Pueshijoesquevoyahacerunconejoynecesitaunas
hierbasnopodemosdejarloasíelconejosinuntoque
decamponovabienhetenidoquetremediarlosinoelconejonotienesaboryentonceshetenidoquebajar
rápidoatraer...
Mamá, ayer Juan estuvo juntando todos los sobrecitos que teníamos y
llenó tres botes grandes. Has traído justo lo que no hacía fálta.
Buenhijopuesesonopidepanahoraechoelrestoahíy
yairemossacandoparaelconejoelcorderoytodoslosasadosquepongamosyasítenemosparavariosdíasnovolveremos
airapormáshierbasqueyatenemosynosvaaservir...
Tendrás que acordarte de no traer más.

Fran echó una ojeada a aquella estantería llena de botes de tomillo. También había muchas
otras especias, pero ninguna en la cantidad de la hierba citada. Pensaba nuestro
protagonista que tendría que estar una semana entera sin comer más que asados para dar salida
a todo aquel tomillar.

Si por lo menos fueran semillas podríamos poner un huerto —comentó Juan.
Nos va a salir uno aquí. Nos va a entrampar como siga acumulándose.
Quenohayparatantohijosquedentrodeunaspocascomidastodoestosehaacabadofijaosquenoserátan
importantecuandoencuantosalgodeaquísemeolvidaademásmiradcuantoleheechadotieneunsabor
buenísimo...
Solo te pido, mamá, que no traigas más.
Hijoquecosastienesparecequenohicieramásauetraertomilloyosololotraigocuandomeocupodela
cocinaquecadavezesmásdetardeentardeysiempremelamontáisporunasoporotraspuesnovoyatraer
másenmeses...
Eso espero, mamá, que nos sale por las orejas.

Sin embargo, una semana más tarde Doña Marta decidió preparar un estofado y antes de
prepararlo volvió a ir a la compra... ¡y a traer tomillo!

Pero mamá, si te hemos dicho mil veces que no traigas tomillo, que hay a toneladas aquí
en la cocina —volvió a decir Fran
Ayhijopuesyopensabaquenecesitabaalgoquedieragustoalestofadoymehetraídoestabolsitapara
aliñarelguisoporquesinonosabeanadanomegustaaunquetenemostomateguisantesajoymuchasotras
cosasperosinelaliño...
Habrá que pedirle que traiga yo que sé, romero —pensó nuestro protagonista.
Cuidado, que entonces nos pone una pradera de romero en casa —intervino Juan.
Al menos cambiaremos de hierba.


lunes, 12 de julio de 2021

Un libro en desgracia.

 


Mira, Fran. Por fin lo he encontrado. Y está barato, a 8 euros. Lo voy a pillar —dijo juan Gordal en
aquella librería vieja.
Bueno, es tu dinero, pero...—contestó Fran, dudando al final.
¿Pero qué?
Que ya lo tienes aunque esté algo ajado.
Me gusta mucho, Fran lo quiero bien.

 Ambos hermanos llevaban unos cuantos días hablando de Pórtico la novela de Frederick Pohl. Como se ha comentado, Juan llevaba unos días lamentándose del deterioro de su ejemplar, y pensaba reponerlo. Pero Fran no lo veía tan claro y salvo que fuera a cinco euros o menos no pretendía gastar en ello.

 El mayor de los hermanos adquirió el nuevo ejemplar y henchido de satisfacción volvía a casa contando a su hermano las excelencias de la novela, aún más después de que Fran le confesara no haberlo leído. La mezcla de ciencia ficción, aventuras, crítica... Fran atendía, pensando si lo leería o no, y en lo que él hubiera gastado en ese libro. Más adelante los dos hermanos encontraron otra tienda de libros usados. Fran encontró algo que prefirió callarse, pero su hermano lo vio:

¡No me jodas que aquí lo tenían a 4 euros!
Eso me temo Juan, aunque tu edición es seguramente mejor —respondió nuestro protagonista.
Pero si es la misma. En fin, vamos a casa que me estoy cabreando.


Fran intentó calmar a su hermano dándole conversación, invitándole a una cerveza, alabando su edición. No hubo manera, pero Juan insistía en que no podía dejar de reponerlo. Llegaron a casa y poco después de cenar Juan se propuso leer su adquisición.


Fran, ¿donde lo has dejado?
¿Yo? ¡Pero si lo traías tú!
Qué buscáispuedoayudarosaversilohevistodecirmequéeshabláisdeunlibronoporquehevistovarios
sobrelamesillaperoyohecogidounonosésiseríaelquequeríaisyoestoyleyendootronosécuálqueréisaversi
vaaserunopequeño...—intervino Doña Marta Palacios.
Mamá, por favor, dime que no has tocado Pórtico —balbució casi Juan.
Nohijoeseloteníastútiradoalapuertadetucuartoyyosiempreprocuronotocarnadatuiyoaunqueme
parecíaqueestabamuymalyhabíapensadoendarloenlabibliotecayonosésitúloqueríasonoperosinsaber
yonotoconada...
Mamá, ese era el viejo. ¿Dónde está el que he traído?
Mejor que no lo encuentres, Juan, que parece que ese libro está maldito.



sábado, 3 de julio de 2021

Deflación.

