lunes, 30 de octubre de 2017

Los Surcos del Azar

-Parece mentira, la gente hasta hace poco no tenía ni idea de lo que cuenta este tebeo -dijo nuestro protagonista
-Y está hecho de una forma magistral. Este tebeo ya consagra a Paco Roca como un verdadero genio

Los surcos del azar narraba con una pasión y detalle increíble la historia de un superviviente de la compañía 9, la compañía formada por españoles exiliados que liberó Parías de los nazis. Usa el recurso de unas conversaciones ficticias de Paco Roca con un superviviente también ficticio de aquello. Logra ilustrar con una precisión increíble la precariedad en la que quedan los derrotados de una guerra, las humillaciones que encima sufren en su huida, en este caso por las autoridades francesas, y como buscan algo que les de nuevamente una tarea y un sentido en sus vidas. Los de la nueve lo encontraron en la resistencia contra el fascismo mundial. Además el dibujo de Paco Roca le va asombrosamente bien a la narración, contando la historia sin exagerar en dramatismo pero transmitiendo cada situación y cada acto con una exactitud y sensibilidad digna de verse.

-Pero aunque el viejo este se lo haya inventado, es evidente que Paco Roca se ha debido documentar y hablar de primera mano con los supervivientes. Se ve que conoce detalles que solo alguien que lo haya vivido puede transmitir -dijo Fran.
-Claro, él dijo que esta gente merecía una obra importante y se esforzaría por hacérsela.
-Y digpo, la gente esto lo conoce d oídas, pero esos españoles han sido ignorados aquí d una forma cruel.
-Bueno, ya ves que ahora hay quien les recupera del olvido.
 Ficha del cómic, aquí.

El siete en la camisa.

-¡Qué bien te queda esa camisa hijo! -dijo doña Marta Palacios viendo a nuestro protagonista, que se había arreglado aquel día par ir a casa de la Tía Maria Cristina.
-Y eso que a mí me gustaba más la otra que compré junto a esta, pero se la apropió Juan...
-Bueno, vamos a su casa, y luego arreglamos eso -dijo el segundo d los hermanos.

De aquellas veces que nuestro protagonista se engalanaba, las visitas a su tía eran las más importantes. No solo por ir bien a la comida familiar, sino por esa extraña habilidad de la tía de ver cualquier defecto por nimio que sea y agrandarlo hasta que uno no es capaz de ignorarlo. Por el camino iba nuestro protagonista observándose a sí mismo en cualquier cristal o similar que pudiera servir de espejo: Los zapatos bien limpios y atados, el pantalón limpio, la camisa bien colocada de modo que solo se viese el cuello de la camiseta que llevaba debajo... Su madre y su hermano lo notaban y de vez en cuando le reprendían o comentaban:

-Que sí, hijo, que vas hecho un pincel. No exageres ni hagas gestos raros.
-Parece increíble, Fran, estás posando más que un puto modelo masculino.
-Pero es que tengo el presentimiento de que Ludo me encontrará algún defecto, no sé cómo pero lo hará, y ya sabes que ella una vez que lo ve no puede callar y llevarlo con discreción. Y te lo dice de forma que te jode la autoestima para todo el día.

Ya en la calle donde vivía la tía encontraron a Alvarito y Carolina y estos no dejaron tampoco de comentar:

-Muy bien, Fran, que guapo te has puesto -dijo Carolina.
-Así me podría poner yo si fuese más alto dijo Alvarito.

Fran pues subió la escalera hasta el piso de tía Maria Cristina y ésta lo recibió como él esperaba.

-Huy, Fran qué elegante. Esa camisa te da mucho juego.
-Gracias tía -dijo aliviado.
-No sabes el miedo que tenía a tu recibimiento -dijo Doña Marta a su hermana.
-¡Qué exagerado! Venga, sentaos a la mesa.

Fran se sentó aliviado creyendo que ya había pasado todo pero entonces..

