viernes, 20 de diciembre de 2019

¡Feliz 2020 con un llamativo optimismo!


Bueno, tenemos las uvas, el asado, los mariscos... —dijo nuestro protagonista pasando revista en Nochevieja a sus víveres.
Otro año que se pira, y otra década —observó Juan Gordal
No, las décadas empiezan los años acabados en 1 —corrigió nuestro hombre —. Ya me cobraron en mis primeros años de mayoría de edad dos veces la fiesta de milenio para no saber eso.
El caso es que pasa el tiempo, y seguimos sin notar nada.
Pues raramente te lo digo, pero acuérdate, este va a ser mi gran año.
¿Qué? ¿Tienes un plan para dominar el mundo o algo así?


Fran comprendió que era difícil justificar en términos racionales su optimismo, pero realmente , por alguna razón, tenía la corazonada de que en 2020 todo le iba a ir bien. Que las siguientes navidades serían en mejores condiciones que las que se estaban celebrando, que ese año redondo traería algún cambio.


Fran, tú nunca has sido de cosas esotéricas de esas, dímelo. ¿Qué te traes entre manos?
Nada que no sepas, iré a oposiciones, buscaré trabajos, intentaré ponerme en forma...
¿No tienes ningún motivo pero dices que va a pasar algo?
Sí, en serio lo creo.


Intentando aún nuestro protagonista explicar a qué se debía ese optimismo, hizo su aparición Doña Marta Palacios y habló de planes para la cena.


....Yahepuestouncorderoparaquecenemosperonosésiponerlosturronesamediatardeodespuésdela
cenacómocreéisquequedarámejordesdeluegonoséyocómocasarlosperoesnecesarioquelostomemosy
estoslangostinosteníanmuybuenapinta...
Mamá — inquirió Juan Gordal —. ¿Qué esta Fran tramando que no me quiere decir?
Ayhijoyoqueséperoporquénovaatenerilusiónenelnuevoañomiraloimportanteesesperartodoscon
alegríayojalátodoshubieratenidotuhermanoesasensaciónamímegustavoyallamaratodoslosquehayque
felicitarelaño...
Eso, feliz 2020 a todos. Peero me quedo pensativo —dijo Juan.
Pues no pienses y disfruta, que va a ser buen año —remató nuestro héroe.


¡Feliz Navidad 2019!


Vamos a la compra, mamá. Ya te he dicho lo que yo compraría — comentaba Juan Gordal aquel día de nochebuena.
Síhijoestabaponiendo
elBelénmegustamucho
esepequeñitoqueme
habéisregaladoquees
unimánpara
laneveraeslomejorque
herecibidodemomento
esteañoporqueparecequelaloteríanonossacadepobresunasñomásahoravosotrostenéisquesaliradelante...


Ya por la tarde, Carolina Gordal y Alvarito entraron por la puerta trayendo cerveza y algún paté preparado por ellos para la noche especial:
Morteruelo del que le enseñé en mi libro de cocina, Doña Marta — dijo Alvarito.
Y algunos turrones que creo que te encantarán, mamá, que a ti te gusta mucho el dulce y esto no se ve en todo el año.
Muchasgraciashijaeresunsolteechodemenosperomiravenaverloquemehanregaladotushermanos
estenacimientitoquemehantraídodelaPlazaMayorqueestámuybienenlaneveratushermanospareceque
noperolesgustamucholanavidadylacelebran...
Lo que yo espero que no falte es el buey de mar y los mariscos — dijo nuestro protagonista.
De eso me he ocupado yo, Fran — respondió Juan Gordal.


Con toda sufamilia contribuyendoa la cena, con la televisión emitiendo los clásicos de todos los años, y la comida en la mesa, un año más nuestro protagonista observaba cómo esa cena, año tras año, era uno de los mejores momentos y el bienestar que produce estar en familia era difícil de explicar en palabras, simplemente uno se sentía de maravilla, que podría con todo.


Perovenidaverelimánqueesunapocholadaqueyonoséestosniñosdedóndesacanestascosasmeha
llegadoesincreíblequesevayanellosalaPlazaMayoryseacujerdendemísoislostresunoshijosquejamás
agradeceréalcielolosuficientetener...
Joder, mamá, me alegro de que teguste tanto. Y luegoademás tienes la misa esa. Qué gra día para ti. Muchas felicidades — dijo nuestro protagonista.
Para todos — gritó a coro el resto de la familia.


jueves, 12 de diciembre de 2019

La vida invisible.



