jueves, 24 de septiembre de 2020

El Antijoker.

 


El mundo y el país donde vivía nuestro protagonista había cambiado de modo radical el rostro de sus habitantes, ya que como repetidamente hemos comentado, las mascarillas para evitar la propagación de la pandemia que seguía afectándoles se habían convertido en una prenda habitual. Ya hablamos de que curiosamente, habían mutado en un objeto de merchandising y moda para sorpresa de muchos vivientes en dicho mundo. Las había personalizadas de miles de maneras, con símbolos de todo tipo, con estampados, con rasgos de personajes de ficción... Y si se colocaban mal daban impresiones muy extrañas del rostro del portador.


Era lo que pasaba con ese hombre sentado enfrente de nuestro protagonista en el metro. Llevaba una máscara con la sonrisa de el Joker, el villano de una popular ficción de superhéroes. ¡Pero la llevaba con lo de abajo arriba, y su rostro, que ya de por sí quedaría deformado normalmente, con ese error daba impresión de estarse fundiendo! Desde que aquel sujeto había entrado llevaba nuestro protagonista sin poder apartar los ojos de él, pensando en la muerte de los nazis al final de la película de Indiana Jones en busca del arca perdida, en leatherface, etc. Y no podía saber si también esto era lo que rondaba la cabeza de los otros pasajeros, pero sí notaba en ellos que volvían la cabeza, que lo observaban...


Y a todo esto, el hombre en concreto también parecía tener su peculiar pensamiento. En realidad daba la impresión de que también su mente era singular. Que estaba un poco ido, vamos: canturreaba a ratos, movía la cabeza de modo como espasmódico, intentaba limpiar las superficies del metro...Precisamente esto motivó que un hombre le dirigiera por fin la palabra:


No hagas eso, ya sabes que aquí viene mucha gente, y no vale de nada que llevas la mascarilla si recoges en tus manos los virus de todos.


El disminuido esgrimió una carcajada y dijo:


Pues ahora voy y me la quito y canto. Llevo mascarilla del Joker porque soy muy malo.



Nuestro protagonista ya pensaba en apartarse de la escena, pero el pasajero que le había avisado le sorprendió aún con una última réplica en la que demostró que sabía tratar a este tipo de personas:


No vas a hacer eso, porque la llevas del revés. Tú eres lo contrario que el Joker, eres muy bueno. Y no quieres que nadie enferme ¿verdad?

Ah, claro dijo el disminuido, y se quedó sumido en loque quiera que pasara por su mente, abrazándose a sí mismo y temblando.


Pues al final, pensaba nuestro protagonista, es verdad lo que decía precisamente el Joker: para que las cosas arden hay que aplicar la chispa adecuada. Cualquier situación hay que saber manejarla.

miércoles, 23 de septiembre de 2020

El misterio engordador.

 


Bueno, yo ya casi ni me canso haciendo los ejercicios dijo exultante Juan Gordal al acabar el entrenamiento casi diario que él y Fran se ponían.

Y yo noto que no me canso tampoco ni la mitad cuando entro en una cuesta o subo unas escaleras. Debemos estar en forma Añadió nuestro protagonista.

Pero tú sabes tan bien como yo que desde hace tiempo no se nota en la báscula.


Desde hacía unas tres semanas, nuestro protagonista se sentía feliz con sus capacidades físicas recién adquiridas. No hacía mucho que recordaba que subir cierta cuesta le suponía esfuerzos y sudores, y dos días antes se había sorprendido al entrar en el puesto de loterías que había en lo alto de esa pendiente y estaba completamente fresco. Además en los espejos se notaba más esbelto. Incluso juraría que tenía la sensación de notar que su vientre estaba hecho de menos tejidos. Pero tozudamente aquel aparato escupía su veredicto: 105 y 84 kilos. Los hermanos se habían estancado ahí y no había forma de bajar.



Yo no me explico que no se note nuestro esfuerzo ahí comentaba nuestro protagonista.

Porque hablábamos de que tampoco lo notamos ya en la tabla de ejercicios. Igual hay que aumentar el peso de las mancuernas.

No tenemos más "galletas". Así llamaban los hermanos los discos de peso de aquellas piezas.

