domingo, 28 de julio de 2019

La niña del Bollycao.


 -Vamos a por una Coca-cola, Fran -dijo Juan Gordal ante aquella tienda de chinos.
 -Sí, con el tiempo que hace apetece un huevo.

 Los dos hermanos entraron al establecimiento, se dirigieron a la nevera donde tenían las bebidas y cogieron dos bebidas. Con ellas en la mano fueron al mostrador.

 - Do eulo - dijo el chino, pero a continuación le oyeron una reprimenda en su idioma nativo.

Juan y Fran se volvieron y vieron a una pequeña niña asiática, seguramente hija de los dueños de la tienda, cogiendo bollos de una estantería. Su padre la repredía con firmeza mientras volvía colocar la estantería. Se dirigió de nuevo a atender a los dos hermanos, pero otra vez se oyó por detrás a la niña urgando en los estantes. El chino adulto la cogió de la mano y la llevó con él bajo el mostrador. Fran y Juan no podían dejar de reír.


 - Pobrecilla, no entiende cómo no puede comerse un Bollycao aquí.
 -Sí - dijo el chino riendo- pelo si niña cohe, yo no vende.

 Fran cogió uno de los bollos y preguntó su precio. 

-Uno vente - dijo el chino. 
-Aquí está. Para la niña. 
-No, tú deja polque todo mundo hace igual. Niña hoy ya ha tomado uno. 

Así, los dos hermanos salieron de la tienda con Coca-colas, como estaba previsto y un Bollycao con el que no contaban. Juan no pudo dejar de meter una pulla a Fran. 

 - Al final has conseguido tu Bollycao. ¡Será gorderas, el tío! 
 - Sí, lo había hablado con la chinita. ¡Anda a la mierda! 
 - Bueno, nos hemos reído con la niña y tenemos un Bollycao. Dame medio. 
 - Al final vas a tomar tú más que yo y que la niña, ya verás. 



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