miércoles, 26 de noviembre de 2025

Invierno en el bosque de Fran

 

 

Pues ya está
 la lona, 
ahora a ver si 
funciona durante
 quince días por lo
 menos⸺dijo 
nuestro protagonista
 cuando acabó de
 extender aquella 
tela que le 
habían recomendado para proteger del frío las plantas que tanto le había costado 
cultivar.¿Quince días? Igual estás así hasta abril⸺respondió Carolina Gordal quien 
observaba la operación.

Con la llegada de aquel invierno a Madrid nuestro protagonista, después de haberse
iniciado aquel año en el cultivo de plantas ornamentales y de hogar, descubrió que
muchas de ellas no aguantaban bien las heladas. Era un problema con el que nunca
había lidiado, pero en los mismos libros y páginas web donde lo había leído había
visto que existían varias soluciones, entre las que la más habitual era cubrirlas con
una lona térmica. Lo puso en práctica con algo de duda, no le gustaba tener así la
terraza tres meses o más y además no sabía si surtiría efecto o se le echaría alguna
a perder.

Bueno, Fran, es el ciclo natural, los árboles pierden las hojas, llega el frío y en
 la primavera todo se repone ⸺comentó Carolina.Desde luego. Si no funciona esto y se echa a perder alguna, hasta la primavera 
no tocaré nada.¿Aguantarán cubiertas tanto tiempo?No sé, nunca lo he hecho. Sólo sé que de momento estoy librando una batalla
 contra los elementos. Soy una especie de dios protector, pero una birria de dios 
que tiene a todo el Olimpo por encima suyo.También hace muy mal efecto tener una tela blanca cubriendo toda la terraza.Si cesan las heladas la quitaré, pero me ha costado tiempo y esfuerzo cultivar 
esto y no quiero que se pierda.Bueno, pues suerte en tu batalla contra los elementos. Tu bosque será el único 
que tire para adelante.Y pase lo que pase, por una vía o por otra, el bosque resurgirá en primavera. 
Así debe ser.


lunes, 24 de noviembre de 2025

Carolina no teme a las broncas

 


Fran tomó el primer bote de desodorante de los que había en aquella estantería. Estaba
vacío. Tomó el segundo y lo mismo. Así varias veces hasta que finalmente encontró uno
que podía usar para arreglarse antes de salir.

Esto de Juan de comprar un botecito cada vez que
 sale y dejarlo allí con los demás
 debe acabarse ⸺dijo nuestro protagonista.También podría tirar tú los botes vacíos ahora 
⸺le contestó Carolina.Sí, y aguantar cómo se pone el tío cada vez que tocan algo suyo.

Juan tenía verdadera obsesión con acudir a cualquier compromiso bien arreglado, lo
que, por supuesto, incluía llevar los sobacos en condiciones. Pero entre que perdía a
veces sus cosméticos o productos y que, en otras ocasiones, simplemente compraba
sin mirar, la casa de los Gordal Palacios tenía siempre problemas similares.

Yo me voy a llevar los cristales, Fran. Voy a coger también los botes vacíos y que
 me eche la bronca si quiere ⸺habló Carolina.Yo te he avisado, pero si dices que la bronca la asumes tú...

Pasó el día y los tres hermanos se volvieron a encontrar en la casa. Juan pareció no
haber notado nada hasta que se cambió las lentillas por las gafas y pasó frente a la
estantería de los botes:

¡¿Quién ha tocado mis desodorantes!? ⸺gritó desencajado⸺. Sabéis que
 no puedo estar sin ellos.He sido yo, Juan ⸺respondió Carolina⸺. Era absurdo tener esos cristales vacíos 
allí.

Fran pensó que ahora sus dos hermanos se enzarzarían en una tremenda discusión, pero
no fue así. Juan se volvió hacia nuestro protagonista y preguntó:

¡¿Y tú le has dejado?!No, yo le he dicho que no te iba a gustar pero se ha empeñado ⸺respondió nuestro 
protagonista.¡Vamos, que le has dejado! De verdad que me sacas de quicio. En cuanto uno se 
vuelve me la haces.Joder, al final me voy a llevar yo la bronca por lo que ha hecho Cárol. Ahora 
entiendo por qué ella iba tan resuelta.


martes, 18 de noviembre de 2025

Solidaridad con el Papus

 

 

Juan casi no
podía creerse
 lo que había
 encontrado 
en aquel 
estante 
de aquella
librería. 
Extrajo ese
 tomo de 
varios autores 
y le preguntó
 a Fran:¿Habías visto esto alguna vez, Fran? ¿Sabes lo que es?
 