Podríamos mirar a ver si se pueden comprar.

Y también hemos dejado de beber cervezas con alcohol. Y no está malo, pero el resultado sigue sin ser convincente.

Voy a pensarlo. Por cierto, mamá trajo unas galletas de mantequilla. ¿Quieres una?

No, gracias, para después. Ahora voy a hacerme un bocadillo de jamón. Guárdalo para después.

Mejor el queso ese que nos trajo carolina. Después a ver si se nos ocurre qué falla para que no perdamos peso.

Seguramente necesitaríamos tomar algo con más azúcar, que dicen que es el alimento del cerebro para pensarlo.


Y dicho esto, los dos hermanos se prepararon su merienda con la mayor de las intrigas, y pensando en lo bien que les iba ahora físicamente.

viernes, 18 de septiembre de 2020

Whyte-Povetkin, golpe de suerte en pleno confinamiento.

 


Esta es una de las razones de que nos guste el boxeo, Fran.

Y es justo digan lo que digan, porque por muy bien que dominaras el combate, lo que tenía que controlar era justo que no le pasara eso.


El británico Dillian Whyte y el ruso Alexander Povetkin eran las figuras más importantes del peso pesado en aquel momento si quitábamos a las dos que tenía en mente todo el mundo, Anthony Joshua y Tyson Fury. Aunque ambos habían pasado previamente por delante de Joshua y habían perdido, aquella noche se enfrentaban en Manchester aún sin público por el título WBC de la categoría, y todo estaba encaminado a que de nuevo Whyte pudiera enfrentarse al vencedor de la pelea que próximamente celebrarían Fury y Joshua para la unificación de los campeonatos de la categoría. Al empezar daba la impresión de tener todo bajo control, que Povetkin era sin duda un peligro pero que white podía controlarlo a base de boxeo y conocimiento.



Fíjate que ahí daba hasta pena ¿verdad? Por momentos recordaba al Povetkin que tuvo enfrente Joshua, precisamente ⸺dijo nuestro protagonista.

Y más adelante incluso más. Pero a un ruso de ese tamaño nunca se le puede tener lástima, ya lo has visto. Dos veces lo tiró en el cuarto.


En el descanso del cuarto a quinto nadie hubiera podido esperar que el enorme ruso, de 40 años y algo tosco pudiera recuperarse. Pero contaba con el arma más explosiva que puede contar un boxeador: una gran pegada. Con la precisión suficiente para sortear la defensa del británico, Povetkin colocó un uppercut demoledor que era iomposible resistir. Un golpe de suerte, pero una suerte buscada, y sobre el mérito de no haber avandonado cuando todo pareció torcerse.


Luego está el asunto de que se dice que ese golpe, el uppercut, siempre es más fallo defensivo del que lo encaja que al revés ⸺dijo Juan⸺. Pero yo sinceramente no sé cuál ha sido aquí el fallo de Whyte.

A lo mejor estar demasiado volcado. De todas formas, insisto, quizás es sorprendente, pero esta victoria también tiene sus barros para los lodos, y me sigue pareciendo justo.

Ya se verá quién es el mejor próximamente, que dicen que Whyte no tardó ni un minuto en pedir la revancha, y que quieren hacerla antes de fin de año. Yo esperaría a ver si puede haber público ya para entonces.


Seguramente los dos hermanos, como ustedes, no se la perderán, pero de momento, como siempre, este narrador les deja un video del combate para que juzguen y disfruten. ¿Creen que justo?



Record de Dillian Whyte, aquí.

Record de Alexander Povetkin, aquí.

Cosas que nadie más puede hacer.

 


Yahoraqueyaloteníasehacetodo

pequeñoyavestúconlofácilqueera

llamarporteléfonoyescribiren

papelparaquétenemosquehacer

estoquemetieneaquícuatrohoras

yparaquépondránunacosaquetehace

pequeñalaventana...⸺gritaba Doña Marta Palacios.

A ver, mamá, déjame echar un vistazo, a ver qué has tocado ⸺respondió nuestro protagonista.

