—Avervoya
leermelas
instrucciones
porqueyocreo
quelaúltima
ollaapresión
nosduró
muchomenosde loquedebía
durarnosyyono
meatrevoaponer
lanuevasinleer
estelibritoporquenuncasesabeloquepuedepasaryhayquecuidarlascosas... —peroraba Doña Marta
Palacios. —Bueno, mamá, hemos tenido miles de ollas como esta, no creo que pase nada malo —afirmó
nuestro protagonista,.Aquellas dos semanas en que a la vieja olla a presión se lesaltó la válvula y los Gordal Palacios
la dieron por definitivamente irrecuperable les había enseñado lo importante que era dicho
utensilio de cocina. En aquellas dos semanas habían pensado muchas veces en reponerla cada vez
que habñian querido preparar legumbres o ciertas carnes, pero los quehaceres de unos y otros lo
habían impedido. Por fin aquella olla nueva les iba a permitir reanudar su actividad normal en
la cocina. Juan quiso estrenarla con un estofado para el cuál había traído los ingredientes la noche
anterior.
—Piensaqueestodicequenopuedeponerseconmenosdeunatercerapartedelíquidoquelalleneporquesino nosehacenbienlascosastendrásquetenercuidadodecocerbienyaversiaprendesparahacermeuncocidoque llevomuchotiempoconganas... —Hablaba la matriarca de los Gordal Palacios —Tú déjalo en mis manos, mamá —respondió JuanCuando los Gordal Palacios sirvieron a la mesa el estofado la familia observó que aunque era la
misma preparación de siempre cada uno le encontraba un defecto:
—Igualtendríasquehaberteleídoantesellibritoqueyotelodejéencimadelavitronosésihashechotodolo queallídecíaparautilizarlabienperotieneunsaborextrañoquenoterminadegustarmeyelcasoesquepegada noestá...—afirmó Doña Marta Palacios. —Que va —respondió Juan—. Lo que pasa es que no le he pillado el punto y ha salido muy caldoso.
Y con poco sabor concentrado. La próxima vez lo haré mejor. —Pues no tires el caldo que yo lo quiero —intervino Carolina—. Que siempre lo tiráis y tiene mucha
sustancia. —Está claro que tenemos que cogerle el punto —sentenció nuestro protagonista, sorprendido de que
aquel instrumento también necesitara rodaje.
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