 Fran lo observó y contestó:Pues no, no lo había visto, pero sí había oído hablar de él y lleva un título muy claro.

 Ambos hermanos habían descubierto el cómic que varios autores habían creado tras 
el antentado de 1977 contra la revista satírica El Papus, que hacía un tipo de humor 
que, evidentemente, no era del gusto de la extrema derecha, que entonces wstaba aún
 más fuerte si cabe que ahora Cierta organización terrorista dejó un paquete bomba en 
el correo de la revista que mató al conserje e hirió a otras 17 personas. Posteriormente,
 un montón de autores de cómic y viñetas de la época se habían unido para hacer un
 número solidario con sus compañeros atacados, al que titularon, como dijo Fran, con 
una frase muy explicativa: Solidaridad con el Papus
Estaban todos los que hemos leído alguna vez en este país los nacidos antes de los
 90, de Ibáñez a Óscar Nebreda —comentó nuestro protagonista.Por suerte algunos, como Carlos Giménez, autor de la portada, siguen—respondió Juan.Es curioso todos los estilos y formatos que abarca, pero todos del lado de quien tenían 
que estar.Y un poco inquietante la vuelta de ciertas actitudes. Porque ya hemos visto amenazas 
a revistas de humor y altercados en algunas ferias de cómic por parte de ciertos 
energúmenos.Si, este es un ejemplo de cómic cuyo valor va más allá del entretenimiento y la 
diversión. Un ejemplo para tiempos posteriores.Tempos que algunos quisiéramos que estuvieran más superados de lo que están.Sí, parece mentira el curso del ciclo histórico cómo vuelve a todos los lugares, buenos o malos.Pero en fin, que lo cogemos y nos lo llevamos a la estantería ¿no?Desde luego, este hay que tenerlo y, si me apuras, distribuirlo.


Ficha del cómic, aquí.


miércoles, 12 de noviembre de 2025

La diplomacia de las arrugas

 


Nuestro protagonista acabó de planchar aquellos pantalones. Ahora tocaba dejarlos
en algún sitio seguro para que al día siguiente le sirvieran en la importante cita de
trabajo que tenía.

Ahora irás mucho mejor que como ibas
antes, con toda esa ropa arrugada—le dijo 
Carolina Gordal.Pero estos veinte minutos que he dedicado
 a ello no me han gustado nada.
 

Esa era una convención social que nuestro

rotagonista no llevaba nada bien.
Sinceramente no creía él que el que una prenda estuviera arrugada o no pusiera
mucho en el aspecto de una persona, pero hacía tiempo que había asumido que sí,
que siempre había alguien dispuesto a pasarte por la cara cómo llevases la ropa,
por lo cuál había decidido que pondría cuidado en ello al menos cuando fuera a
citas importantes. Pero no le gustaba hacerlo.

Yo de verdad que no sé a qué viene eso, cuando la ropa de por sí se arruga 
—dijo nuestro protagonista.Pues mañana vas y se lo explicas al tío con el que vas a hablar de tu sueldo
—respondió Carolina.No, claro. Pero me ha jodido tener que montar la mesa de planchar, el agua de
 la plancha, la manta para poner encima la ropa...Será que tenías mucho que hacer. De hecho, ya que te has puesto, ¿por qué no 
te haces todo tu cajón?¡No jodas, Cárol!Pues por lo menos ten más cuidado cuando guardes la ropa.

Nuestro protagonista se quedó pensando en si valía la pena aquel esfuerzo cuando
él mismo nunca se fijaba en esas cosas, pero parecía que el resto del mundo iba contra
él. Rezongó, miró el cajín y pensó que tampoco estaba todo tan arrugado como
para hacerlo con urgencia.

