Nuestro protagonista se
despertó. No sabía por qué lo primero que le vino a la cabeza fue una gracia de Cantinflas en la película El Padrecito, una comedia muy simple que tampoco le habíagustado especialmente,
en concreto cuando Mario
Moreno confunde el
nombre del pueblo y lo llama San Gerónimo el bajo, y al responderle que es San Gerónimo el alto sentencia: “Ah, ya creció”. El caso es que aquel día no podía quitarse esa película de la cabeza, y cuando Doña Marta Palacios comentó que había pedido en sus oraciones en la iglesia una ayuda divina para que se arreglara rápido un problema con las cañerías de la casa nuestro protagonista respondió: ―Un soplidote ―¿Quéhasdichohijo?Noconozcoesapalabrayosoloquieroquenosarreglenelgrifoestequegoteayyano séaquiénpedirayudaporquenovieneelfontaneroasíquerecurroalasfurzassuperioresporquenopuedo esperarmás... ―Nada, mamá, que en El Padrecito para ganar a los dados iba el cura Cantinflas y pedía a varios
del pueblo que dieran a los dados “un soplidito” según él para la suerte, y luego reza y a Dios le pide“un soplidote”. ―BuenohijosoncosasdeCantinflasquenovienenalcasoperosíaversielseñornosechaunamanoporque hoyesosemeestáhaciendounmuroinfranqueableyaversinosayudanqueyoyanoséquévaapasarconel grifoese... ―Sí, mamá, perdona, pero es que no se me va hoy de la cabeza esa película.Siguió con sus tareas nuestro personaje y en un momento dado vio a Carolina limpiar la casa, que
le recordó a la criada de aquella película, a Juan que llevaba caídos los pantalones y le dijo que
parecía al cómico mexicano y seguía preguntándose por qué aquella película le venía continuamente
a la cabeza.
―Si me dijiste que ni te gustaba ―le habló Carolina. ―Ya pero me viene a la cabeza. ―En fin, voy a poner el reportaje de la a ver si hay algo de animalitos.Y al sintonizar esa cadena lo primero que apareció era un anuncio del programa de cine clásico
del canal donde se iba a emitir... ¡El Padrecito! Increíble , pero cierto.
―Joder, lo has convocado. ―Ahora que lo recuerdo, alguna otra vez me ha pasado: días en que me dio por pensar en Pulp
Fiction, Rocky... ―Es un don, Fran. Parece que presientas la programación. ―No creo en esas cosas. Sin embargo dos días más tarde, viendo una jugada de un partido del Atleti alguien comentó que
un jugador había dado una patada a lo Van Damme. Y Fran empezó a recordar Kickboxer, la película que tanto le gustaba de crío. Y la Tailandia brutal que aparecía, y aquel maestro heredero en cierto modo del Miyagi de Karate Kid... Hasta que vio en el periódico que aquella noche se iba a emitir. Esta vez fue Juan le insistió en su don: ―¿No podría venirte a la cabeza que nos toca la lotería? ―No lo hago aposta, Juan. ¿Habré visto tanto cine que he llegado a tener telepatía con él? ―Bueno, si se te ocurre como encontrar dinero y fama, avísame. ―No, ese secreto me lo guardaría para mí.

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