miércoles, 28 de noviembre de 2018

Pavana.

-Bueno, ¿qué te ha parecido? -preguntó Juan Gordal a nuestro protagonista.
-Pues muy bueno, la verdad. Hacía tiempo que no leía nada del género de la ucronía. Y la sorpresa final es muy buena.

Pavana, de Keith Rovers, era una gran historia del género fantástico. Como decía nuestro protagonista una ucronía, aunuqe después de su sorprendente final, había que poner tal consideración en tela de juicio. La novela, como ucronía, tomaba como punto de partida el asesinato de la Reina Isabel I de Inglaterra, y la consiguiente victoria española de la Armada Invencible. Según una consideración muy típica del protestantismo anglosajón, a partir de entonces el dominio de la iglesia católica se había mantenido durante siglos, y en el año 1968, Inglaterra era un país casi medieval salvo que existían trenes y tráfico ferroviario. A lo largo de seis historias cortas de habitantes de este mundo ficticio, cada uno con sus motivaciones y actitudes se construye una realidad muy llamativa... Hasta esa última sorpresa.

-La verdad -decía nuestro protagonista-, es que todo el rato pensaba yo que eran cuñadismos del imaginario inglés sobre la Iglesia Católica, y al final hay que tragarse eso.
-Yo te lo decía, y tú no me hacías caso.
-Compréndelo, me va la historia, y hasta ese momento me parecía una sarta de convencionalismos de inquisición, españoles palurdos, Iglesia dictatorial, etc enorme.
-Sí, de eso yo me di también cuenta, además casi sin referencias a hechos que se puedan situar.
-Aparte de todo, es una muestra tremenda de que las historias hay que leerlas hasta el final.
-Entonces lo recomiendas ¿no?
-Por supuesto. Quizás para alguien muy melindroso ese largo camino de prejuicios anglosajones acabe cansando, pero si el lector más quisquilloso pasa por ahí, es la leche. Y además recuerdo sus descripciones de las locomotoras y los trenes, y pasajes como éste:

"¡Madre de Dios Santísima, qué frío hacía!Jesse se encogió dentro de su chaqueta. La Lady Margaret no llevaba ninguna pantalla paravientos; muchas de las otras máquinas a vapor ya las habían instalado, incluso existían una o dos enla flotilla de Strange, pero Eli había jurado que aquél no sería el caso con la Margaret, absolutamente no...La locomotora era una obra de arte, perfecta ensí misma, tal y como sus constructores lahabían creado, y así seguiría. El viejo casi había enfermado antela idea de adornarla con chucherías. La haría parecerse a una de esas máquinas del ferrocarril que Eli tanto despreciaba. Jesse entrecerró los ojos, obligándoles a mirar contra la cortante fuerza del viento. Bajó la vista hacia el tacómetro: ciento cincuenta vueltas, quince millas por hora. Su enguantada mano tiró de la palanca del cambio: diez era el límite de velocidad fijado por la ley de la región en el interior de los pueblos..."

Promotor inmobiliario : ¿el peor trabajo posible?

-Bueno, entonces, ¿te gusta más el trabajo estable?

Nuestro protagonista contestó con educación que sí, aunque se preguntaba si había alguien que prefiriese estar pendiente de un hilo en términos laborales. Ya hemos tratado alguna vez de cómo irritaban a Fran ese tipo de preguntas en las entrevistas, preguntas obvias cuyo objeto en relación con el trabajo a desempeñar no estaba claro. Pero la rección de la entrevistadora a su respuesta fue aún mejor:

-Pues tendrás que comprender que este es un trabajo sujeto a un mercado muy volátil, quizás no sea este tu sitio.

Fran volvió a aguantarse la irritación. Desde luego que aquel no era su sitio. En lo que iba de entrevista le habían informado que el trabajo era de jornada completa, a puerta fría, recopilando especialmente datos de personas mayores para una estafa... Al menos estaría bien pagado, suponía nuestro protagonista. Pero de nuevo la entrevistadora se le adelantó.


-Supongo que con lo que has dicho también querrás un sueldo fijo ¿verdad? Es que esto no va así, dependemos mucho de vuestra habilidad y va por comisiones.

