lunes, 31 de agosto de 2020

La memoria pandémica.


Acudía nuestro protagonista a hacer aquellas compras que le habían encargado. Tenía algo rondándole la cabeza, pero no sabía qué era. Algún error, algún fallo, algo que había dejado mal al salir de casa. 

Tuvo que llegar al supermercado de la
esquina y ver el gel de manos para darse
cuenta. Como queriendo confirmar su
revelación la cajera le dijo:
Señor,no puede entrar sin mascarilla.
Aquello era. Había salido de casa sin esta
prenda tan necesaria en los tiempos en que
corrían. No era la primera vez. Cada cierto
tiempo le ocurría y no acababa de asimilar el
acto reflejo de mirar al salir de casa si la llevaba.
Miles de veces se lo había propuesto, y sin
embargo siempre acababasorprendiéndose boquiabierto en la calle sin su mascarilla, exponiéndose a la
pandemia que seguía castigando el mundo donde vivía nuestro protagonista.. Ni siquiera la amenaza de
las autoridades de la ciudad donde residía de multar hasta con 100 euros a quien saliera de casa sin ella
había logrado metérselo en la cabeza. Ahora tocaba la segunda parte, volver a casa con mucho cuidado
de no pararse ante una patrulla de municipales. Lo cierto es que hasta entonces ni una sola vez le
habían llamado la atención por esos olvidos, pero bastaba dar con un munipa un poco quisquilloso o con
ganas de lucirse para que el descuido empezara a tener consecuencias graves. Eso sin contar los
gérmenes y virus que Fran se sentía avergonzado de haber transmitido. Viendo una patrulla al fondo de
aquella acera que transitaba, y una farmacia a su mismo lado, Fran optó por entrar en la misma y
comprar una mascarilla:

Aquí la tiene, señor, y no se preocupe, todos
somos humanos.
Precisamente, por eso hay que protegerse.
Nuestro héroe salió con la mascarilla de la farmacia
. Iba feliz con ella en dirección a su casa a coger la
prenda protectora... Y cayó. Otra vez había metido la
pata, ya no era necesario subir una vez que se había
comprado la mascarilla de la farmacia. Dio media
vuelta y volvió al súper enfurruñado. Cuando salió de
él llevando sus pobres compras de queso de untar,
coca-colas, etc se cruzó con el coche de los
municipales. Echó a correr para entretenerse con
ellos lo menos posible, y cuando se alegraba de
no haber tenido bronca con ellos...Sí, en efecto,
se dio cuenta de que ya no había motivos.
Joder, pensó, qué mañana más
espesa llevo. Espero que haya sido porque me he quedado descolocado con lo del primer olvido, pensó,
no que ya sea así de corto.

miércoles, 26 de agosto de 2020

Viejos machos.


 
Aunque evidentemente había también restricciones para ello, Fran y Juan Gordal no dejaban pasar la oportunidad, cuando la tenían, de una cerveza en los establecimientos que iban abriendo. Con aforos reducidos y medidas de seguridad ante la pandemia que seguía golpeando el mundo donde vivía nuestro protagonista, se solían formar colas en cualquier establecimiento, y así, los dos hermanos esperaban a cierta distancia mientras atendían a una chica rubia. La chica pidió algo muy normal, dos cañas, pero también en tiempos pandémicos había problemas de los de antes: el camarero tenía que cambiar el barril. De modo que la cola se quedó parada cinco minutos, y aquella chica sorprendió a nuestros protagonistas: comenzó a realizar una serie de posturas y movimientos extraños, parecían ensayos para algún baile discotequero o peor aún, posturas para las fotos de Instagram. Después de que la atendieran a ella y a nuestros protagonistas, Fran y Juan comentaron lo que parecía ser una diferencia clara de generaciones y sexos.


Las chicas siempre parece que han nacido sabiendo posar, y ahora la red esa les ha dado el motivo de hacerlo ⸺comentó Fran.

Pero lo que yo no sabía era que ensayaban para eso en sus ratos libres.

Bueno, la verdad es que salvo el móvil no requiere nada, es un hobby barato.

Joder, esto sí que es de hacerse viejuno, comentando por lo bajo los usos de las nuevas generaciones.

