jueves, 28 de julio de 2022

El relevo en la pandemia

 

 

No me lo puedo creer
—dijo nuestro protagonista 
viendo aquel informativo.Todavíaestabaaquíelbicho
asquerosoesteylamascarilla
queyoestabadeseando
quitarmeyquemenos
malquemelapuedoquitarenelparqueyenlacallequeenelsupermercadoaúntelahacenllevary
enotrossitios
igualquetienequevenirotracosaconestodelosmonosamolestaryyonoestoydispuesta...
 

Seguramente si el anuncio que estaban dando en las noticias lo hubieran hecho cinco años antes
todo el mundo se lo hubiera tomado a risa, pero es que sin haber acabado aún de irse la pandemia
que había afligido durante tanto tiempo el mundo donde vivían nuestros protagonistas, otra
enfermedad, la viruela de los simios, conocida popularmente como «viruela del mono» amenazaba
con volver a sumir dicho planeta en el caos. De momento la alerta no era tan grave como la del
primer virus, pero ya andaban haciendo recomendaciones, de momento dirigidas sobre todo a los
hombres homosexuales de que redujeran su número de parejas.

Parece de coña. Como si en nuestra familia hubiera algún homosexual, y como si pudiéramos
 follar menos de lo que lo hacemos —dijo nuestro protagonista.Se ve que los gays le dan al fornicio bien —comentó Juan—. Igual lo hacen por eso.AyhijosquécosastenéispuesyonotengoganasahoradeotracosaymiradelSIDAquetambiénempezaron
conquesiloshomosexualesyyaveishastadondellegóynohemossalidodeunayyaestamosenotranosécómo
podéisreiros...A mí ese tipo de alertas, como dice mamá, me recuerdan a los 90 y el SIDA —terció Carolina.Encima eso. Se cabrean los maricas con el anuncio —dijo nuestro protagonista.Y dicen que en Europa nadie tiene más casos que España —añadió Juan.Bueno, lo más normal es que esto se pase sin excesivos problemas. Pero parece mentira que no
 podamos estar tranquilos ni yéndose el COVID.


Depositar pilas en tiempos postpandémicos.

 


Aquel día se encaminó nuestro protagonista al depósito de pilas del supermercado de
su barrio con una bolsa llena de baterías gastadas. Entró en el local y se puso a
buscar el depositorio. No lo encontró. Pasado un rato preguntó al reponedor de
supermercado:

Está aquí, bajo el gel hidroalcohólico. Y no olvides
desinfectarte las manos.

Una vez más la superación de la pandemia que había afligido el planeta de nuestro héroe
mostraba ese largo y cansado ritmo de retirada, donde uno se olvidaba de toda
medida hasta que un hecho puntual le recordaba que seguía bajo la amenaza de un
virus potencialmente letal. Los geles seguían a disposición del público y parecían
necesarios para entrar en ciertos lugares, pero así como aún las mascarillas
permanecían en la mente de la población, untarse las manos de gel era un gesto del
que ya casi nadie se acordaba. Además, eso conllevaba dificultades para realizar
tareas cotidianas, como el reciclaje de las pilas.

Por lo menos podrían ustedes poner los depositorios en un lugar más visible hasta que 
declaren el fin de la pandemia —sugirió Fran.Puede ser, pero igual ya la próxima vez que lo necesitas ya no es necesario el gel.No se fíe usted, llevamos con que si se va la pandemia o si no casi n año.Nosotros seguimos las normas.

Fran volvió a su casa con las manos aún embadurnadas del gel y una bolsa de limones que
había cogido en el supermercado tras tirar las pilas al contenedor. Al llegar se lavó las manos
durante un minuto, como se hacía en los momentos de más riesgo. Y mentalmente recordó
cuantas medidas de protección podían seguir vigentes o no en aquel contexto, ya que ahora
era cada vez más difícil recordarlo.

domingo, 24 de julio de 2022

Un cumpleaños en mejores condiciones

 


Nuestro protagonista se despidió de aquel trabajo, en el cual se había desempeñado los
últimos días. Tras haberlo pasado mal en los últimos tiempos, al menos iba a ingresar
algo de dinero. Al final parecía que por fin sus largos periodos de inactividad eran
cosas del pasado. Y miró los años que cumpliría al día siguiente. Era una edad respetable.