Aquí , nuestro héroe casi no pudo contenerse y contraatacó:

-¿Me está diciendo que esta cadena inmobiliaria de la que he visto cuatro oficinas y locales en mi trayecto de casa aquí, y que vende inmuebles nada comunes en ellas ni siquiera puede pagar un sueldo fijo a sus empleados?
-Tenemos nuestras necesidades, entiéndelo. Tenéis que conseguirnos producto, tenéis que conseguir que nuestra cartera no baje... También tenemos gastos.
-Yo es que la veo a usted en un despacho parece que con sus necesidades muy bien cubiertas.
-Todo esto necesita a alguien que lo dirija, pero bueno, si no estás dispuesto a hacer el favor de ayudar a quien pueda perder sun casa a que saque algo por ella puedes irte.

Entonces Fran sintió que la sangre le subía a la cabeza. Pensó que quien le viera desde el exterior le estaría notando como se ponía colorado y tenso. Aquella mujer le estaba presentando la estafa inmobiliaria a ancianos desvalidos, de la que ella hacía negocio, poco menos que como una labor humanitaria. Además, ella quería que le hicieran un trabajo pesado y desagradable sin siquiera contar con una paga fija. Nuestro protagonista cogió el pisapapeles de la mesa y se lo arrojó a la cabeza. Luego con la rapadora empezó a ponerle grapas por todo su miserable cuerpo. Buscaba algo para prender fuego a la oficina cuando la voz melifua y cursi de la entrevistadora le sacó de su ensoñación:

-¿Me oyes? Que puedes irte si no estás de acuerdo.
-Sí, gracias por su atención -dijo nuestro protagonista mientras recogía su abrigo y su carpeta y salía de la entrevista. Si algo había aprendido era que el trabajo de promotor inmobiliario era una mierda y no volvería a inscribirse en una oferta de ello. Pero algo le inquietaba: el tremendo odio y los deseos innobles que se le habían pasado por la cabeza con aquella mujer y su negocio. Y aunque agradecía no haber sido capaz de ponerlos en práctica contra una mujer indefensa, no tenía del todo claro si no se lo hubiera merecido.

miércoles, 21 de noviembre de 2018

En casa se nota, en el mar no.

Nuestro protagonista vio en la prensa una noticia repetida con  frecuencia en los últimos tiempos: un cachalote varado, esta vez en Indonesia, con el estómago lleno de kilos de plástico. Era el problema ecológico del mundo donde vivía nuestro héroe en aquellos tiempos: el plástico, un material muy utilizado, necesario y abundante en la vida cotidiana de entonces presentaba un grave problema cuando llegaba el momento de desecharlo. Tardaba un montón de tiempo en degradarse, y el ciclo natural del viento, el agua y otros elementos acababa por llevarlo al mar. De este modo una importante fuente de recursos y vida en el planeta se estaba degradando bajo toneladas de plástico. Según varios reportajes en los lugares donde confluían corrientes marítimas importantes se estaban formando enormes islas de desperdicios y basura. En encontrar la forma de solucionarlo andaban en el planeta de nuestro héroe. De momento, él y su familia se habían propuesto reducir el plástico que usaban cada día no solo por el mar, sino también porque ellos mismos en casa se admiraban de la cantidad de bolsas de dicho material que empezaban a llenar sus cajones, armarios, despensas... De modo que habían decidido llevar siempre una bolsa de tela a la compra y su carro y no usar más envoltorios de los necesarios. Doña Marta Palacios y nuestro protagonista llegaron orgullosos a casa después de hacer la compra y empezaron a sacar los productos que habían adquirido. Al preparar el cocido de aquel día notaron algo:

-Franvenarecogerelenvoltoriodeloshuesosdelcocidoquemehallevadocomocincominutosquitarletodo
elplásticoquelosenvolvíaaquílohedejadoaversilopuedesecharalreciclajequemeestámolestandoporque
esmuygrande...
Nuestro protagonista se dispuso a hacerlo y vio que ya se había formado un enorme montón del material invasor. Cada ingrediente del cocido venía en su correspondientenevoltorio plástico: el repollo, el morcillo, los huesos, los fideos de la sopa... Además habían llenado una bolsa para el reciclaje con botellas de varios productos, y cuando decidió limpiar la cocina también el lavavajillas y el limpiavitrocerámicas produjeron su correspondiente desecho.