 


Holahijosaquítraigo

geldemanoshetraído

muchoporqueestaba

enofertaaquítodavía

esnecesarioque
aunquetodos

estamosvacunados

menosFranseestáextendiendootravezelbichoasquerosoaversisevadeunavez...—dijo Doña Marta Palacios.
Pero te has traído cuatro botes, no sé yo si usamos tanto —contestó nuestro protagonista.
Yatehedichoqueestabaenofertaasíquemeheaprovisionadobienqueeranecesarionoquedabaperoes
quealatercerapartedeloquehallegadoaestarquemeacuerdoenlosmesesmásdurosdeestocuandonohabía
formadeconseguirmascarillasnigel...


 Lo que decía la matriarca de los Gordal Palacios encajaba en lo que nuestro protagonista llevaba
 varios días viendo en diversos programas y diarios: los producto pandémicos, tipo mascarillas, gel,
 guantes de látex, etc estaban bajando de precio. La pandemia que había sufrido  el planeta donde 
vivía nuestro protagonista llevaba un tiempo yendo a menos, seguramente por efecto de las vacunas,
 y consecuentemente la enorme producción de estos enseres, que se había disparado durante la plaga 
no tenía ya la misma facilidad de salida. Eso determinaba su abaratamiento.

Bueno, estará bien tener de más, pero a ver si ya no tenemos ni que gastar todo el gel que has traído,
 que esto parece que va bien.
PuesnoséquédecirtehijoqueestamañanahablabandelaIndiaydeunpicoquehayenBarcelonaeneReino
Unidoestorepuntanoséyosinonosalegramosdemasiadoprontoaunquenadiequierequitarselamascarilla
másqueyo...

Esto también se oía en el planeta de nuestro protagonista en los últimos meses: aunque de momento
la situación estaba controlada, nuevas variedades de aquel virus y el relajamiento de la gente en las
medidas de protección amenazaban aún con dar un disgusto.

Pues entonces lo dicho, mejor tener remanente a mano. Ojalá no haya que usarlo.





Peores que los críos.

 


Era imposible no ver a aquel personaje. Con media melena rubia teñida, una camisa 
de flores y un bronceado tan llamativo que era muy poco probable que fuera natural, ese individuo parecía un luchador de Pressing Catch. Tras tirar una lata en una papelera, aquel espécimen, al cual se le notaba por su aspecto un nada despreciable poder adquisitivo empezó a pedir algo a las personas que pasaban a su lado. Cuando Fran llegó a su altura comprendió lo que buscaba:

No tendrás una mascarilla, ¿verdad? —dijo el sujeto con un acento pijo muy evidente.

Tras negarle nuestro protagonista aquel complemento se lo pidió a dos personas más, hasta que un chico de unos 20 años le dijo de malas maneras que era él quien debía cuidarse de no salir en tiempos de pandemia con el rostro descubierto. El chaval fue quizás un poco rudo en su forma de decírselo, pero Fran compartía la idea y sospechaba que las otras cinco personas que había en aquella acera también. Otro transeúnte le dijo que había justo unos metros más adelante una farmacia, que ahí podía comprarla si se le había roto o estropeado la que llevaba. El pijo aquel, de un nivel de posibles bastante evidente, sin embargo, no parecía dispuesto a gastarlo en aquel adminículo indispensable. Antes prefirió mendigarla por la calle hasta que sorprendentemente, una niña de unos diez años sacó de su mochila un paquete de mascarillas y le proporcionó una.

Gracias, chiqui. Eres superguay la única que ha querido servirme —dijo el individuo aquel dando otra vez una exhibición de dejes de adinerado estúpido. 


Y con su corta edad más responsable que tú, pensó nuestro protagonista, que sentía un enorme deseo

de emprenderla con aquel individuo, de cogerlo de una oreja, y obligarle a pagar la mascarilla a la

pequeña, y al doble del precio de fábrica. Desde el principio de la pandemia la capa más alta de la

sociedad donde vivía nuestro protagonista, vergonzosamente estúpida y lamentablemente rica, había
demostrado un desprecio por toda norma de contención o higiene preocupante. Además, muchos
tenían la sensación de que por ser quienes eran, las autoridades no se sentían capaces de meterlos
en cintura. Ahora una niña pequeña debía pagar por la estupidez del Pocholo aquel. Pero la verdad es
que aunque Fran pensaba aquello, solo el veinteañero que había visto antes había respondido al ser
aquel. ¿Era nuestro protagonista, él mismo, permisivo con aquel tipo de gente? ¿Se estaba haciendo
mayor? En cualquier caso era agradble a tenor de lo visto que parecía que las generaciones más
jóvenes que él eran responsables como la pequeña que le cedió una mascarilla, y parecían dispuestos
a defender lo suyo, como el veinteañero. A ver si ellos son capaces de meter en cintura a estos
indeseables, pensó.