He tardado demasiado tiempo en encontrar algo que supiera hacer ―dijo.
Buenohijositúnotienesnadaquehacermiraatodoslosquehansufridoenfermedadesloqsquehancaído enadiccionesolosdisapacitadostodavíatienesrecorridoytushermanosyyotevamosadarelmejor cumpleañosposible... ―comenzó a decir Doña Marta Palacios.Ahora tienes en tus manos una posibilidad de trabajar y ganar dinero. E incluso si quieres
 seguir intentando crear tu Atrox Galaxy o ganarte la vida con la historia, ahora al menos puedes
 comer de algo mientras tanto.Yo lo que tengo claro es que no quiero volver al agujero en el que me caí.Pero mírate, si por primera vez en muchos cumpleaños tienes dinero propio y tienes un rumbo
 a seguir. Ahora vienen buenos momentos. Si te parece que lo has pasado mal, disfruta ahora 
―le dijo Carolina.Y yo te tengo preparado un menú para tu cumpleaños que te va a encantar ―dijo Juan.

Fran miró a su familia, los abrazó, y pensó que ellos eran la principal razón para alegrarse, y
en las cosas que ahora podría hacer por ello.

Y Samuel L. Jackson tenía bastantes más años que tú el Pulp Fiction y dime si es posible ser 
más molón ―respondió Juan.Eso me lo has copiado, pero claro que sí. Por muchos años más. 


martes, 19 de julio de 2022

Errol Spence-Yordenis Ugás: pelea con alternativas.

 

 

Le enterraron antes de tiempo, está
 claro —dijo nuestro protagonista 
viendo a Errol Spence pasar 
por encima de Yordennis Ugás.Y a Ugás también lo han inflado
 mucho ñor el tema político, me
 parece —respondió Juan.Desde luego Spence es muy bueno. Y 
por suerte para el boxeo, sus problemas no le han mermado.


Aquella pelea era muy esperada por los
fans, ya que el cubano Yordenis Ugás,
aparte de haber apoyado movientos en
contra del gobierno de su país, lo que
sin duda le había grangeado ciertas
simpatías no siempre recomendables,
estaba en franca ascensión tras su
última pelea frente a Manny
Pacquiao. Por su parte, Errol Spence
Junior, una de las estrellas del
momento del peso welter, salía
de una mala racha personal con un accidente de tráfico y un desprendimiento de retina. Aquella
velada Spence, como campeón WBC e IBF de la categoría, y Ugás, como campeón WBA, iban a
unificar el peso. Al principio la pelea fue pareja.

Pareja pero la superioridad de Spence era evidente —comentó Juan GordalNo tanto, era posible que Ugás apretara en cualquier momento.

 Ese momento llegó en el secto asalto, cuando el cubano logró colar un uppercut en la guardia 
de Spence. Llegó a tenerlo contra las cuerdas. Está claro que eso ha sido un golpe de suerte —insistía Juan.No lo niego, pero los golpes de suerte son parte del boxeo. Y para que lleguen hay que hacerlo bien.

Tras el descanso, sorprendentemente, Spence fue ya un torbellino. No paraba de conectar golpes
y había conseguido dañar el ojo derecho del cubano de modo muy llamativo. No hacía más que ir
a peor, hasta que en el décimo asalto, el médico paró la pelea. Así pues, Spence lograba unificar tres
cinturones de la categoría.

Llámalo como quieras, Fran —comenzó a decir Juan—. Si has tenido la pelea también y no lo 
has aprovechado, es que no eres muy bueno.Vale, a ti ya ha quedado claro que no te gusta Ugás, pero la pelea ha sido buena y con alternativas. 
Y Spence ha demostrado su valía.