-Bueno, pues malamente podemos reducir el plástico que hemos usado, y se ha formado un montón. Tendrá que ayudarnos más la indiustria alimentaria o la química inventando otro material.
-Buenohijoperoloquepodamoshacerhayque
hacerloquenosedigaademásnosotros
yanotenemosencasatodalamontaña
queteníamosdeplásticoalmenos
nostotrossílonotamosencasaymesientomejor
haciéndoloporqueestafamilia
haceloqueestáensumano...
-Sí, nosotros lo notamos. Pero que lo noten los cachalotes parece que no está en nuestras manos.

¿Y eso es un arte marcial?

-¿Y eso es un arte marcial? -preguntó Doña Marta Palacios viendo a la campeona mundial de Karate en modalidad de Kata que había dado el país de nuestro protagonista.
-Sí, mamá, es como ensayar una táctica ante un rival imaginario.
-Ay hijo, cada vez se inventan cosas más raras.

Lo cierto es que la modalidad de Kata había existido siempre en el Karate, y bajo diferentes nombres en casi todas las artes marciales. Era una modalidad que se practicaba como entrenamiento para el combate de verdad. Por medio de los Kata desde muy antiguo habían aprendido los practicantes de artes marciales las técnicas de combate que luego aplicarían ante rivales de verdad. Pero Doña Marta Palacios no se había enterado hasta que Sandra Sánchez consiguió su campeonato mundial.

-Inventarse nada, mamá. Tú misma me viste hacer esto cuando hice artes marciales. Que por cierto fue una soberana estupidez dejarlas.
-Pero yo creí que eso era en exhibiciones. Ahora resulta que la cosa rara ésta se hace también en camponatos.
-Es la base de cada arte marcial mamá. Lo que se aplica a los combates se aprende aquí.
-Pero tú mira lo ridículo que es. Ti ves a un tío o una tía en este caso pegando al aire y ¿qué piensas? Que está mal de la chola.
-O que está practicando, mamá. Esto se ha hecho así de toda la vida.
-Bueno, hijo, pues que practique en su casa, no en un campeonato.
-Es que eso también se mide y se puntúa.
-Esto es rarísimo. Nunca he visto un deporte como éste.
-Pues es más deporte que la natación sicronizada que tanto te gusta, mamá.
-Vas a comparar. Eso es precioso, es un espectáculo único.
-Pero de deporte tiene poco, en esto en cambio sí que hay una base deportiva.
-Pues nada, hijo, mira mucho esto, pero si lo vas a hacer, hazlo donde yo no te vea que es un ridículo.

Nuestro héroe dejó por imposible a su madre y recordó los Kata que él mismo había practicado en otro tiempo. Y mientras felicitaba en su interior a Sandra Sánchez, la campeona mundial, se arrepentía de haberlo dejado, aunque viewra que seguramente su madre no hubiera apreciado su esfuerzo de haber seguido con ello.


Doña Marta y los caldos.

-Pueshijosyocreíaqueeraaguasuciaylohetiradoesquehe
vistounaguaconmalaspectoahíynosabíaqueerameha
parecidomuyraroencontrarunaollallenadeaguasucia
peroesloqueheinterpretadohemetidolapatanosabía
queeraparaeso...
-¡Pues nos has dejado sin sopa! -dijo Juan Gordal

El hermano de nuestro héroe iba a preparar esa noche la cena, y había pensado porner una sopa de primer plato. Para ello había hecho un caldo de verduras con un hueso de jamón y avecrem, pero Doña Marta Palacios por lo visto lo había tirado.

-¿Pero no has visto que tenía un ajo y un hueso?
-Puesnoesosololohevistoalfinalahorahabráquehacerotracenayolosientohijosperohemetidolapataes
verdadperoesqueyonoteníaniideayaveisloquehaocurridolosientosiqueríaishacersopaamínoseme
habríaocurridonunca...
-Pues no es que sea muy extraño, la verdad -dijo Juan.
-Juan, déjalo -terció nuestro protagonista-. Cenaremos los filetes de pollo y la ensalada sin primer plato y punto.