Más bien de las mujeres, que antes también cuando se ponían ante una cámara de carrete se sabían eso, lo que pasa es que ahora lo tienen más fácil.



En ese momento otra jovencita se acercó a los hermanos y les pidió:


¿Podéis sacarnos una foto a mis amigas y a mí?


Juan se dispuso a hacerlo, ya que de los dos hermanos era el que más controlaba los trucos de imagen y similares.Se e ocurrió hacer un comentario:


Cómo os curráis las chicas estas cosas. Lo tíos somos más despreocupados.

Pareces mi padre ⸺le respondió la chica con una sonrisa forzada.

Pues parece que percibir eso entre los sexos también es cosa de generación, pensaba para sí Fran. Pues sí, parece que nos hacemos viejos.

lunes, 24 de agosto de 2020

El deporte que tenemos.

 

Aquel domingo asistía nuestro protagonista a la final de la Champions League más extraña que nunca se había vivido, en la cuál había sido necesario cambiar el formato a mitad de la competición, pasando a jugarse a partir de cuartos todo en unas eliminatorias a un solo partido en Lisboa. Y por supuesto sin público.


La verdad es que sí que hay emoción, pero no es lo mismo⸺comentaba nuestro protagonista.

No es lo mismo porque al Atleti lo eliminó aquel equipillo alemán ⸺le respondió Juan Gordal.

Vamos, he vivido muchas finales sin el Atleti.

Y algunas con él, una de ellas, por cierto en esta misma ciudad. No te va Lisboa, ¿eh?

No, también empieza el Tour y en la situación actual se vive con cierto resquemor. No tiene nada que ver con le Atleti y el título. Y estos días que en la radio y similares hablan mucho los que iban a ir a las olimpiadas la sensación también es extraña. El deporte también nota la pandemia. Y en el ciclismo es rarísimo, público controlado y hasta quitan las azafatas del podium.


Bueno, es que ahora se ve mal eso de las chicas de adorno.

Pero se ha acelerado. De verdad, ojalá alguna vez podamos volver a tener el deporte como Dios manda.

Lo de las azafatas ya ves la vuelta que lo hizo antes que el tour, pondrán a un tío y una tía y eso de los besos...

Pues a ver qué más nos deja el jodio bicho.

Esperemos que otra final donde sí pueda ir el Atleti

¿Sabes qué? Que mejor, porque si el Atleti gana justo esta Champions hubiera quedado marcada como que ganó una adulterada y especial...

 Sin embargo, cuando nuestro protagonista vio en la televisión al Bayern de Munich, campeón aquel año, recibiendo la copa y la euforia de los jugadores, pensó que el Atleti podía estar ahí y no le pareció tan claro lo que había dicho antes. 

Joder, pues creo que sí hubiera podido soportar el estigma de la pandemia en esta victoria.


miércoles, 12 de agosto de 2020

La vergüenza es peor que el dinero.

Bueno, a ver si nos retratamos que parece que me has visto cara de Banco de España, ¿eh?

De acuerdo, Juan, pero no lo hago aposta, es que... ⸺comenzó a decir nuestro protagonista.

Sí, ya lo sé. Pues mira, no. Aunque seas el menor rondas la cuarentena. Ya no eres el crío al que todo el mundo invita.


Con vergüenza, nuestro protagonista repasaba en su interior las veces que su hermano le había pagado todo en las últimas salidas que hicieron: un helado en la merienda, una mascarilla una vez que habían salido de casa sin ella, dos cervezas en una terraza... Unas ocasiones por no sacar la cartera a tiempo y otras por puro y duro olvido, Fran podía haber llegado a acumular una deuda fácilmente de 60 euros con su hermano.


Te aseguro que nunca me ha pasado con otras personas, tendré que tener más cuidado...

Pues me alegro de saber que con tu hermano no tienes la prudencia que tienes con los demás.

Que no es eso, que ahora tendré cuidado. Además las tías me han dado dinero para gastar. Por mi cumple...

Déjalo que me vas a cabrear.


Ambos hermanos entraron en una librería de segunda mano, y Fran encontró un compendio de estudios sobre Al-Andalus que despertó su interés como medievalista. Juan una novela de ciencia ficción. Pasaron por caja:

 


8 euros ⸺dijo la cajera a nuestro protagonista.