 ¿Y ustedes qué piensan de esta discusión? Como siempre en este blog, les ofrecemos  al menos
los mejores momentos del combate para que se formen ustedes mismos su opinión. Aquí lo tienen:

Récord de Errol Spence Junior, aquí
Récord de Yordenis Ugás, aquí

viernes, 15 de julio de 2022

Un objeto imposible

 


Como muchos acontecimientos anuales, el Orgullo gay había dejado de celebrarse durante
los dos últimos años para evitar las concentraciones de gente que podían facilitar la
propagación del virus. Aquel año volvía a celebrarse y su ambiente se notaba en comercios
y calles. Juan, Carolina y Francisco Gordal se encontraron toda la ciudad llena de
banderas y otros artículos.

Seguro que muchas tiendas y comercios lo agradecen. Además ahora viene mucha más
gente —comentó Juan Gordal.
Aunque algunos n saben ni colocar las banderas. En esta tienda, por ejemplo, han puesto la
 bandera arcoiris con el violeta arriba —dijo nuestro protagonista.Bueno, la intención queda. Lo que veo que tienen mucho éxito son los bolsos de bandera 
arcoiris. Igual pillo uno —dijo Carolina.Se ha normalizado mucho, ya van hasta niños pequeños y familias sin ningún problema, de
 modo que píllatelo si quieres —comentó nuestro protagonista.

Aparte de todo, Fran pensaba en que cualquier acontecimiento, del tipo que fuera, levantaba el
ánimo sobre esa pandemia que se negaba a marcharse del todo. Observó artículos del orgullo en
un kiosco: chapas, camisetas, platos de cerámica y...

Joder, mascarillas —dijo nuestro protagonista.Bueno, las ha habido de todos los temas.Pero no sé si os fijáis en la paradoja: las mascarillas eran para cuando estos acontecimientos 
no se podían hacer. Y de ese color son para el día de hoy.

Los dos hermanos dieron vueltas al razonamiento de Fran y cayeron en la cuenta de que
efectivamente ese objeto, era cuando menos insólito.

Bueno, como tú has dicho se ha normalizado mucho este tema. Igual las han llevado durante 
la pandemia —dijo Carolina.Y todavía no se ha ido del todo, si quieres una, píllala —dijo Juan.No, gracias. Yo no quiero merchandising de esto.¿Ahora eres homófobo, Fran? —dijo Juan Gordal.¡Idos a la mierda! No, me parece muy bien la fiesta y todo, pero yo no...Vaya intolerante estás hecho —añadió Carolina.Bueno, vamos a dejarlo aquí —sentenció Fran.

miércoles, 6 de julio de 2022

La mascarilla crepuscular

 


Observaba en aquel tren nuestro protagonista las noticias del día, entre ellas lo que parecía ser una
nueva oleada de la pandemia que había afligido su planeta. Fran ya había perdido la cuenta de cuantas
veces les había embestido aquel virus miserable, pero el periódico le sacó de dudas: aquella que
parecía estar viniendo era la séptima. Intentó recordar algún acontecimiento de cada una de ellas, pero
solo recordaba el devastador golpe de la primera, con el confinamiento domiciliario y las muertes
masivas, la segunda y tercera con diferentes medidas según las cifras de ingresos hospitalarios subía o
bajaban, y que en algún momento se habían emprendido las campañas de vacunación, que parecían
haber disminuido el riesgo de enfermar de gravedad. Sin embargo nuevas variantes de aquella plaga
estaban resurgiendo y parecían sortear la vacuna Lo más sorprendente en este nuevo embate era que el
virus parecía haberse ido. La gente llevaba tiempo haciendo vida normal. Hasta las mascarillas
habían dejado de usarse con tanta frecuencia como antes. Fran estaba perplejo pensando en esto,
cuando un revisor le preguntó:

Caballero, ¿tiene usted mascarilla?