Los tres cenaron ese segundo plato, y hablaron de la confusión con el caldo. Obviamente Juan no llevaba nunca bien que le olvidaran a alterar sus planes, pero menos aún si tenían que ver con la comida. Casi una semana después, Juan seguía recordando el suceso. Así hasta que llegó otro día en que tuvo la idea de aprovechar el caldo donde se habían cocido las verduras para un puré.

-Ni se te ocurra tirarlo ¿eh?
-Nohijoyaheaprendidouncaldonosetiranuncasepuedeaprovecharparamuchascosasynovolveréa
hacerlonuncamásvoyatirarloahoratepasolasverdurassiquieresparaquetúvayashaciendootracosaqueya
veoqueestásmuyatareado...
-Dea acuerdo, pues mira, voy a ir a traer aceite que nos falta para preparar el resto.



Fran, que estaba leyendo en su cuarto se sobresaltó al oír el grito de horror de su hermano cuando volvió de aquella compra:

-¿¡Pero qué es esto?! ¡No me digas que esto es lo que has entendido cuando te hedicho que pasaras las verduras y guardaras el caldo!
-Puessíhijolohepasadotodoyelcaldosehaquedadoahíparaaprovecharlocomotúqueríasquenuncaestás
contentoyanosécómoacertarestoresultaquetampocoestábienahoratampocotegustacomolohehechono
sécómoacertarcontigoparecementira...
-Pero mamá. ¿Cuándo he dicho que lo pasaras junto? ¿No ves que así el puré queda aguado y no se puede usar el caldo luego?
-Bueno -sentenció nuestro protagonista que llegó en ese momento a la escena-, nos tomaremos el puré. Estará aguado pero lo podremos comer. Ahora, Juan, no vuelvas a dejar un caldo en manos de esta mujer.
-No, desde luego.
-Buenohijossuertequemelotomoarisaporquenoestáisnuncacontentosnohagomásqueintentarayudaros
yparecequevaendesgraciacadavezquememetoestoparecequeesundesastreahoraresultaquetampoco
estoosireve...
-¡Es que encima lo defiende! -dijo Juan- ¡Me dan ganas de llorar!
-Bueno, tranquilo, Juan -dijo nuestro héroe-. Luego se lo explicaré.

miércoles, 14 de noviembre de 2018

Alvarito maestro.

-¿Pero poer qué no quieres, Fran? Tienes estudios para ello, es un trabajo bien considerado, lo ha ejercido gente que conoces bien... -preguntó Juan Gordal.
- Si yo no lo niego. Desde luego que con mi educación y mi formación podría hacerlo, de hecho parece la principal salida. Pero me veo con poca paciencia para ser maestro y dominar a cuarenta millenials -respondió nuestro protagonista.

Nuestro héroe, con sus estudios, llevaba tiempo arrastrándose en busca de un trabajo estable. Estaba cualificado, desde luego, pero por un lado estaba la estacionalidad del mercado laboral, y por otro la dificil tarea de adquirir una experiencia válida en tiempos en que los trabajos duraban poco y rápidamente la forma de trabajar quedaba obsoleta. Parecía claro que la solución estaba en preparar unas oposiciones, pero esto también era difícil a medida que uno se tenía que ir ganando el pan. Su entorno una y otra vez le decían que se metiera a sacar un puesto de maestro de secundaria.

-Tu excusa parece de anciano, Fran. Pareces decir "me da miedo la juventud".
-No solo eso, es explicar veinte veces las cosas, corregir, preparar lecciones...
-Pues seguro que mucha gente lo haría gustosa, Fran.
-No lo dudo, pero fíjate, yo que puedo no quiero.