Yonohetocadonadaesteordenadormehacelapirulacontínuamentecuandoyamanejabatodomelo

cambiasteisyahoranohaymaneradeusarestoconlobienquehacíayolascosasenelinstitutotenerqueestar

batallandoconesto...

Eso no es verdad, siempre nos hablabas de que habías perdido los datos y que nosabías meter las notas.


 Lo cierto es que no era nada extraño por lo que sabía nuestro protagonista que la gente de las generaciones más mayores tuvieran más dificultades con el ordenador y los equipos informáticos, pero lo de su madre, que llevaba desde que él era menor de edad intentando en vano aprender a manejarlos le parecía increíble. Además, Fran se preguntaba en qué podía estar el fallo o dónde podía tocar Doña Marta al hacer sus tareas, porque le ocurrían cosas que no le pasaban a nadie más: no era que se le fuera un espacio, que le saltara un renglón al escribir...Se abrían programas que nuestro protagonista ni sabía que estaban en el equipo o las ventanas se ponían en las configuraciones más extrañas. En aquel caso concreto, la vista en pantalla era de una ventana de internet abierta con la letra en formato diminuto. Esta vez era relativamente fácil, ajustar el tamaño en el navegador. Nuestro protagonista se dispuso a hacerlo, y su madre visiblemente ansiosa le preguntó:



¿Dóndetocas?¿Quéhayquehacersise

ponepequeño?Yonoséparaquéestáesoasíperotodoelratome

estádescolocandolaescrituraycadavezque

lotengoparecequeestometomeelpelo

peroparecequea

vosotrososobedece...

Mira, mamá, no puedo explicarte esto, porque es que, en condiciones normales, esto sencillamente NO PASA. Aprende a tocar las teclas normales y luego me meteré en tamaños de fuente, formatos y demás.

Yonoséquetendránqueverlasfuentesenestoyotepidoquemeayudesconelordenadorporqueyosabíay

mehabéisdestrozadotodoloquehehechoestosañosqueesimportanteyahoramehabéispuestoestoqueno

hayquienlomaneje.,..

Bueno,empieza, pon el cursor encima del icono...

Elcursornoestáydicestúqueesonopuedeserperonoestáyaquínoveoyoningunaimagendeningúnsanto

quéiconoseráesequedicesquenohaymaneradeenterarsedenadayporquénomedejaránhacerlascosas

comosehanhechosiempre...

Bueno, mamá, lo primero que tienes que hacer es tranquilizarte y saber que el cursor está siempre, que todos los ordenadores se manejan igual...

Estásiempreperoconmigonoestáyyomanejababienelordenadorhastaquelocambiasteisconestono

hayquienseaclareconelotrounavezmedecíaisdóndeestabaelratónlosiconosymeexplicabaiscómoabrir

losprogramasyolohacíaaunqueavecesemehacíanpequeños...

De acuerdo mamá ⸺dijo nuestro protagonista⸺. Aparte de no saber mover el cursor los iconos ni mantener el documento todo lo hacías de maravilla.

Aversideunavezmedasclaseymeexplicascómosecontrolaestoporquedeverdadqueyonoveomásque

complicacionesportodosladosysinembargolagentedicequevamejortenéisquedecírmeloporquesino

voyaestarsiempreasí...

Mira, mamá, llevo ya más de 20 años explicándotelo, y eres tú quien no pilla. Y sí estamos en el siglo XXI.

Siempredicesesomirapongoaquílamarcaintentoabrirlaventanaynoséquehapasadoqueapareceuna

cosaquemedicequeconfigurenosequéysehapouestotodalapantalladecoloresypormásqueyotoconoveo

quepasenada...


Fran se quedó horrorizado viendo el aspecto de la pantalla después de lo que había hecho su madre. Varias ventanas abiertas de varios tamaños y colores , algunas de programas desconocidos. Acordó:


De acuerdo, yo te explico, pero a ver si tú me sacas del ordenador a la Pedroche, Scarlet Johanson o alguna chica así, que tú puedes hacer cosas con el ordenador que nadie hace, por lo visto.



viernes, 11 de septiembre de 2020

Higiene posible o imposible.

