viernes, 28 de junio de 2024

Ajo y perejil

 


Y esmérate un
 poco que
 la última vez
 me dejaste 
unos cuantos 
dientes de a
jo caso enteros, 
¿eh? 
―dijo Juan 
Gordal a
 nuestro 
protagonista.Sí, me esforzaré ―respondió Fran torciendo el gesto ante ese puñado de dientes de ajo y esas
 ramas de perejil

Esta era una tarea que solía realizar nuestro héroe en su casa. Para tner ajo y perejil picados a mano
en cuanto se traían alguien debía dedicar unos diez minutos a pelar una cabeza de ajos, quitarle
el tallo al perejil, picarlos pequeños, guardarlos en una caja de plástico... Una tarea tediosa, al
menos hasta que se habían quitado las pieles a todos los dientes de ajo. Luego era simplemente
coger el cuchillo y chas, chas, chas... Hasta que estaban del tamaño y el color adecuados para
ponerlos en un guiso. Luego tocaba meterlos en bolsas o, últimamente, en pequeños tupperwares
como hacían los hermanos para evitar el gasto en plásticos. Así que en esta tarea se desempeñó
nuestro protagonista durante el tiempo exigido. Se hacía muy largo poner los ajos en condiciones,
se animó un poco más al picar, lo metió en su receptáculo... Y como casi siempre comprobó que
aunque en realidad había dedicado muy poco tiempo a esa tarea se le había hecho
extremadamente larga.

Ya está el ajo picado, Juan. Menudo trajín me haces darme.Bueno, pero deja la cocina bien, que para la cena pienso preparar unas doradas a la espalda.¿Doradas? ―preguntó Fran con la alegría pintada en la cara.Claro, gracias a tí podré hacerlo. Ahora tengo el ajo y el perejil que necesitaba.No te olvides de ponerle un poco de guindilla.


Y dicho esto, Fran se retiró a su cuarto a ver los videos de fútbol esperando su recompensa.
Cuando vio las doradas en la mesa tuvo la certeza de que todo trabajo bien hecho, al final trae
su recompensa.

En una semana más o menos, la misma tare, Fran ―le dijo Juan Gordal.De acuerdo. Para entonces quiero bacalao al pil-pil. 


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