-Huy, Fran, en el costado de la camisa tienes un siete. Te has enganchado con algo. ¡Y yo alabándote esa camisa!

Fran casi rompió el vaso que tenía en su mano de la impresión:

-¡Lo sabía! ¡Sabía que pasaría algo así
-Bueno, no te preocupes, esto se arregla en una puntada, pero desde luego te ha deslucido un montón.
-¿Lo decía o no? -dijo Fran
-Bueno, yo te te lo arreglo en un momento -dijo Doña Marta.
-No, ya lo haré yo, que ya estoy suficientemente humillado para que mi mamá me haga las cositas -dijo nuestro protagonista intentando aliviar su rabia con la comida.
-Fran, te estás descuidando y te estás comiendo las manitas de cerdo tirando la mitad.
Nuestro protagonista se hundía en su propia vergüenza y era incapaz de rectificar nada. Estaba sufriendo en todo su esplendor el efecto humillante que tanto había temido. Y lo peor es que en efecto seguro que estaba comiendo de forma desaforada y descuidada y no se sentía capaz de rectificar.

lunes, 23 de octubre de 2017

Juan el gourmet.

-¡Pues yo no entiendo que deicándose a la cocina lo que le mole sea eso! -dijo Juan.
-¡Coño! ¿A quién no le gusta pegarse un buen atracón?

Los dos hermanos discutían sobre su cuñado Alvarito que siempre hablaba de lo que disfrutaba en los buffets de comida. Siempre solía venir sonriente de la mano de Carolina diciendo que tenían que venir con él a ver quién era capaz de atracarse más en el autoservicio.

-Yo tampoco te digo que tenga que comer de fusión y nitrógeno líquido, pero que lo que quiera sea comida del montón servida de esa forma...
-Pues tú bien que tienes de vez en cuando caprichitos de comida mierder.
-Pero una cosa es comerse de vez en cuando un Whopper, no que tu aspiración sea eso. Y más cuando se supone que eres un tío que sabe de comida y preparaciones.
-Pues a lo mejor si en lo que está todo el día no le apetece más de eso cuando está libre.
-Que yo no te digo que tengan que gustarle las elaboraciones raras ni nada de eso, pero debería molarle comer bien. Por cierto ¿qué te prece si hoy que no está mamá pedimos un pollo frito?
-¡No me jodas, Juan! ¡Mira al Gourmet! Haremos una tortilla y nos dejaremos de esa mierda.
-No me apetece cocinar, y hce mucho que no tomo...
-Juan, eso es lo más bajo de la comida basura.
-Bueno, pues entoncs un Whopper
-Joder, y criticaba al del buffet libre.
-Pero yo soy precisamente un pobre cuñado que ni idea tiene de esto
-Sí, ya tú siempre tienes bula para todo.

¿Cómo pudo cuajar esto?

-No me puedo creer que tú estés jugando a eso -dijo Juan Gordal viendo a su hermano cargar en el ordenador un juego del mítico Spectrum.
-Joder, es La Abadía del Crimen. Un juego mítico que hay que conocer.
-Mira que tenéis manía los de vuestra edad de meter los videojuegos en el campo de la cultura.

Esto último era, en efecto, discutible, pero si hay un jugo que esté cerca de ese campo era sin duda La Abadía. Pretendía llevar al los jugadores a vivir la aventura de Fray Guillermo de Barkerville y Adso de Melk que retrató en El Nombre de la Rosa Umberto Eco. Con un mapeado impropio de la ´poca de los 8 bits y una mecánica donde darle al coco era tan importante como jugar bien había pasado a la historia de los videojuegos sobre todo en España. Pero esta mecánica fu precisamente lo que más se le atragantó a nuestro protagonista. Y no por obligarle a pensar. Un semana después de su glorioso descubrimiento, Juan le preguntó si ya se lo había pasado:

-No me he pasado la primera pantalla, hermano.
-Joder, pero si ahora hay guías, mapas... No me puedo creer que estés ahí.
-Pero si ese no es el problema, el problema es que no hay Cristo que mueva bien a los personajes con el control del Spectrum.
-Si estás usando un ordenaor de ahora.
-¿Y qué te crees? Reproduce los mismos controles. ¿Cómo hacíais para jugar aquello?
-Oye, que yo no tuve el Spctrum. Tú sí tuviste consolas.
-O sea, eres más tonto que algunos monos a los que enseñaron a manejar apratos.
-Pero tú ya sabías. Te cambian el aparatito y ni jugar puedes.
-Bueno, será cuestión de seguir. Pero no entiendo cómo con estos controles los videojuegos pudieron cuajar.

lunes, 16 de octubre de 2017

El tarro de almejas.

Fran estaba pegándole un trago a su cerveza cuando una carcajada de su hermano le sobresaltó. N veía cerca ningún motivo de risa por lo que le preguntó.

-Tú nunca te enteras de nada -le reprochó Juan haciendo esfuerzos por que nadie le oyera
-Bueno, luego me lo dirás.

Unos veinte minutos después los dos hermanos se dirigieron a casa y Juan le explicó:

-Es que esa chica tan mona del flequillito que había a mi izquierda estaba hablando de otra y creo que ha dicho que era más lesbiana que un tarro de almejas. La expresión me ha hecho gracia.
-Bueno, sí, pero creo que es una suerte que la haya dicho una chica, porque la decimos tú o yo y nos pondrían de machistas recalcitrantes.
-No creo que tanto.

Fran alzó la vista y comprobó que justo delante de él estaba la chica que compartía mesa con la que había provocado las risas de Juan.

-Pues ahora si quieres se lo explicas, dile que te has reído mucho con lo que ha dicho su amiga.
-¡Joder! ¿No puedes callarte un poco?
El grito de Juan alertó a la muchacha que preguntó:

-¿Vosotros no estabais en el bar de antes? ¿Qué no queríais que oyera?
-Pu... pues... que tu amiga... -tartamudeó Juan
-Joder, ya os vale a los tíos, qué cotillas sois. Y luego decís de nosotras.

Cuando el semáforo se puso verde, aquella chavala se alejó definitivamente de los dos hermanos.

-Bueno, Juan. Puedes elegir. ¿Prefieres pasar por machista o por fisgón?
-Tú en cambio siempre pasarás por notas y tontol´haba.
-No te enfades el hecho de que vayas pegando las orejas a las mozas...
-Ya vale, que encima me toca siempre pagar el pato de tu indiscreción.


Viejos pedantes.

-¡Por fin, Fran! -dijo Juan Gordal-. ¡Ya puedo decirlo!
- ¡Qué algre! ¿Te ha dicho buenos días una tía?
-No, es que le han dado el Nobel a Haruki Murakami. Es la primera vez que dan un Nbel a uno que ya haya leído.
-Pero si tienes las estanterías llenas de Saramago, Cela, Vargas Llosa, García Márquez...
-Sí, pero esos los leí después de que recibieran el premio. Pero por primera vez podré decir que conocía al que ha recibido el Nobel este año.

Fran entnces cayó en la cuenta de que su hermano se las daba de muy leído y escribido por aquello. Estaba tan exultante que nuestro protagonista no quería romper su alegría. Pero luego pensó en lo pedante de dárselas de culto por aquello y contraatacó:

-Bueno, Juan, pues siento que ya seas tan mayor.
-¿Cómo?
-Piénsalo bien, desde los 16 años llevas leyendo literatura y nunca te había pasado eso. Me consta que conoces mucho mejor que la mayoría de la gente las técnicas narrativas más variadas. Y aun así hasta ahora no le habían dado el Nobel a uno que conocieras. Está claro, eso pasa cuando uno es viejo, no leído.
-¡Serás hijo de la Gran Puta!
-No, no, leído, yo conozco a los nóbeles de otros años, no al de éste.
-Eres un cabrón. Luego te quejas cuando yo te chafo las ilusiones.
-Bueno, te queremos igual, el mundo necesita también viejales pedantes.
-Y canallas como tú.

