-¡Ay!
-gritó desgagradoramente Doña Marta Palacios-.
¡Venidaquíahoramismoporquenoveáisloque
mehasucedidoconlasacelgasestoesincreíblemiradloqu
eveníaestoyatónitanopuedeseresincreíbleno
sabéisloquehapasado...
-¿¡Qué
pasa!? -gritó Juan llegando a la cocina donde estaba su madre.
-Que...que...queestabalavandolasacelgasparacocerlasymira
loque ha
aparecidoesun...un...
Fran
lo observó. Era un caracol vivo un caracol comiendo y deslizándose
sobre las hojas de acelga que su madre se proponía cocer.
-¡Joder,
no hay para tanto! Eso demuestra que la acelga es fresca y natural.
Pero cómo te has puesto.
-Déjaloaquíconunahojadelechugamañanamelollevoaunapraderaoparquepobreanimalvoyasoltarlo...
Entonces
Juan dijo algo que traería consecuencias:
-¡No,
hombre! Quédatelo como mascota.
-¡¿Qué?!
-dijo Fran.
-AyhijoyocreoqueseríamejorsoltarlouncaracolnoatiendenoescomoDieznocreoquelopodamostener
demascota...
-No,
quédatelo.
-Pero
Juan -dijo nuestro protagonista-, ¿no ves que tu madre no diferencia
las bromas y se lo cree?
-Que
no, que lo digo muy enserio. Le voy a llamar Cornucopio.
-Bueno,
mira allá vosotros. Yo lo soltaría -sentenció nuestro protagonista
y se fue la cama.
Pero
al día siguiente por la noche, antes de cenar, vio que el caracol
seguía en el rincón sobre su hoja de lechuga. Y encima muy activo.
-Mamá
-dijo nuestro protagonista-. ¡No me digas que no lo has soltado!
-Nohijotuhermanodicequeloquiereyonomeatrevo....
-Juan,
vale ya, dile a mamá que era una broma y que lo suelte.
-¿Pero
dónde va a estar mejor que aquí?
-¡Como
en la huerta, en cualquier sitio húmedo y con verde!
-Deja
que tu madre lo tenga y...
-Juan,
que no es un perro, no es como Diez.
Mañana, cuando baje con el perro el parque, Cornucopio
se va.
-¿Ves?
Hasta tú le llamas ya por su nombre.
-Yo
me lo voy a llevar.
-Nohijoparaesolobajoyoquetrabajoalladodeunparquey...
-Bueno,
a ver si mañana se ha idfo.
Pero
al día siguiente el caracol seguía en el rincón
-¡Se
acabó! -dijo Fran-. ¡Me lo llevo!
-Noyomañanadeverdadquemelobajosemehaolvidadoestoesmilabor...
-Yo
me lo quedaría -insitió Juan.
-Bueno,
si no sé para qué me meto. Hced con él lo que queráis.
Y
el caracol siguió allí un día, otro, otro... Y finalmente Fran
reflexionó
-Al
final sí que vas a ser de la familia, scargot.
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