lunes, 25 de enero de 2021

La pinta sucumbe a la gilipollez

 

 


Bueno, Fran, pues hoy que hemos venido por aquí y que hay tiempo, ¿Quieres de una vez una pinta de Guinness?

 —Hombre, ya era hora. Que desde antes de las navidades llevábamos con ello y que no lo hacíamos.


 En efecto, Fran se había pasado fácilmente el último mes y medio proponiendo a su hermano consumir una medida de la célebre cerveza irlandesa, ya que aunque ahora intentaban beber el jugo de la cebada sin alcohol para adelgazar, las navidades eran una época de excesos donde parecía justificado volver a disfrutar de ese placer.


 —Es que eso es de lo que no debe desaparecer ni cambiar jamás —dijo Juan mientras observaba un curioso anuncio en la puerta del local donde ambos hermanos se disponían a tomarla.

 —Yo también lo creo, espero que esto no signifique lo que creo que significa —añadió nuestro héroe observando el anuncio donde se advertía que se podían hacer dibujos en la espuma.

 —Tranquilízate, Fran, la Guinness siempre se ha servido con un trébol dibujado en la espuma.

 —Pero esto dice que te la personalizan.

 —Hombre, será si algún tontolo quiere, pasa y pide.


 De modo que los dos hermanos ganaron el interior del local, y se sentaron en una mesa. Fran oteaba aún en las televisiones del establecimiento los resultados de fútbol, cuando vino su hermano con las dos pintas: una tenía dibujado un logotipo de la Guinnes y la otra una especie de tapete. Según habían oído lo hacía una impresora con tinta comestible, echa del extracto de la malta, un ingrediente muy cervecero. El sabor no cambiaba, pero nuestro protagonista montó en cólera:


 —¿Pero qué pijada es esta? —gritó.

 —Joder, me parece una tontería inadmisible. Me dan ganas de levantarme y largarme.

 —No, eso no, nos la tomaremos, pero para esto mejor pillar cualquier gilipollez en un bar de diseño.

 —Esto yo lo esperaba de alguna cervecera yanqui, pero de la Guinness.

 —Ya no se respeta nada. Nos comen los gilipollas.

 —Al final no existe valor cultural. La empresas privadas quieren vender y punto.

 —Pues tendrán que dejar de vender. Yo no volvería a pillar una Guinness hasta que recapaciten.



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