En efecto, Fran veía a su hermano pasarlo mal con su escritura, a Carolina Gordal cogiendo trabajos cada vez peores pese a su buena cualificación, y a Alvarito contento, pero con un horario del que muchas veces se quejaba y pensaba que seguramente ellos querrían un trabajo estable, con vacaciones largas y un sueldo bastante razonable. Este último, Álvarito, centró la conversación de los hermanos:

-Fran, es lo que yo veo. Alvarito, pese a estar contento, se queja bastante de lo agiobiante que es, de sus horarios... Él sería profesor muy a gusto. Si no ya sabes, haber estudiado hostelería y a cortar verduras a toda velocidad.
-O que él se hubiera hecho maestro.
-Tenía otra preparación.

Entonces el móvil de nuestro héroe sonó. Era Carolina. Comentaba que ella y Alvarito volvían los dos a tener trabajo.

-Yo soy teleoperadora como siempre-dijo la hermana mayor de nuestros protagonistas-, pero Alvarito va a ser maestro en un cursillo para principiantes de cocina.
-¡¿Alvarito maestro?! -gritó nuestro protagonista conociendo la ocupación de su cuñado.
-Bueno, o monitor, va a enseñar a guisar a gente -respondió Carolina.
-Vaya, pues felicítalo de mi parte.

Juan Gordal estalló de ira al conocer eso:

-¡Nunca me hubiera creído que fuera antes maestro el Alvarito que tú.
-Pero él quería y yo no.
-Tú lo que eres es tonto.

miércoles, 7 de noviembre de 2018

Joshua-Parker: el campeón británico también suda.

-Bueno, pues a ver lo que puede hacer el neozelandés este -dijo Juan Gordal al empezar la pelea.
-La verdad es que no es ningún piernas por lo que he podido ver.

El británico Anthony Johua, señor indiscutible de ñlos pesos pesados actuales, seguía en su empeño de unificar todos los cinturones de la categoría. A sus títulos de la Federación Internacional (FIB), de la Organización Internacional (OIB) y de la Asociación Mundial (AMB) , que ría añadir el de la Organización Mundial de boxeo (OMB), en poder del neozelandés Joseph Parker. El neozelandés era sin duda un gran boxeador, pero ni mucho menos un fuera de serie, que es lo que haría falta para plantar cara al británico. Joshua seguramente no quedará en el recuerdo entre los mejores boxeadores de siempre, pero domina en la actualidad de forma descarada.

-Esto va a ser rápido -dijo Fran.

Pero lo cierto es que Joshua tuvo que demostrar en este combate que cuenta con algo más que una tremenda pegada. El neozelandés fue capaz de esquivarlo, de hacerle fallar varios golpes, y de plantarse en el 12 asalto por primera vez en la carrera de Joshua. La puntuación fue unánima a favor del británico.

-Pues hay que ver , no es de los mejores combates de Joshua.
-Bueno -dijo Juan-, es mérito del neozelandés, no siempre se puede ganar por K.O.
-No crero que sea un combate de los que hacen aficción, pero está bien que Joshua haya demostrado que también a base de puro y duro boxeo puede ganar.

Un combate con poca historia quizás no sea tampoco digno de recuerdo aquí, pero como siempre, este narrador les ofrece el combate para que saquen sus conclusiones. Joshua demostrando que tiene más armas que la pegada. Seguramente le harán falta ante Deontay Wilder, el poseedor del último cinturón del peso pesado, el del WBC. Se habla mucho de este combate, y ambos están deseosos de unificar todos los títulos del peso.


Record de Anthony Joshua, aquí.
Récord de Joshep Parker, aquí.

Aspirante a dictadora.

-Pues ahora en cuanto me vaya tenéis que preparar una ensalada de tomate con huevo duro para cenar -dijo categórica la tía María Cristina que había venido de visita.
-Pero si ya tenemos cena, unos filetes de bacalao que...
-Nada. El pescado por la noche os va a sentar mal, y además ya habéis comido animales. Ahora cenáis eso para no engordar.