Sí, ahora ⸺respondió este, y comenzó a buscar en su bolsillo su cartera.

Tenga ⸺intervino Juan en un tono en el que se notaba que estaba a la vez tratando de ser amable con la dependienta y severo con Fran.

Pero Juan, que yo iba... ⸺tartamudeó casi nuestro personaje

Ni una palabra. Lo hablamos fuera.


Y en la calle los dos hermanos tuvieron una discusión muy fuerte exponiendo Juan que había vuelto a pagar él, nuestro protagonista intentando explicarle que no tenía que haberlo hecho, etc.

¡Hay que tenerlo preparado para pagar, que ya no eres un crío! ⸺gritaba Juan.

Pero yo no te había dicho que pagaras. Mira, una terraza. ¿quieres una cerveza?

De acuerdo, pero se te ha acabado la barra libre.


Los dos hermanos pidieron dos cervezas sin alcohol, y comentaron el efecto que tenía en su dieta haber dejado el alcohol, los últimos cómic que habían comprado, y también el, comportamiento de Fran reminiscencia de su niñea cuando su familia le invitaba a todo. 

 


Está bien, te digo que no vuelvo a olvidarme. Venga, vámonos ⸺sentenció Fran


Nuestros protagonistas comenzaron a marchar, y Fran comentaba el libro que había comprado cuando oyeron una voz a sus espaldas:


Chicos, que no me habéis pagado ⸺decía el camarero de la terraza corriendo hacia ellos.

¡La leche! ⸺exclamó Juan⸺. Pero ¿de qué hostias estábamos hablando?

Lo siento mucho, señor, me he olvidado ⸺balbucía Fran sintiéndose inferior al camarero y a su hermano,

Seis euros.

Al menos esta vez no voy a pagar yo, pero sabes de qué vamos a hablar hasta casa, ¿verdad? ⸺dijo Juan Gordal.


Y nuestro protagonista no tuvo otra que callar hasta su casa sintiéndose un auténtico inútil Se dijo que esa vergüenza era peor que cualquier pago o cualquier bronca. Sí, definitivamente, no tenía que volver a pasar por ello nunca más. ¿Lo lograría esta vez?

 

El gel y sus consecuencias.

 

Por tercera vez en menos de una hora, Fran estaba echándose gel hidroalcohólico para entrar en un establecimiento. Lo había hecho en la tienda de tebeos, en el establecimiento donde había comprado una coca-cola, y ya cerca de casa tocaba en la frutería de la esquina. En esta tienda el gel era muy líquido, lo que según había leído en alguna web de internet cuyo nivel de fiabilidad desconocía, era porque en esa disolución el alcohol era lo más abundante. Además, después de embadurnarse las manos se tuvo que colocar los guantes de plástico, lo cuál no era fácil con las manos pringosas. Acabó de pagar las verduras y hortalizas que Doña Marta Palacios le había encargado, y en el ascensor notaba un olor muy penetrante de alcohol. Una vez más era el gel. Después de lavarse las manos y frotar bien el minuto «reglamentario», cogió otra vez el gel de casa, de otro tipo, más espeso y con un colorante azul (se asombraba nuestro protagonista de las cosas que iba aprendiendo en relación con la pandemia que afligía su planeta), que despedía un olor bastante más agradable, pero no menos penetrante, como a licor de naranja.


Algunos huelen como a vodka —le interrumpió Juan Gordal—. Yo no sé si se podría hacer un kocktel con todos los geles.

O restregarnos el vodka o el whisky —respondió Fran—. En todo caso tengo las manos enrojecidas de frotarme con la cosa esta. Y si huele a alcoholazo llevando la mascarilla no sé yo cómo debe ser de fuerte.


Entonces llegó Doña Marta Palacios de la calle, y añadió más tela a la discusión de los hermanos:


Ayhijosmemnosmalquellegonoséquécoloniaoshabéisechadoperohuelemaravillosamentenocomoel

alcoholestequehayqueecharsecadapocoqueparecequesehayahechoparaserlomásmolestoaversisepasa

yaestoquenoaguantonilamascarrillanielgel...

