viernes, 5 de junio de 2020

Imprevistos pandémicos.

Buena, ya sabes, tienes que traer huevos, pan rallado, aceite de girasol, y limón. Date prisa que entre unas cosas y otras se nos ha hecho tarde ⸺dijo Juan a nuestro protagonista.
Sí, después de empezar a corretear tarde es lo que pasa ⸺respomndió Fran⸺ Tengo que ducharme, afeitarme, vestirme...
¡Date prisa, que siempre tenemos la misma! ¡Ya es tarde!

Nuestro protagonista pensó en miles de cosas que podría responder a su hermano sobre el uso del ordenador por la mañana, sobre despertarse más temprano... Pero viendo que Juan se dirigía a hacer los preparativos de la comida, se tragó su réplica y se encaminó a hacer los recados que le habían encargado. Pero en el baño se encontró otrro imprevisto:

Esperahijoquesemehacaídoaquíelsuavizantequeibaausarenlalavadoraqueestabaponiendotengoque
recogerloademásaquíestálamascarillaquehesacadotengoqueguardarlaylaropaquehesacadocuandohe
idoaveramisamigasdelatertulia...
¡Me cago en la leche! Bueno, es necesario, pero por favor, date prisa ⸺respondió nuestro protagonista intentando que no se le notara la desesperación.

Doña Marta tardó unos veinte minutos en llevar a cabo aquellas tareas, antes de que nuestro protagonista decidiera entrar y ayudarla temiendo que si no podían llegar las tres y media de la tarde sin que hubiera bajado.

Ayhijoqueimpacienteeressisoloestabadoblandolaropaqueahoratengoqueponerlalavadorayquitarlo
queyaestáencondicionesyaheguardadolosguanteslasmascarillasylosútilesparalapandemiaahorame
voyllevándomelasbasuras...
¡Daos prisa, cóño! Que ya tengo el caldo haciéndose y el pollo marinado ⸺gritó Juan.

Nuestro protagonista corrió todo lo que pudo, afortunadamente tenía ya ropa preparada para ponerse, pero tuvo que dejar su pijama y su ropa de casa manga por hombro, no recogerlo ni poner en su sitio las botellas de gel y champú del baño... Un montón de cosas a medias antes de coger la bolsa, los guantes, revisar la lista... Por fin pudo bajar y correr al supermercado.

Te lo tomas con calma ¿eh? ⸺dijo Juan con un retintín sarcástico muy evidente.
Céntrate con la comida, pesado ⸺voceó Fran al salir.

Ya en la calle nuestro protagonista sentía la rabia hervirle por dentro mientras se dirijía al supermercado. Entró y pensó en dirgirse lo primero s donde estuviera el aceite de girasol, cuando la cajera le cortó:

¿No tienes mascarilla?

Entonces nuestro protagonista calló en que en todo el jaleo descrito se había olvidado coger dicho útil sanitario, que era obligatorio en espacios cerrados. Tragándose una vez más la rabia y la desesperación respondió que no, que no la llevaba.

Pues lo siento, así no puedes pasar.

Fran se rió por no llorar, pero efectivamente ante el problema sanitario no se podían ignorar las medidas sanitarias. Todo su empeño se había ido al garete en un segundo. Pues ahora, pensó, diga Juan lo que diga, me voy a tomar el tiempo necesario. 


 

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