⸺Sí,
después de empezar a corretear tarde es lo que pasa ⸺respomndió
Fran⸺ Tengo que ducharme, afeitarme, vestirme...
⸺¡Date
prisa, que siempre tenemos la misma! ¡Ya es tarde!
Nuestro
protagonista pensó en miles de cosas que podría responder a su
hermano sobre el uso del ordenador por la mañana, sobre despertarse
más temprano... Pero viendo que Juan se dirigía a hacer los
preparativos de la comida, se tragó su réplica y se encaminó a
hacer los recados que le habían encargado. Pero en el baño se
encontró otrro imprevisto:
⸺Esperahijoquesemehacaídoaquíelsuavizantequeibaausarenlalavadoraqueestabaponiendotengoque
recogerloademásaquíestálamascarillaquehesacadotengoqueguardarlaylaropaquehesacadocuandohe
idoaveramisamigasdelatertulia...
⸺¡Me
cago en la leche! Bueno, es necesario, pero por favor, date prisa
⸺respondió nuestro protagonista intentando que no se le notara la
desesperación.
Doña
Marta tardó unos veinte minutos en llevar a cabo aquellas tareas,
antes de que nuestro protagonista decidiera entrar y ayudarla
temiendo que si no podían llegar las tres y media de la tarde sin
que hubiera bajado.
⸺Ayhijoqueimpacienteeressisoloestabadoblandolaropaqueahoratengoqueponerlalavadorayquitarlo
queyaestáencondicionesyaheguardadolosguanteslasmascarillasylosútilesparalapandemiaahorame
voyllevándomelasbasuras...
⸺¡Daos
prisa, cóño! Que ya tengo el caldo haciéndose y el pollo marinado
⸺gritó Juan.
Nuestro
protagonista corrió todo lo que pudo, afortunadamente tenía ya ropa
preparada para ponerse, pero tuvo que dejar su pijama y su ropa de
casa manga por hombro, no recogerlo ni poner en su sitio las botellas
de gel y champú del baño... Un montón de cosas a medias antes de
coger la bolsa, los guantes, revisar la lista... Por fin pudo bajar y
correr al supermercado.
⸺Céntrate
con la comida, pesado ⸺voceó Fran al salir.
Ya
en la calle nuestro protagonista sentía la rabia hervirle por dentro
mientras se dirijía al supermercado. Entró y pensó en dirgirse lo
primero s donde estuviera el aceite de girasol, cuando la cajera le
cortó:
⸺¿No
tienes mascarilla?
Entonces
nuestro protagonista calló en que en todo el jaleo descrito se había
olvidado coger dicho útil sanitario, que era obligatorio en espacios
cerrados. Tragándose una vez más la rabia y la desesperación
respondió que no, que no la llevaba.
⸺Pues
lo siento, así no puedes pasar.
Fran
se rió por no llorar, pero efectivamente ante el problema sanitario
no se podían ignorar las medidas sanitarias. Todo su empeño se
había ido al garete en un segundo. Pues ahora, pensó, diga Juan lo
que diga, me voy a tomar el tiempo necesario.
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