 


De pronto Fran se sorprendió en las escaleras mecánicas de aquellos almacenes sólo dos escalones por detrás de las personas que iban delante. Las instrucciones eran muy claras, había que dejar cuatro peldaños libres entre los usuarios para combatir la pandemia que seguía marcando el día a día del mundo donde vivía nuestro protagonista. Intentó subirse dos pasos más arriba, pero entonces rompería la distancia con los que iban detrás de él, que sí habían tenido cuidado de respetar aquella norma. Por suerte no le dio tiempo a dudar mucho, pues la escalera llegó al término de su recorrido. Esta era otra de esas normas pandémicas que a uno le costaba mantener. Porque si la mascarilla sólo exigía acordarse de ponérsela al salir de casa y no quitársela al entrar en establecimientos lo cuál iba en contra del reflejo natural de nuestro protagonista⸺, o lavarse las manos era algo que ya se hacía normalmente, esto exigía vigilancia continua. En la calle observó a un curioso saltimbanqui que atraía la atención de mucha gente que se agolpaba a su alrededor. Pensó una vez más en lo difícil que era recordar las normas de prevención si no te las recordaban y/o imponían continuamente. Siempre en aquellos casos aparecía algún desocupado con ganas de mandar, en aquel reducto en concreto, un enano con entradas que decía:


Bueno, ¿esto que és? ¿No hay espacio por la calle? Todos cociéndose aquí en caldo de cultivo de virus.



Fran lo observó indeciso entre si pensar que era muy triste que la autoestima de aquel hombrecillo dependiera de cosas asi, o si en efecto había que reprochar a la gente que no guardara el espacio. Dicho esto entró, dada la hora que era en el metro de su ciudad. Observó los tiempos de espera.y la gente que se acumulaba en el andén. Aquí sí que no era posible guardar distancia alguna. Dentro del vagón de tren que lo llevó a casa pasó verdadero miedo, y eso que había espacio, teniendo en cuenta lo que era habitual en el metro de su ciudad. Al llegar a casa solo pensaba en frotarse, darse el hidrogel, pasarse la cara con colonia, se ducharía si ducharse cuatro veces al cabo del día no supusiera mayor gasto de agua... Se dio cuenta de que llevaba todo el día vigilando estas pautas, y aún más cuando Doña Marta Palacios le quiso abrazar:


Ayholhijoquellevocasitodoeldíasinvertedéjamequetedeunabrazolamascarillametienefritaaversise

pasayaestaépocaquenomeacostumbromiraqueahoradicenquelasprimerasvacunastodavíanosehan

probadoestoydeseandoestarcontuhermanoycontigo...

Por favor, mamá, déjame que me desinfecte.

Hijoquellevotodoeldíaconesastonteríasaversiaquíencasatampocovoyapoderolvidarmedelbichoese

parecementiracómonosestáafectandounacosaquenivemosquenienlapropiacasadeunoseestábienera

casimejorelconfinamientoquefuerahayqueestartodoelratopendienteyavecesnosepuede...

Precisamente, si fuera cuesta guardar las medidas hagámoslo donde se puede.

Las librerias del Covid_19.

 


Fran y Juan Gordal tenían aquella tarde libre, y decidieron visitar una librería. Aunque más o menos conocían lo que había a la venta siempre se encontraban cosas interesantes.A juan le llamó la atención una nueva edición de El último hombre. Fran observó otra peculiaridad:


¿Te has fijado? No lo tienen en ciencia ficción, ni en clásicos. Está en un stand junto a ensayos sociales, divulgación científica, etc. Mira este del farsante de Slavoj Zizek.


Aquel gran pedante esloveno, como muchos otros intelectuales, científicos o autores de ficción, había encontrado un tema del cuál hablar en aquella situación. Las librerías habían resultado afectadas por aquella avalancha, y ahora todas, o casi todas ellas tenían una especie de stand especial de libros sobre el Covid_19. Algunas al menos separaban los libros por su naturaleza literaria, pero en otros caso, como el de aquella en el que estaban los hermanos, en ese extraño y oportunista rincón se agolpaban lo mismo libros de sociología, economía, ciencia ficción y hasta poesía, siempre que su tema central fuera que hablaban de una pandemia.