La tía María Cristina seguía empeñada en dirigir la vida de todos los que se cruzaban en su camino, y especialmente la comida, empeñada como estaba en que Fran no llegaba a atarse los zapatos por gordo, contra toda evidencia y muestra. Todo ello sin tener ni pajolera idea de nutrición, y soltando perlas como que beber agua caliente ayudaba a adelgazar. Y eso aquí, porque según los Gordal Palacios tenían comprobado y sabido que al tío Paco no le dejaba ni ponerse las zapatillas a la hora en que él quería, ni levantarse a su gusto, ni tomar más que un vaso pequeño de cerveza...

-Pero si está en buen estado para su edad y ya es mayorcito -decían Fran y Juan a la tía.
-Porque yo lo he mantenido en buen estado -insistía ella -. Y Fran, no me gusta que leas ciencia ficción. A partir de ahora vas a coger de la biblioteca poesía.

Fran dejó pasar medio minuto antes de responder para ver qué se le ocurría ante la última imposición de su autoritaria tía. Hasta ahora siempre le había parecido bien que Fran leyera, pero de pronto había decidido el género que debía ocupar sus lecturas.

-Pero tía, si nadie lee eso ya. Déjate de imposiciones.
-Precisamente. Nadie lo lee y habrá que recuperar el género.
-Está bien -dijo nuestro protagonista pensando que ya iba a salir y dejaría de querer dirigir su vida y la de los demás.

Una vez se hubo marchado, los Gordal Palacios prepararon su cena normal, hablaron de sus asungtos y atendieron sus cosas. Pero cuando estaban viendo una película de acción en la tele, el teléfono sonó. Era la Tía Maria Cristina:

-Dejad inmediatamente al Clint Eastwood, y poned ahora mismo La Otra de Telemadrid que sale el Escorial.
-Oye, tía -dijo nuestro protagonista-, ¿no crees que te estás pasando ya dirigiéndonos?
-Tú ponlo ahora mismo que tienes mucho que aprender.
-De acuerdo tía -dijo y colgó. Pero evidentemente explicó a Juan Gordal y Doña Marta Palacios que bastaba que se lo dijera así su tía para que no lo hiciera.

Cada plato tiene su día.

Aquella mañana era excepcionalmente fría. Nuestro protagonista no tenía trabajo entonces y atendía labores de casa, lo cuál en esas condiciones le parecía casi una bendición. Recogiendo la casa y ordenando las estanterías sentía no obstante el frío en los piés, eso a pesar de haber puesto la calefacción. Al ducharse, aunque no renunciaba a su tradicional aclarado en frío, le costó apagar el agua caliente, y el trago de volver a vestirse, aunque corto, fue desagradable. Después de aquello se puso a realizar varias tareas pendientes con el ordenador, el momento más reconfortante, antes de bajar a la calle y hacer unas compras pendientes. Entonces , llegó Doña Marta Palacios de la exposición que había ido a ver:

-Ayhijosquecosamásbonitahevistoperoquefríohacíaesungustovolveracasaymiraquelohedisfrutado
ahoraconlacalefacciónestoymuchomásagustonosabescómolohepasadoenlacalleyesoqueibabien
abrigadagraciashijoporlascompras...
-No es nada, mamá- Ahora esto está más o menos bien, pero no te creas, esta mañana también he pasado un rato malo con el frio.
-Y yo encima he estado haciendo cosas en la administración, que es muy pesado -dijo Juan Gordal que entraba en ese momento por la puerta.
-Buenohijospuesvamosaponerlaslentejasdecomerquehoyvanaestardemaravillalashedejadohechas
antesdeirmesolohayquecalentarlasunpocoendiezminutosestaremoscomiendoyesohoysíquedaenergía
porqueheescogidoapostaelplatoparaeso...
-¿¡Lentejas?! -gritaron casi a coro ambos hermanos.

Era cierto, en toda la mañana nuestyro héroe no había parado un momento a ver la comida, pero en cuanto las legumbres hirvieron, y tuvo en su plato una buena ración con todos sus tropezones, cada cucharada fue un momento de placer y confort difícilmente comparable. Se sentía casi hasta más fuerte y capaz de enfrentarse a cualquier tarea.

-Joder , mamá, era sencillo, pero muchas gracias, es una de las mejores comidas que he tomado.
-Es que dada plato, aparte de su gusto, tiene tambiñen su día, hijo- respondió Doña Marta.