sábado, 14 de septiembre de 2024

La primera Guerra Mundial en casa

 


¡Pues ya
hemos 
conseguido
 desmontar
 esta cama!
 ―exclamó 
orgulloso
 Juan Gordal.Pero quedan dos semanas para que podamos deshacernos de ella ―contestó Fran tras
 consultar en la web el calendario de recogida de los muebles viejos en su barrio.Pero era enorme y no podíamos sacarla entera, mejor dejar hecho el trabajo.


Desde hacía varias semanas, Juan, Fran y Carolina estaban haciendo obras en casa y eso
incluía sacar y deshacerse de muebles y objetos viejos. Pero algunos planteaban problemas
por su tamaño y por sus características y aquella enorme cama era el caso más característico.

Lo malo es que ahora está reducida a un montón de maderos con clavos que ocupan toda 
la habitación ―observó Juan Gordal ―. No se podrá ni pasar.

Fran observó esos clavos, algunos oxidados, y se asustó pensando en lo que podía ser moverse
por ese ambiente.

Parece una alambrada de la Primera Guerra Mundial.Pues ya sabes, ni entres aquí hasta que no podamos deshacernos de ellos.

 Pero entonces Fran se dio cuenta de un problema que había pasado inadvertido para Juan:Te has dejado debajo las pesas. A ver cómo lo hacemos para entrenar.¡Mierda! Pues vamos a ver si las sacamos.Nos vamos a tener que poner una armadura para andar entre esos maderos.¡Podrías haberlo dicho antes!Sí, claro, al final es culpa mía. Bueno, a ver cómo superamos la alambrada. 


El villano Hackman

 

 

¡Menudo gángster
hijo de puta! 
―exclamó nuestro 
protagonista 
observando el
 papel de 
Gene Hackman 
como alguacil 
en Sin Perdón.Y el otro día ponían aquella con Sharon Stone, Rápida y Mortal, donde también era un
cacique poco recomendable ―le recordó Juan Gordal.

Aquella aportación de su hermano hizo a nuestro héroe reparar en una curiosidad sobre este
veterano actor: Fran siempre había considerado que tenía aspecto bonachón y apacible, pero
sin embargo, Gene Hackman había hecho muchos papeles de villano y, dadas sus capacidades,
los había representado bastante bien.

También era el Lex Luthor de las películas de Superman de Christopher Reeve ―le dijo 
Juan Gordal.Joder, es curioso. Porque la verdad es que no chirría en ninguno de esos papeles.Es que ese hombre lleva desde los 60 y conoce el oficio.Pues yo lo pondría más de vejete simpaticón, o algo así.Bueno, también lo has visto de predicador y hombre de fe en La aventura del Poseidón.Pero incluso allí no es un predicador típico es un hombre de acción y líder.Al menos no es un hijo de puta.Bueno, la verdad es que en eso consiste en ser actor. ¿Habrá otro caso parecido?

Juan Gordal no dudó:

Mira a Humphrey Bogart en El tesoro de Sierra Madre, haciendo de villano, cuando estamos
 acostumbrados a verlo de héroe.Tienes razón, pero yo a Bogart sólo le conozco ese papel como villano. En fin, Gene Hackman 
me sorprende por eso.Pues en eso consiste la actuación. 


miércoles, 4 de septiembre de 2024

Dos semanas más con ellos

 


¡Venga, vamos!
Tenemos que
 sacarlo cuanto
 antes —dijo 
Juan Gordal 
empujando 
aquel viejo 
armario que
 los hermanos
 querían dejar en la calle tras las últimas obras y limpiezas que habían hecho en la casa.
Hago lo que puedo, pero no es fácil sacar este armatoste por la puerta.


Los dos hermanos se preguntaban cómo había podido entrar aquel mueble en la casa en otro
tiempo cuando claramente no pasaba ese trozo del pasillo.

Está claro, Juan: lo montaron en tu cuarto —comentó Fran Gordal mientras lo empujaba y forcejeaba.Pues ahora que lo dices debió ser así. Corre, trae el destornillador y vamos a desmontarlo.

Nuestro protagonista obedeció de mala gana, sobre todo pensando en la hora que ya era para
ponerse a hacer un trabajo como aquel. Pero con el destornillador y un serrucho lograron
desmontarlo tras un buen rato de trabajar, girar, aserrar... Al final el armario quedó reducido
a un montón de tablones que cabrían por la puerta. Pero justo entonces llegó de la calle el sonido
del camión de recogida de muebles viejos, que se llevaba lo que había en la acera. Los dos
hermanos no pudieron pillarlo.