Bueno, mamá, no es por joder, pero vete a desinfectarte y tal que es lo que toca al llegar de la calle —habló nuestro protagonista.

Ayhijosesquerespirarsinlamascarillaestámuybienperovolverafrotarmevoyaarrancarlapielaversi

inventanalgoparanotenerquefrotarsetodoelratoqueencimalatengoresecanoestoytampocotanmayor

comoparaparecerunamomia...

Échate crema de piel, mamá —le sugirió Juan.

Nohijoestoyhartadeuntarmeyahoraencimacremaparanadamelavoyaecharmevoyaarrarncarlapiel

yahetenidosuficienteloquesímegustaescómohuelelacoloniaesaquelleváisqueescomodenaranja

megustaríadarmeunpoco...

Te la acabas de dar, mamá, es el gel —dijo Fran

¿Aysí?Ayquébienesverdadnolohabíanotadoquébuienpuesyoquierosiempregeldeesteahorame

tendréquefrotarmásamenudoyyoqueveníaquejándomeyeratanbuenodadmemásquehastamelovoya

echarcuandosalgaalacalle...


Los dos hermanos miraban asombrados lo rápido que su madre había cambiado de opinión, y aún más que el olor a vodka le gustara.


He renunciadoa entender a mamá —dijo Juan.

Bueno, al menos la hemos convencido de usar el gel —sentenció nuestro protagonista.

viernes, 7 de agosto de 2020

Germinal, atemporal como buena novela, y deprimente que lo sea.

Lo sorprendente no es que sea una problemática actual, es que se relata exactamente igual: los señoritos creyéndose que hacen un favor, los obreros sabiendo que deben pelear por lo suyo pero con miedo, las autoridades favoreciendo según clases... —decía nuestro protagonista leyendo Germinal de Zola.

Hombre, a ver qué te crees. Un libro no permanece como ejemplo para movimientos sociales durante tanto ntiempo si no es bueno.


La obra de Emile Zola nos cuenta como un antiguo empleado ferroviario, que ya ha perdido su trabajo por insubordinarse a sus superiores llega a una zona del norte de Francia y consigue trabajar de minero. Allí experimenta las durísimas jornadas de 12 horas, el riesgo laboral continuo, la dejadez de los empresarios en el mantenimiento de las instalaciones... Cuando tras una crisis los empresarios decretan una bajada de salarios, los mineros se organizan y se declaran en huelga.


Y a pesar de la valentía que tienen, se dan cuenta de lo desigual que es su enfrentamiento, se percibe la rabia, la impotencia... —continuaba Fran.

Por suerte eso es imposible hoy , ¿eh? —le contestaba Juan

Lo más jodido es ver que los verdaderos responsables de la situación es que ni se enteran. Están comiendo ímás allá de todo peligro. Lo que les preocupa es que el párroco les afee la conducta en los sermones.

En fin, a través ya de siglo y medio lo de siempre, esperar que en algún momento esto lleve a alguna parte.

Además, Fran observó las numerosas adaptaciones cinematográficas, teatrales y televisivas que ya había inspirado esa novela:



Curiosamente casi todas en años acabados en 3. Yo he visto la de 1993, con Depardieu. Curioso porque era de cuando parecía que todo movimiento revolucionario, tras la caída del bloque del este estaba desfasado.

Sin embargo, hoy, entre dos crisis, está más vigente que nunca.

Porque la historia tiene la mala costumbre de continuar siempre. A ver si ahora logramos de una vez que esa planta germinal prenda.

 "Por la llanura, bajo una noche sin estrellas, espesa como la tinta, bajaba un hombre por la carretera de Marchiennes a Montsou, diez kilómetros de adoquines junto a campos de remolacha. Por delante ni siquiera veía el suelo, y sólo intuía el horizonte por las ráfagas de viento de marzo, amplias como el mar, heladas tras barrer leguas de marismas y tierras desnudas.Ni una rama de árbol en el cielo, la calzada se veía recta como un espigón, entre salpicaduras deslumbrantes de niebla.