Al contrario—le dijo Carolina—, hay mucha prisa porque cuanto más lo dejes 
menos te va a apetecer.Bueno—rezongó Fran—, lo consideraré un labor de diplomacia con el resto
 del mundo. Pero a veces no sé hasta qué punto es lógico ceder en algunas cosas.


viernes, 7 de noviembre de 2025

Un vagabundo muy pintón

 


Desde hacía algún
tiempo aquel 
animal merodeaba 
siempre por un 
descampado cercano
 a la estación de tren
 de Atocha. Al pasar 
por allí Fran no podía apartar su vista de él. El
 bicho también miraba fíjamente a nuestro protagonista sentado en la hierba.Ese gato anda siempre por aquí—dijo Fran—. Se diría que es un gato callejero, pero a mí 
me parece que tiene como demasiado buen aspecto para ser un animal de la calle.Está muy cerca el edificio de la estación, Fran—respondió Carolina—. Igual le cuidan 
ellos.Es que hasta diría que es de raza. Una especie de gato persa o de angora negro. Mira qué
 largo tiene el pelo y qué bien cuidado.Bueno, la gente tiende a llamar de angora a cualquier gato de pelo largo. No creo que
 éste lo sea, porque además es negro como un tizón.Es que esos gatos pueden ser también negro y de varios colores más, Cárol—respondió Fran.

El animal siguió con la mirada a los dos hermanos y posteriormente caminó hacia la parte
de atrás del edificio de la estación. Poco después comenzó a llover.

No tiene un pelo de tonto. Ha notado esta lluvia y se ha resguardado.Si a los gatos no les gusta en general el agua, imagínate ese con sus pelos. De momento
 parece que como mínimo se refugia allí, pero no corre hacia ninguna casa ni nada.Será, como tú dices, la mascota de los de la estación.Puede ser.A ver mañana si está otra vez.

 Hubo que esperar varios días, porque aquella fue una época muy lluviosa en 
la ciudad, pero cuando acabó, allí estaba otra vez aquel felino, sin pisar el barro y
 perfectamente limpio.
 —También le habrá venido bien estar refugiado estos días, que ya sabes que 
por Halloween y demás hay tarados que cogen a los gatos negros y les hacen 
putadas en rituales.
Me recuerda a Dieguito, nuestro gato en tiempos —dijo Carolina.Espero que no sea tan cabrón como aquel. Dieguito en una estación ya habría
 provocado un corte eléctrico que tendría a todos los pasajeros en tierra. Ese 
sí que justificaba la creencia de que los gatos negros son enviados del infierno
—sentenció Fran.

Razones para volver al cine

 


Joder, yo no sé
cómo hay gente 
que ve las 
películas así—dijo
 Fran ante la 
enésima interrupción
 en sus pantallas para ponerle anuncios de apuestas deportivas.Pues porque la entrada al cine está por las nubes—le respondió Juan.Pero es que esta película, que algunos la han puesto tan bien, yo tengo dudas de si es que es 
una mierda o es que como la he visto así no me he enterado de nada.

Aquella página de cine online había permitido a los dos hermanos disfrutar de algunos de los
últimos grandes estrenos del cine sin pasar por taquilla. Pero desde el principio se había
producido una pauta que Fran identificaba como resultado de sus continuos cortes publicitarios.

Acuérdate que ya la del perro, God Boy, nos pareció absurda y ridícula. Que lo sería, pero 
es que encima yo no me enteré de nada —recordó nuestro protagonista.No se hace buen cine últimamente, FranNo, si seguro. Pero es que encima entre apuestas, inversiones en criptomonedas, publicidad
 de libros de autoayuda... Es mucho peor que verla en las cadenas de la tele donde hay cortes
 publicitarios. Y por cierto, publicidad, en mi opinión dirigida a un target muy claro.Y la del perro aún, pero esta película, encima, no parece propia de los adolescentes que
 se dejan timar con criptoestafas.Yo después de esta me niego a ver otra así.Pues ya he localizado yo la nueva de Frankenstein y no pienso dejarme pasta en una entrada 
de cine para ver lo que puedo ver aquí.Vale, pues la ves tú. Yo ya veré cómo y con quién voy al cine.Pues serás de los pocos que lo hagan.Quizá, pero no es ya ni por pureza ni por honradez. Es que por aquí uno no se entera de nada.