Fran disfrutó viendo a su hermano tragarse la ira. Luego le pediría perdón por hacerle rabiar. Pero por una vez que putear fuese en ese sentido no iba a pasar nada. En el fondo es com un crío, pensaba para sí nuestr héroe.

lunes, 9 de octubre de 2017

La oficina de las supermujeres

-¡Vaya dos tías han entado en esa oficina! -dijo nuestro protagonista a su hermano.
-Sí, y ayer cuando saqué a Diez se le quedó mirando otra chavala impresionante de ahí.
-Entonces habrá que pedir trabajo ahí.
-Sí, para hacer acoso laboral, se te ocurre cada idea...

Lo cierto es que desde hace varios días al pasar por esa oficina un montón de mujeres despampanantes aparecían en escena. Los dos hermanos no llegaban a entender lo que pasaba ahí.

-Debe ser una especie de oficina Playboy, deberíamos preguntarnos a qué se dedican.

Entonces una rubia muy escotada salió de la oficina y dejó una caja de papel en un contenedor que había cerca de esa calle.

-Pues no, parece hacen lo mismo que en cualquier otra oficina.
-Son unas chicas trabajadoras, competentes, con empleo estable... Están más allá de tus posibilidades, Fran.
-Joder, pues voy a echar el curriculum aquí.
-Para eso -dijo una morena espectacular detrás de los dos hermanos-, tendrás que hacer unas oposiciones de administrativo. Ésta es una oficina del Ayuntamiento -y dicho esto entró mientras los dos hermanos se quedaban mirando cómo movía el culo al andar.
-Joder, pus esas oposiciones son una mierda, pero...
-Será un plan del Ayuntamiento para aumentar el interés por esas oposiciones -dijo Juan.
-Será, porque más que una oficina parece un harén.


El pequeño haltera.

-Pues está bien que nos pongamos a hacer los ejercicios, pero la verdad es que aún no hacemos ni la mitad de lo que hacíamos -dijo nuestro protagonista a Juan Gordal.
-Bueno, es que abandonamos la rutina durante demasiado tiempo.

Los dos hermanos habían decidido retomar aquella tabla de ejercicios que tan enforma los había puesto no hace tanto y habían empezado con ilusión. Pero solo hacían una serie de fondos, nada de abdominales carrerita... Sin duda era necesario ir poco a poco, pero nuestro héroe estaba preocupado sobre todo por una cosa:

-Con los brazos que se me pusieron y no hacemos nada de pesas.
-Bueno, que vas cargado todos los días con un montón de kilos de más ¿eh?
-Pero me voy a poner débil.
-No te preocupes por eso que un tío de tu tamaño débil nunca va a ser.

Entonces Diez fue a husmear el cristal de un gimnasio y los dos hermanos notaron algo: dentro del mismo, un hombre de muy baja estatura y muy delgado intentaba con dificultades hacer una serie con unas mancuernas enormes para él. Fran vio entonces muy claro lo que él y su hermano debían hacer:

-¿Y ese puede y noosotos no? -dijo nuestro héroe
-Bueno, que sólo ha hecho tres repeticiones.
-Pero las hace. Nosotros no hacemos nada.
-Fran, tranquilo, que te garantizo que más débil que ése no te vs a poner.
-Pues yo quiero hacer pesas.
-Que las harás, tú confía en mí.

Fran en efecto tenía esperanza y confinza en su hermano y sus planes sobre todo porque ya habían dado un tremendo resultado en una ocasión. Pero no podía dejar de pensar en aquel hombrecillo. ¿Llegaría el día en que ese enano pudiera con él?


lunes, 2 de octubre de 2017

Nación.