Entonces nuestro protagonista cayó en la cuenta de que la relajación en las medidas de protección
le habían hecho olvidar que iba en un transporte público, uno de los últimos lugares donde esta
prenda protectora era necesaria. SE asustó porque de hecho había habido ya días en que había salido
de casa sin ella. Si en el único lugar donde era preceptiva no la llevaba no sabía cuáles podían ser
las consecuencias: abandonar el tren, multa... Pero al meter la mano en su bolsillo se alivió viendo
que sí la tenía.

Sí la llevo, perdone el descuido.Está bien.

Y de forma así de contundente cayó nuestro protagonista en que sí, el virus seguía ahí. Habría que
extremar las precauciones para no cometer infracciones justo al final o, peor aún, enfermar ahora.
Parecía mentira cómo uno podía olvidar lo más elemental.



 

Verano ¿postpandémico?

 

Faltaban pocos días para que volviese el Tour de Francia, uno de los espectáculos
deportivos anuales más seguidos por nuestro protagonista. Aquel Tour había sido
bautizado por algunos como el primer Tour post pandemia. Las restricciones para el
público casi habían finalizado pero los corredores debían someterse a pruebas de
detección y se habían dado otras medidas no obligatorias, pero que se recomendaban
a los equipos.

Pues será que yo no tengo ni idea, pero veo que es mucho más probable que se
cuele el virus entre todos los que están a los lados que entre los corredores dijo
 nuestro protagonista.Ahoraestáviniendolaséptimaoladicenaverquépasaestonoseacabanuncayoyaestoyvacunadapero
tuveunepisodiodefiebreycarrasperadegargantaquenosésitendráqueverahoraencimadsicenquedelos
monosperosienelTourcontrolantanto...—comenzó a decir Doña Marta Palacios.Pues ha pillado bastantes positivos. Corredores como Sagan no están en la salida.Yo vacunado estoy, a ver qué pasa. Ahora, que parece mentira que el Tour nos siga recordando 
que esa mierda se resiste a irse.

Nuestro protagonista vio a la gente dando palmas y jaleando a los ciclistas en el podium y pensó
en si toda aquella gente tendría algún requisito para entrar. El año anterior la organización había
limitado las plazas de público asistente, pero este año no había oído nada nuestro protagonista.

Por lo menos, si quitamos que ahora hay también azafatos hombres se parece bastante a lo que
 había visto en otros Tours.Pueshijomañanavuelvenlossanferminesquetienetodoelmundomuchasganasdespuésdedosañosahí
nosédeningúncontrolsalvoyvatodoelmundocomoibanantesquéganastengodequeloponganenlatelevoy
averelpregón...—intervino Doña MartaJoder, mamá. Mal estaría un rebrote por el Tour. Pero por lo de correr delante de toros... En fin, 
que lo disfrutes. 


sábado, 2 de julio de 2022

Un pequeño boquete

 


Nuestro protagonista se sentía seguro y confiado en aquella cena. Los Gordal Palacios
habían quedado con el tío Paco y la tía Maria Cristina para tener un ágape y hablar de
ciertos asuntos. La cena se desarrollaba n un local un tanto pretencioso que era muy
del gusto de los tíos de nuestro protagonista, y Fran se había vestido para la ocasión,
con unos pantalones que había reservado hacía días para que no se mezclaran con la otra
ropa ni se mancharan y con una de sus mejores camisetas de marca. De este modo se sentó
a la mesa confiado y convencido de que lucía señorial y apuesto. Sin embargo el ojo de
la tía Maria Cristina volvió a ejercer su costumbre y a resaltar un efecto que Fran no
había notado en su indumentaria:

¿Y esto que te ha caído aquí?
Fran observó aquella mota clara y sintió un jarro de agua helada derramarse sobre sus ánimos.
Intentó limpiarlo pensando que alguna miga o resto de aquella ensalada había caído en su camisa, 
pero era algo mucho peor.Es un agujero, Fran. Tienes que tener más cuidado de tus cosas —añadió su tía.