¿Entonces te ha gustado? ―Preguntó Juan Gordal.
Sí, es una novela muy curiosa, porque es muy de los temas espirituales, de valores y de moral que le gustan al De Prada pero logra hacerlo entretenido ―contestó nuestro protagonista .
Hombre, Juan Manuel de Prada será rancio, ultracatólico y chapado a la antigua, pero es un pedazo de escritor ―aseveró Juan.


La novela dela que hablaban era La Vida Invisible, que muestra como un escritor joven que ha llegado hace poco al éxito y que está a punto de contraer matrimonio realiza un viaje por los Estados Unidos, durante el cuál conoce a una admiradora que acaba perdiendo la cabeza por él y a un buscavidas herido en el Vietnam que lo pone en contacto con una antigua pin-up de los 50. desaparecida hace muchos años de la escena, pese a ser un mito erótico. Haciendo honor a su título muestra las peripecias y problemas q ue puede esconder gente de la que creemos saberlo todo, y lo oscura que puede ser la realidad de personajes que tenemos idealizados. Personajes quehan tenido momentos muy duros en su vida, que muestran cómo en realidad no deberíamos envidiar o idealizar tanto.


La vida que pone a la playmate es terrible ―dijo nuestro protagonista ―, pero sin embargo parece que está todo lo que dice justificado en la novela por desagradable que sea.
Y la tarada de su admiradora, que a ratos te ríes con ella, y a ratos te acojona.
Si no fuera porque sería un gilipollez que no creo que nadie sea tan imbécil como para hacerla, diría que el escritor que pone es una versión guay del propio De Prada.
Sí, católico, tradicional, cultureta...
Y cómo logra retratar bastante bien las capas sociales más bajas en Madrid, en Chicago...
Por cierto, recuerdo que el escritor decía ser de una "ciudad levítica" que no se nombra en ningún momento

Dedicatoria para todos los públicos.



Pues para una vez que estamos aquí cuando los escribís, es una alegría muy grande poder participar en el regalo a la niña ―dijo la tía Maria Cristina después de mostrar el Belén de peluche que había aportado al regalo de la familia Gordal palacios a la pequeña Marimar.
Puessíhermanala
mandamostodos
losañosennavidad
yensucumpleaños
cosasqueyaestá
muycrecida
yanoesunbebémis
hijotambiénla
escribenhasta
Juanquenoes
muydecríos
nideescribir
parecquelehace
ilusión...―añadió Doña Marta Palacios.
Ya has tenido que meterme la pullita ―respondió Juan Gordal.
Nohijofirmalatarjetaaverquéseteocurrequeparaunacosaernlaqueparticipastodosqueremosque lohagascongustoyséquetúeresunapersonamuybuenaymuycariñosaquecuandoteponesconestolohaces
contodoelcorazón...
Trae.


Y mientras todo esto sucedía, nuestro protagonista que observaba la escena pensaba algo ingenioso que decir a la pequeña. Normalmente nuestro personaje tenía mucha inventiva para las dedicatorias, pero siempre eran chistes de los que no podía decir a una niña de corta edad: chistes de que para nosotros todas las noches son buenas, de que aquí tengo el gordo de navidad con dos aproximaciones, y viendo a Juan dibujar un duende navideño le había venido uno más, de su terrible enano... ¿sería posible que a su edad no fuera capaz de ocurrírsele nada fuera del humor cuartelero?Con la referencia mental al humor cuartelero recordó los chistes de la Historias de la Puta Mili de Ivá donde a veces los soldados del sargento Arensivia hacían verdaderas burradas con los camellos del desierto, y tras darle vueltas pensó en dibujar a un camello para la niña, y ponerle diciendo el clásico: «Basaltar...¡y se cayó!». Al acabar su hermano de firmar la tarjeta le llegó el turno y dibujó el chiste más viejo sobre navidad que recordaba, pero válido para una infante de la edad de Marimar.

Québonitohijosevequetútodavíamantienestuespíritunavideñosenotaquetienesilusiónconestocasi
estásapuntodeescribirunacartaalosReyescuandotienesgustoporlascosassetransmiteenloqueescribesy
parecequelosabes... ―afirmó Doña Marta Palacios
Y qué puro e inocente. Se ve que tiene aún corazón de niño ―dijo la tía Maria Cristina.
No logro hacerle crecer, no ―sentenció Juan.

Nuestro protagonista tuvo ganas de pegar una bofetada a alguien al oír que le decían aquello cuando había hecho esfuerzos para dar una dedicatoria adecuada al público que recibiría la tarjeta. Pensando que era imposible acertar con todos esperó que al menos a la benjamina de los Gordal palacios le gustara y dijo:

Bueno, los pajes de los reyes magos me habrán visto.



sábado, 7 de diciembre de 2019

Adultos y niños ante el alumbrado.