También usan lo mismo ficciones de los 60 como obras nuevas que solo pueden haber salido en este tiempo⸺dijo Juan.

Se deshacen de todos los retales de este tipo que si no no compraría nadie. Ahora, yo encuentro un poco peligroso que se venda que tiene el mismo valor el estudio más sesudo que las novelas de Mary Shelley.


De todas maneras esto no es más que una actualización delo que hemos solido ver, que por lo que sea salta a primer plano un problema, y aparece una nueva sección el las librerías.

Pues ya has visto lo que pasó con todos los del atentado del 11-M, de las subprime...Todo esto, en dos años ⸺esperemos⸺a dos euros en librerías de segunda mano.

Y yo espero que todos estos oportunistas como el Zizek vuelvan al lugar que les corresponde en cuanto esto acaban. Que ahora cualquier gilipollez que diga un medio famosillo sobre pandemias se eleva al rango de gran reflexión.

Bueno, el Zizek lleva 30 años haciendo eso.

miércoles, 9 de septiembre de 2020

¿Dinero de pandemia o de futuro?


¿Efectivo o tarjeta?―preguntó la cajera 

a nuestro protagonista.

Efectivo―contestó Fran rebuscando en 
su bolsillo sin acabar de asimilar la extrañeza 
de que para una bolsa de limones que había 
salido a comprar le preguntaran aquello.

 La cajera le dio el cambio y Fran observó el cartel: se recomienda evitar el pago en efectivo debido 
a la epidemia de Covid_19. Era así desde hacía meses, por desgracia. Las autoridades sanitarias 
prescribían eso entre otras cosas. Lo cierto era que no debía sorprender que al pasar el dinero físico 
por tantas manos y usuarios se viera en él una posible causa de transmisión del patógeno. La mayoría 
de la gente parecía asumirlo sin dificultad, pero Fran no terminaba de asimilar pagos de céntimos 
de Euro con la tarjeta. Y había quien decía, con motivo, que debíamos acostumbrarnos, que era lo 
que se esperaba ya para un futuro cercano, la desaparición del dinero físico. En teoría eso dificultaría 
transmisión de enfermedades, sería más seguro... Pero nuestro héroe dudaba mucho que ese fuera 
el motivo de esa tendencia. Más bien pensaba en que el sistema monetario, como siempre, facilitaría
 las cosas a especuladores y entidades bancarias a expensas de los más desfavorecidos. El dinero digital 
exigía unos condicionantes que no todos podían asumir. Y respecto a la seguridad de las transacciones,
primero existían los hackers, y sobre todo, los mayores ladrones no eran atracadores de a pie, sino 
precisamente quienes parecían hacer una campaña por el rápido cambio de formato monetario.Bueno, Fran, eso se comentaba desde hacía tiempo―dijo Juan Gordal al oírlo―Esto, como tantas
 cosas en la pandemia, solo acelera un poco un proceso que ya estaba ocurriendo.Sí, las cosas cambian. Pero el hecho de que ya estuviera en mente me ratifica que esto es por 
intereses de la gente que tiene mucho dinero y mucho poder, que no me vengan con que es por 
nuestra seguridad, o por higiene en situación de plaga. Yo prefiero mi dinero en mano. Y además 
tengo la sensación de que es mucho más fácil llevar el control de lo que uno gasta en dinero físico.Tú siempre has sido un poco tecnófobo.

 Nuestro protagonista estaba a punto de responder a su hermano cuando entró Doña Marta Palacios 
con una carta, aún en formato físico, dirigida a el:Tehanescritolosdelbanconoséloquequerrándecirteperoaquítieneselsobreyotelopasohecumplidome
suelenescribiramíperoyotepasoloqueveaahíabajomíraloquetienesquecontestarlascosasdelbancoson
importantesynopuedendejarsepoaramástarde...Respira, mamá, ahora lo veo―dijo nuestro protagonista con el recelo que siempre le inspiraban 
las comunicaciones bancarias.

 

Resultó que los de aquella entidad le enviaban
una tarjeta nueva, que supuestamente facilitaba 
los pagos digitales, las compras 
con móvil y ese tipo de 
“maravillas”.
Su conclusión era clara.
Si cuando yo te digo que todo responde a intereses de esta gentuza es por algo, Juan.
Bueno, da igual, somos pobres en cualquier divisa.
 

miércoles, 2 de septiembre de 2020

Por prisa no era.