-Pero si no lo recuerdo mal -preguntó Juan-, lo de ese libro no es el Pacífico de verdad ¿no?
-Sí, parece un mundo pararelo similar. Hay animales extraños como los pulpos arbóreos, el Oceano se llama el Gran Océano Pelágico meridional...
-Es curioso lo que hace el autor Terry Pratchet, siempre pone cosas que parecen muy conocidas por todos pero sorprende.
-Es verdad, tiene inventiva.

Nación, el libro del que hablaban los hermanos, contaba un cataclismo en un mundo muy parecido, pero que se iba revelando difrente al de las islas del Pacífico durante la exploración de los ingleses en el siglo XVIII. Cuando se calmaban coincidían en una isla una joven blanca extraviada de su expedición y un joven Maorí, último supervivinte de su tribu. Ambos acaban mezclándose y entendiéndose, y al final los blancos descubrirán que tenían mucho que aprender de este.

-Lo curioso es que las escenas donde se comunican, que podrían ser un coñazo son muy divertidas -dijo nuestro héroe.
-Y cómo parece que los blancos y los mahoríes se necesitan...
-Y la exploración del Gran Océano Pelágico, que es toda una aventura...
-Acaban confluyendo en una nueva Nación, como dice el título.
-De los mejores de aventuras que se pueden ver, sí. m quedo con la escena donde se conocn el maorí y la chica Calzones, que es el nombre que ellos dan a los blancos: 

 Afuera, Mau empezó a preguntrse si algo había salido mal cuando oyó unos golpes secos y la joven asomó la cabza por el costado de la enorme canoa.

-Qué amable por su parte ser tan puntual -dijo intentando componer una sonrisa- y gracias también pr romper el ventanuco. ¡El ambiente empezaba a estar bastante cargado ahí dentro!

Él no entendió nada de lo que oyó, pero casi podía decirse que ella le estaba sonriendo, lo cuál era buena cosa. También quería que subiese a bordo de la enorme canoa. Así lo hizo, con gran cautela. La Sweet Judy se había tumbado un poco de costado cuando la ola la depositó en la jungla, así que todas las suprficies formaban cierta pendiente.

Ganar o perder en el trabajo.

-Joder, voy a tener que ir de luto -exclamó nuestro protagonista viendo el uniforme que debería llevar en el trabajo que estaba a punto de empezar.
-Y comprarte camisas y pantalones. Joder, cada trabajo que haces para empezar te exige gastar no menos de 70 euros -le dijo Juan.

Juan no cejaba nunca de desanimar a nuestro héroe a que hicera cualquier cosa que emprendiera. Ahora llevaba unos días convenciéndole, o intentándolo de que cada vez que había trabajado había perdido dinero en vez de ganarlo.

-No es verdad, en el último tenía todo lo que necesitaba y gané pasta.
-Pero saliste rajando de él diciendo que no querías nunca nada igual.
-Qué jodío, a ti te ponen en ese puesto y te digo yo que te pones malo. Y seguramente en este también.
-Yo no veo que le saques el jugo a tus estudios.
Esto último tocó el ánimo de nuestro protagonista, que en efecto con más estudios que muchos iba a servir copas, pero él no dejaba de prometer que sería provisional

-No vale de nada que estudies unas oposiciones superiores es pérdida de tiempo y de dinero.
-Oye, ¿y te parece que ahí tirado a la bartola estás en condiciones de opinar?
-Bueno, yo pierdo tiempo, pero no dinero.
-Tienes respuesta para todo, vago de mierda.
-Y veremos quién escribe y quién no hace nada.


Y lo jodido era que en el fondo Fran hasta ahora no veía cómo negar lo que su hermano le decía. Pero en cuanto tuviese la primer nómina... ¡Huy, en cuanto la tuviese!