— Pues yo no sé en qué pensaban los que pusieron este alumbrado. Parece que alguien se haya hecho una paja y haya dejado el grumo colgado de la calle — comentó aquel transeúnte.

Juan y Fran Gordal habían oído críticas tremendas al alumbrado de navidad de ese y de otros años, pero aquella había superado en un momento todas las demás. La comparación era grotesca y rebuscada, pero en efecto aquella iluminación de barras colgantes con grupos de bombillitas blancas a lo largo de las mismas producía ese efecto tan grotesco.

— Pues ahora ya no voy a poder volver a pasar por esta calle sin pensarlo — comentó nuestro protagonista.
— Bueno, Fran, no te rayes, que sabemos todos lo que son, bombillitas.
— En otro tiempo las luces de navidad me llenaban de alegría e ilusión, y ahora cada año montan un Cristo por ellas.

Como queriendo confirmar lo que deía nuestro protagonista, un niño pequeño pasó al lado y le preguntaba a su padre:

— ¿Y por qué ponen estas luces, papá?
— Porque es una época muy bonita en la que nació el niño Jesús, en la que las familias se juntan, y en la que vienen los reyes y hay que celebrarlo hijo.

Fran se vio durante unos momentos reflejado en aquel pequeño. Pensó que quizás sólo en la infancia uno podía albergar esa primitiva ilusión y alegríqa. Pero inmediatamente el niño respondió a su padre:

— Pues a mí no me gusta, papá.
— Bueno, hijo, pues se pasa pronto y ya lo quitan.

Cuando aún el niño no se jhabía alejado, Juan Gordal le comentó a Fran entre risas que ni los niños mantenían ya el espíritu navideño. Fran sentenció:

— Pues a beber cerveza, que eso siempre levanta el ánimo y alegra.
— Sabía que dirías eso. Venga, vamos.



Adultos distópicos de Navidad


— ¡Huy, qué bonito! — dijo aquella chica pija viendo esa pila de libros en la FNAC.
— Sí, para la estantería luciría mucho. Ahora miro en el móvil cuánto vale en Amazon — respondió su acompañante —Ahora que viene la navidad hay que ir pensando qué compras hacemos.

Juan y Fran Gordal observaban a aquellas dos chicas con incredulidad. Estas ya rebasaban la mayoría de edad, y parecían mostrar los adultos en los que se convertirían los niños distópicos como aquel que tanto les impactó. Por lo menos parecían conservar el interés por los escritos, lo que al menos garantizaba que no se perdían.

—Pero dicen que los quieren como objetos decorativos, Fran —observaba con horror Juan Gordal—Los quieren para navidad, los pondrán entre muérdagos y espumillón.
—Ya, y se los piden por Amazon.
—Vamos hacia un mundo donde los que rondamos los 40 somos los que van de compras, los otros ya no quieren ni contacto con las tiendas.

Aún les reportaba otra sorpresa impactante la conducta de aquellas dos chicas. Una de ellas se volvió hacia los clásicos Bruguera, y encontró los tebeos de Superlópez:

—Fíjate, ahora hacen tebeos de aquella película que era superanticauda, tía. Que parecía de los 80.
— Los manga de aquí son un poco absurdos. Y conozco bien el manga, que después de leerme Dragon Ball y Naruto sé de lo que hablo. Tendrían que hacer como los japoneses, que no son europeos pero adoptaron la navidad y hacen compras, como nosotros.

Fran observó cómo a su hermano se le hinchaban las venas de la cara y el cuello y se ponía colorado como un cangrejo cocido. Actuó con rapidez, lo sacó a la calle a que le diera un poco el aire, pues llegó a temer que la supina ignorancia y prepotencia de aquellas dos muchachas le provocara algún tipo de problema de salud. Una vez que respiró, Juan soltó un montón de palabras fuertes y malsonantes que no voy a reproducir, Fran intentó calmarlo:

—Juan, que no todo el mundo tiene que saber de cómic, y los pijos siempre han existido.
—Pero acuérdate del crío del otro día, se van haciendo con el mundo, porque encima son los que tienen pasta para críar.
—También había mucha gente normal en la FNAC
—Pero o educamos bien a los críos, o en unos 30 años el mundo estará lleno de subnormales que no concebirán más cómic que el manga, y creerán que las navidades son todo compras absurdas.
—Y ni siquiera el de Tezuka, por ejemplo, el manga más comercial y más burdo.