La cola de la FNAC. Fran y Juan Gordal esperaba para salir guardando la distancia de las marcas que el establecimiento, como muchos otros en aquellos tiempos,  había puesto en el suelo para marcar el espacio que debía guardarse en las colas para prevenir la propagación de la pandemia que había afligido la ciudad y el mundo donde vivían los hermanos. La pareja que había unos pasos más adelante estaba mirando un mostrador, y entonces una mujer de mediana edad violó el espacio de seguridad para decir en la espalda de los dos hermanos de muy malas maneras:


¿Qué? ¿No Avanzáis?¿Pensáis quedaros aquí toda la noche?

Señora, no sé si ve que delante tenemos dos personas y que hay que guardar la distancia de seguridad —Intentó explicarle Juan.

Están mirando cosas, no en la cola, que estáis atontados. Y mientras yo esperando.

Bueno, pues pase si quiere, pero no va a llegar muy lejos


La pareja de más adelante la miró con extrañeza, pero no la detuvo. Posteriormente indicó a los hermanos que también podían pasar. Los hermanos lo hicieron y a cuando bajaban a la planta baja, en la escalera mecánica, aquella mujer estaba echando una bronca al segurata por el asunto de la cola: que una cosa era la pandemia y otra la falta de organización, que ahí podía haberse quedado horas... Al pasar los dos hermanos la mujer cortó su perorata:


Estos, estos eran los dos mastuerzos de los que le hablé.

Pues chicos, tened cuidado de no obstruir a esta señora —dijo el segurata en un tono que también demostraba sus pocas ganas de discutir con la misma.

¿Ya está? ¿Eso es todo? —oyeron los dos hermanos que decía al vigilante.


Fran y Juan ni se habían parado. También ellos habían notado que el segurata no sabía cómo sacársela de encima y que la "bronca" que habían recibido era para que aquella mujer se fuera.


Joder, cómo les gusta a algunas, y que me perdonen pero suelen ser mujeres organizar colas y montar pollos —dijo Juan.

Lo que es evidente —sentenció nuestro protagonista—, es que por prisa no era, porque ahí sigue dando la brasa al guardia.


Cenizas.

 


Pues la verdad es que es de las  mejores historias de carretera que he visto ⸺dijo Fran al pasar la última página de Cenizas.

Y muy representativa del estilo de Álvaro Ortiz.

 Este autor era una de las apariciones más importantes en el cómic 
del país donde vivían los hermanos en los últimos años. 
Se caracterizaba por una historias muy pegadas a 
la realidad,habitualmente con un componente 
sobrenatural inquietante, aunque sin llegar al terror. 
Con ellas parecía que
 los sobrenatural, el misterio, están mucho más cerca de lo que 
imaginamos.En Cenizas tres antiguos amigos se reencontraban para  
cumplir el encargo del cuarto miembro de la pandilla, recientemente fallecido. 
Había pedido que llevaran sus cenizas a un determinado lugar. Ninguno de los 
tres tiene ni idea de por que les encargaron eso ni conocen el lugar donde su 
colega deseaba descansar. De camino van teniendo encuentros con varios personajes, 
con una banda de narcotraficantes, con el fantasma del fallecido, que no los habla 
pero se manifiesta... Todo un viaje iniciático donde los protagonistas descubren que 
incluso lo más cercano a nosotros esconde aspectos sorprendentes y revelaciones.

Dice el Ortiz que le gustan viñetas pequeñas porque su dibujo es poco detallista. Pero yo creo 
que en todas las historias que cuenta le luce mucho ⸺dijo Fran.Los secundarios que se inventa también son la leche. Dice que se inspiró en varias películas
 americanas y anda que no se nota la mano de los Coen, por ejemplo.Por ponerle algún pero, yo diría que esa estructura es más propia de película que de tebeo, pero
 logra pasarla a viñetas muy bien.Y es muy fiel al estilo que se ha creado. Sí, a este tío hay que conocerlo.


Ficha de Cenizas, aquí.