jueves, 12 de octubre de 2023

El mirador sin vistas

 

 

Pues no conocía yo este
 parque. Es agradable 
porque se ve que la
 gente no lo ha 
encontrado—dijo 
Juan Gordal al entrar en ese enclave.Sobre todo teniendo en cuenta que cada vez hay menos zonas verdes en la ciudad. Mira además 
que bien se ven las torres de La Castellana y otros edificios de la ciudad —contestó nuestro protagonista.

De vez en cuando ambos hermanos recorrían la periferia de la ciudad donde encontraban lugares
interesantes. Los parques eran muy aprecidados, ya que la sobreabundancia de público en algunos
de ellos, unidos a una gestión pública que dejaba mucho que desear había desprovisto el Retiro u
otras zonas similares de ningún atractivo para los hermanos. Muchos de ellos, como aquel, ofrecían
además curiosas panorámicas del skyline, como ahora dicen, madrileño. Sobre este particular, Juan
descubrió un detalle más en el parque:

Mira esas escaleras. Parece que llevan a ese mirador. Vamos a verlo.

Ambos hermanos subieron a aquel balcón y se asomaron al mismo. Pero resultó que lo que se
divisaba desde aquel lugar no era lo esperado:

Se ve sólo el fondo fondo del paísaje —comentó Fran—. Los árboles impiden ver nada más.Es verdad, se veía mejor desde abajo que desde aquí. Probablemente cuando se construyó los
 árboles eran más pequeños. Parece esas fdotos de las vistas desde arriba de la selva. Habría que decir en el Ayuntamiento que...—Aquí nuestro héroe dudo. Con un análisis simple se
 dio cuenta de que su idea no era la más inteligente—. Bueno, mira, no, que destrozan todo lo que
 pillan y ya han jodido suficientes árboles. Nos guardamos este parque y que no cambie.Eso —confirmó Juan—. Y su magnífico «mirador de no ver».



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