 El caminante había salido de Marchiennes hacia las dos, con paso vivo, tiritando bajo el fino algodón de su chaqueta y su pantalón de pana. Le molestaba un pequeño bulto envuelto en un pañuelo a cuadros. Lo apretaba contra sus caderas, por momentos con un codo, luego con el otro, para poder deslizar en el fondo de sus bolsillos las dos manos a la vez, esas manos ateridas que sangraban por el viento helado. Una única idea ocupaba su mente de obrero sin techo ni trabajo, la esperanza de que al amanecer hiciera menos frío. Llevaba una hora caminando, cuando a la izquierda, a dos kilómetros de Montsou vio el resplandor rojo de tres braseros que ardían como suspendidos en el aire. Al principio dudó y temió, pero al final no pudo resistir la molesta sensación de calentarse las manos".

jueves, 6 de agosto de 2020

Una comida maldita.

Venga, que ya tengo la mesa puesta, hoy me he currado yo el menú.

Muchasgraciashijotu

hermanoyo

estamossentadosesperando

queyaeshoradecomerseguroqueestá

perfectoaunqueyonuncahetomado

nadaparecidoperosilohashechotúbien

estaráyJuan

seguroqueselo

comebien...

Bueno, yo te agradezco el esfuerzo, pero ya sabes que yo con la comida tengo poco aguante.

Míralo. Solo he hecho una sopa fría de esas y un asado ⸺dijo nuestro protagonista sin nombrar el postre de la mousse de naranja que había visto al buscar la receta de la sopa por internet⸺. De momento, aquí tenéis, este plato que según vi es de Bulgaria y Albania y se llama Tarator.


Nuestro protagonista llevaba tiempo pensando en preparar un codillo pero asado, algo que según le habían insistido Carolina Gordal y Alvarito era una esquisitez muy facil de preparar. Fran pensó que acompañar su plato con patats y nabos y utilizar su flamante nuevo horno sería algo muy sencillo, pero además, dadas las fechas de verano había buscado un plato fresco para acompañar, y un postre frío. Encontró lo que buscaba con ese plato del este de Europa y con una mousse de naranja, que una vez había aprendido a montar las claras con el accesorio de la batidora no ofrecía mayor dificultad. Estaba henchido de orgullo al poner el tarator en los cuencos empezó a explicar sus ingredientes, pero su hermano le interrumpió con la peor noticia posible:


Pues no lleva más que yogur, pepino, nueces, aceite de oliva, eneldo y nueces. Se mezcla y...

Joder, pues podrías haberlo probado. Está asqueroso.

Ayhijoestoesunhorrordedondehabrássacadoestoyomelocomoperootraveznosehaceyquiente

mandabameterteconestascosasrarasconloricoqueestáelgazpachoteníasqueponercosasdeestasrque

nuncasehanhechoytirarelyogur...


Fran lo probó. Aunque ya esperaba nuestro héroe que su madree no disfrutara de un plato con un sabor que, suponía, iba a ser intenso, y su hermano era un exagerado lo cierto es que el gusto no era el esperado:


Pero tira eso, no te lo comas. ¿No vez que sabe a plástico? A mierda.

Yo me lo voy a acabar ⸺dijo nuestro protagonista, aunque ciertamente no era lo que había imaginado. Él creía que debía acabarse el plato.

Miraquefiarsedeinternetparalacomidaayhijoconladelibrosbuenosquetenemosdecocinaporquéte

meterásenesomiraloquepasasiesqueaquienseleocurreconlobienquesehamiradosiemprelacomidaenloscatálogos...

Sí, la culpa será de internet ⸺refunfuñó Juan.


Nuestro protagonista, completamente aturdido, se retiraba pensando qué había podido fallar. Había seguido todos los pasos de la receta, había preparado otras veces salsas y cremas similares que habían resultado, había medido las cantidades...¿algún ingrediente en mal estado, quizás? Bueno, pensaba, da igual, un asado con piel churruscada y carne en su punto borraba todo. Con esta idea sacó el codillo del horno.



Os vais a resarcir ⸺dijo alegremente mientras preparaba los cuchillos y trinchaba. De pronto notó que le costaba cortar y comenzó a forcejear con mal gesto.

Déjame a mí ⸺dijo Juan, y también se peleó con el codillo durante casi un minuto. De pronto anunció lo que nuestro protagonista no quería oír⸺. Está crudo.