Pues la próxima recogida es en dos semanas. Nos va a quedar un montón de maderas al
 retortero—sentenció Fran.Bueno, pero dentro de dos semanas ya estará todo hecho. Venga, vamos a ver cómo podemos
 guardar estas piezas —dijo Juan.
¡Venga, vamos! Tenemos que sacarlo cuanto antes —dijo Juan Gordal empujando aquel viejo 
armario que los hermanos querían dejar en la calle tras las últimas obras y limpiezas que habían 
hecho en la casa.Hago lo que puedo, pero no es fácil sacar este armatoste por la puerta.

Los dos hermanos se preguntaban cómo había podido entrar aquel mueble en la casa en otro
tiempo cuando claramente no pasaba ese trozo del pasillo.

Está claro, Juan: lo montaron en tu cuarto —comentó Fran Gordal mientras lo empujaba y
 forcejeaba.Pues ahora que lo dices debió ser así. Corre, trae el destornillador y vamos a desmontarlo.

Nuestro protagonista obedeció de mala gana, sobre todo pensando en la hora que ya era para
ponerse a hacer un trabajo como aquel. Pero con el destornillador y un serrucho lograron
desmontarlo tras un buen rato de trabajar, girar, aserrar... Al final el armario quedó reducido
a un montón de tablones que cabrían por la puerta. Pero justo entonces llegó de la calle el sonido
del camión de recogida de muebles viejos, que se llevaba lo que había en la acera. Los dos
hermanos no pudieron pillarlo.

Pues la próxima recogida es en dos semanas. Nos va a quedar un montón de maderas al 
retortero—sentenció Fran.Bueno, pero dentro de dos semanas ya estará todo hecho. Venga, vamos a ver cómo podemos
 guardar estas piezas —dijo Juan.
—Vamos a dormir de puta madre durante dos semanas. 

Supervivientes del Manzanares

 


Nuestro protagonista disfrutaba de aquel paseo como pocas cosas en su ciudad. El río
Manzanares, antaño una especie de cloaca, había sido, hacía varios años ya,
renaturalizado y ahora ofrecía un trozo de verdadera naturaleza en plena ciudad. La
fauna del río natural había vuelto y ahora era posible ver en pleno casco urbano peces,
galápagos, aves de todo tipo desde los patos más comunes hasta garzas reales—, y se
intuían, aunque Fran aún no las había visto en aquel emplazamiento, batracios. Pero también
de vez en cuando aparecía un animal menos agradable: en efecto, lo que nuestro protagonista
vio en aquella isla en medio de la corriente era una rata. Lo cierto es que si esos roedores
proliferaban en cualquier lugar no había razón para que no lo hicieran en un río que, por otra
parte, tampoco pillaba demasiado lejos de su habitual despensa humana de la ciudad. Bueno,
pensaba nuestro protagonista. Mejor ratas de río que de alcantarilla. Pero entonces vio a sus
pies un hueco que conectaba la valla de la calle donde él se situaba con el talud del río. Es
decir, sin duda aquellos roedores podían pasar de la acera al río sin ninguna posibilidad.
Nuestro protagonista se estremeció pensando en encontrarse alguno de aquellos animales
correteando por sus pies, y más aún cuando vio en una de las islas de tierra y vegetación que
se habían formado en el río a una de aquellas criatura rodeada de cinco urracas en un extraño
proceder: las urracas la rodeaban, parecía que con intención de acorralarla, pero sin ir
decididamente a por ella. La rata acometía de vez en cuando a alguna de aquellas aves, que
esquivaba el ataque para volver a ocupar su sitio. Fran se preguntó si alguna de aquellas
criaturas quería cazar a la otra o competían por algún alimento, hasta que la rata se echó al
agua del río. Fran sintió una enorme angustia viéndola patalear y arrastrada por la corriente, pero
pareció muy pronto que la rata sabía lo que quería: en seguida alcanzó otra isla llena de juncos
y sin urracas y nuestro protagonista la vio adentrarse en la vegetación y perderse definitivamente
de su vista.

En efecto —pensó nuestro protagonista—, sobreviven a lo que sea. Ha corrido por agua,
tierra, ha sido perseguida por pájaros y ha llegado a un lugar mejor. No quiero ni pensar en
encontrarlas a mis pies.