Nuestro hombre no supo qué contestar. Bien sabía que su ropa, con más razón aún la de las
grandes ocasiones, la tenía siempre a buen recaudo donde no pudiera sufrir ningún daño. Y
aquella camiseta no tenía tanto tiempo como para poder estar picada. Pero el boquete estaba ahí, y
aunque era tan pequeño que él no lo había visto hasta aquel momento, el fin de la vida útil de
aquella prenda era evidente. Pensó qué podía contestar.

Es que trabajo mucho, tía.No, esto es de que tienes poco cuidado de tus cosas —dijo la tía.Dejaenpazalniñoqueparecequesiempretienesqueestarhaciendolavidaimposibleaversinovaapoder
ponerseloquequieramiraquesehabíapreparadoparalaocasiónytienestúquevenirafastidiarleaversitodo
vaatenerqueestarasugusto...—intervino Doña Marta Palacios.Bueno, mamá, una cosa son sus ganas y otra que no pueda ir con agujeros en la camiseta —terció
 Juan.Yo siempre os digo cómo tenéis que arreglaros, pero no me hacési caso —afirmó Carolina.

Ya se ha montado el Belén, pensó para sí nuestro protagonista. Sintió que toda su seguridad y
determinación se habían ido por el retrete en un momento. Instintivamente se encogió.

Fran, tienes que ir más recto —le dijo la tía.¿Cuantas veces te digo yo eso, Fran? —preguntó Juan.

 Me temo que esto no ha hecho más que empezar, asumió nuestro protagonista.


viernes, 1 de julio de 2022

La pila

 

 

22 euros —dijo aquel dependiente
a nuestro hombre.

Fran sacó el dinero de su cartera y volvió a encontrar aquella molesta pila eléctrica
que desde hace días se le olvidaba echar al contenedor.. Parecía mentira, se decía,
de hoy no pasaba... Casi una semana hacía ya que había cambiado las pilas al mando de
la tele, y aquella pieza rondaba por su bolsillo. Ahora se acordaría de echarla al
contenedor la próxima vez que viera uno. Se puso en marcha y por fin apareció. Ahí
se quedaría esa pila. Sacó la cartera, buscó y... ¡No estaba! ¿Dónde había ido a parar
la pila de la discordia?¿Sería posible que de nuevo se le fuera a olvidar? Cinco minutos
revolvió entre sus cosas, se paró, un hombre llegó a preguntarle si podía ayudarle...
Pero no apareció. Se puso en marcha de nuevo hasta llegar a su casa, y allí, al dejar
lo que traía de la calle, al revisar sus bolsillos... ¡Apareció de nuevo la pila!

Si no supiera que es imposible diría que me toma el pelo —comentóBuenohijonoteobsesionesconesoloquetienesquehacereslllevarlasasusitioahoraestatetranquilono
teobsesionesechaalavarturopaqueyatehasvestidodecasamañanatelasbajasyahoraayudameapreparar
lacena...—le dijo Doña Marta Palacios.Creo que me las voy a bajar ahora mismo.Déjalohijoparaquétevasabajarahorasiyateibasaacostarytehabíaspuestodecasaytodoparaquévasair
simañanalaspuedestirarnormalmenteyvasabajarabuscaruncontenedorsinnadamásquehaceryatodo
estarácerrado...Me las bajo ahora, si no me olvido.

Así que Fran agarró la pila y se dirigió a la calle resuelto a perderla de vista
para siempre y se dirigió a la parada de autobús donde creía recordar que había un
contenedor. Al llegar a él comenzó a dirigirla a la ranura por las que las echaría,
cuando un coche cercano que pegó un frenazo le hizo perder la concentración. La pila calló
de su mano a la calzada. Poco después vio cómo un autobús la pisaba y la reducía
a un amasijo de hierros. Fran observó absorto desde la acera con cierto estupor. Pero
al final acertó a pesar en voz alta:

Hasta el final me han hecho la puñeta, pero ya la he perdido.