¿Cómo? ⸺dijo Fran estupefacto, y al comprobar que era cierto lanzó los cubiertos sobre el plato con un gesto de rabia.

Ayhijosiesquenotendríasquehaberhechootracosaqueelcocidodetodalavidacómoteponesahacer

cosasrarasbuenoporlanocheestarábienperonoshasdejadosincomidayencimacasitecargaslosplatosque

notienenlaculpadenada...

Voy a prepararos unos huevos ⸺dijo Juan y que encima no se cabreara reconcomió aún más a nuestro protagonista.


Fran de tapadillo fue al frigorífico a certificar del todo el desastre: la mousse tampoco había salido. No habiendo dicho que la había preparado, prefirió tirarla discretamente. Viendo a su hermano servir la comida alternativa sintió un enorme abceso de rabia contra sí mismo. Todo le había salido mal, y ni siquiera sabía por qué. Quizás la mousse era novedad, pero asados y cremas había preparado miles, y siempre bien. Juan adivinando sus pensamientos intentó consolarlo:


Venga, Fran, a mí también se me ha quedado crudo un conejo en el último mes.

Yelasadoseguroqueporlanocheestábienhijonotemartiricestúsimplementenovuelvasausarelinternet

paraesoqueyavesloquepasalapróximavezdejaqueteayudemosnotemetassoloenlacocinaymenosconla

guíadelinternet...


Pero Fran no se daba por vencido. Ya pensaba en cómo buscaría la próxima receta, y prometíó no dejar de ensayar hasta que se pudiera dejar cualquier comida en sus manos. De momento, ya pensaba en cómo seguir haciendo experimentos de mousse por su cuenta.


miércoles, 5 de agosto de 2020

Juan, Fran y los herbolarios.

 
Mira, Fran aquí también tienen polos
de frutas. ¿Los probamos? ⸺dijo Juan.
⸺La última vez que entramos en
herbolarios de estos salimos bastante
resabiados.
¡Coño, Fran! Que la última vez que
entramos en un herbolario pudo ser
fácilmente hace cinco años, y
lo único que ocurrió es que no
conocíamos los cereales
que queríamos pillar.
Los dos hermanos se habían propuesto adelgazar y reducir las calorías que ingerían. La
merienda más habitual en aquel verano era un polo de frutas. Que aliviaba el apetito, el
calor y tenía más fruta y vitaminas que otra cosa. Pero no siempre encontraban los que querían.
En aquel herbolario parecían tenerlos de otra procedencia diferente a la que los hermanos solían
coger. Y juan decidió probarlos.
¿Pero qué pasa? ¿desconfías de ellos?
Juan, por favor, si sabes que nunca he temido probar ningún plato. Y ninguno es
ninguno. Pero aquí pedimos cebada y nos dieron quinoa, o lo que eso fuera.
Anda, déjate de tonterías. ¿De mandarina, lo quieres?
Fran echó un vistazo a los sabores. Lo meditó como 15 segundos y decidió:
Manzana.
Vale, yo papaya. Vamos.
Ambos hermanos entraron en la tienda, y buscaron los polos en la misma. No los vieron y
preguntaron a la dependienta, una mujer de unos 50 años delgada, con la piel seca y un
vestido pardo. Estaba hablando con otra mujer ligeramente más joven con rastas y teñida
de rubio de las clases de yoga que esta seguía. Y esto fue lo primero que espetó a los hermanos:
¿No veis que estoy atendiendo a otra persona? Callaos y esperad.
Oiga, no estaba usted hablando de nada de esta tienda. Si la atiende somos nosotros sus
clientes ⸺ dijo Juan haciendo un esfuerzo para no subir la voz.
Está bien ¿Qué queréis?
Pues dos polos de manzana y papaya
Pues lo siento, solo me queda de melocotón.
Bueno, pues de melocotón ⸺dijo Juan mientras dirigía a Fran una mirada más
elocuente que cualquier palabra sobre su estupor.
Metió la mano en el congelador y sacó un polo. Lo puso en el mostrador. Por primera vez,
Fran intervino:
¿Y el mío?
Solo me queda ese ⸺respondió la dependienta y antes de pasárselo a Juan añadió
⸺Y el envoltorio está abierto y el palo roto.
Pues mire, déjelo ⸺dijo Juan en un tono en el que Fran notó que había una lucha
muy grande por contener una explosión de ira.
Ya en la calle Fran sentenció:
Parece que lo de los cereales no era algo aislado.
Joder. Mi reacción ha sido lógica ¿no? No atender, no tener el sabor, solo uno, este
único defectuoso... Cuatro desaires en ¿6 minutos?
Que sí, joder, no seas tan falto de autoestima. Pero parece que estos establecimientos
no se nos dan bien, no.

lunes, 3 de agosto de 2020

Al final me decido por... nada.

Vaya, pues pensaba dejar a Juan el ordenador y poner el DVD de Grupo Salvaje de Peckinpah, pero también ponen el Jersey Boys una de Clint Eastwood que no he visto, y antes de que acabe ponen en otra cadena El Último Mohicano, que hace mucho que no la disfruto. La verdad, no sé qué voy a escoger ⸺pensaba nuestro protagonista.
Y es que aquel día se rompía la irritante paradoja de que cuantos más canales y plataformas tenía el público a su disposición , sin embargo el nivel de las opciones que ofrecían solía ser el más bajo imaginable: casi siempre comedias gruesas, filmes alemanes de baja categoría, etc. Aquella tarde noche, sin embargo, parecía que nuestro protagonista iba a disfrutar. Pensaba cuál sería el filme que vería, pero a las diez, Doña marta Palacios se interpuso en la ecuación:

Ayporfavordéjameveresto
queesundocumentalsobrelaCasadeAlbaquequieroverloquemeinteresa
quieroverlagenealogíadesdeelGranDuquehastahoyquenosiempretengotodoclaroperolosadmiro
muchosonhistoriaviva...
Mamá, ese programa no va de los tercios de Flandes, ni de la dinastía Estuardo, ni de la historia europea, hablan de los ligues de Cayetana y su prole .
Perosongentealaqueadmiromuchoporfavordéjameverloquemepareceincreíbletodoloquehahecho
porSevillayAndalucíaytodaslasempresasquehanlevantadoapartedelpatrimonioartísticoquegurdany
cómohansabidosufriraveces...

Fran se contenía aguantando todo lo que pensaba él sobre la obra de aquellos personajes, su importancia en Andalucía, lo que era sufrir... Lo cierto es que su madre no siempre tenía cosas a su gusto en la tele, aún menos que él, de modo que para un día que quiso ver algo se lo permitió. El cotilleo aquel acabó a las once menos cuarto. Doña Marta hizo sola el movimiento de poner el film de Clint Easwood:

FranestoyahaterminadoyapuedesverlodeClintEastwoodaqueescasitanadmirablecomoCayetanay
losAlbaaunqueporloqueveoestoesunmusicalynoestáélaunqueseguroquelohizobienporquenadiesabe
decineymúsicacomoelgranClint...
Yo no veo las películas empezadas mamá, esto ya lleva media hora. Voy a poner lo de Peckimpah.

AyesperaesperaqueestenúmeroesmuybuenoquierovercómolohacedonClintqueeselmejorpara
muchascosaslosnúmerossonmuybuenosquieroverquienactúaporqueyaveoqueClintEastwoodescapaz
detodoyoquieroveresto...

Fran se resignó, ya que esto también se solaparía con el comienzo en el canal Paramount de El Último Mohicano. Pero es que lo cierto era que cada vez Doña Marta veía menos las cosas de la tele. De modo que no se sintió capaz de negárselo, aunque eso supusiera comparar a Cayetano de Alba con Clint Eastwood y no ver ninguna película cuando tenía varias buenas en el menú de opciones. Por lo menos Juan habrá avanzado con el ordenador, se decía a sí mismo. Pero Juan , que se había encerrado en el cuarto del ordenador, y no había parado de teclear y trabajar salió haciendo un comentario descorazonador:

Acabo de darme cuenta de que no tengo claros algunos datos sobre el autor del tebeo del que estoy escribiendo. Tendré que documentarme más. No sé si voy a guardar esto.
Gracias, Juan, era justo lo que quería oír. Anda, mejor me voy a mi cuarto a leer.