-Haz el favor de caminar y olvídate -le respondía su padre de
forma cariñosa, pero muy autoritaria.
Fran y Juan Gordal obserfaban atónitos la escena, más aún
cuando la niña no dejaba de gritar y preguntar:
-¿Pero qué es esa tienda, papá?
Fran y Juan Gordal andaban todavía unos pasos más adelante y
encontraron la explicación: el escaparate que llamaba la atención
de la niña era un sex shop que exhibía una serie de productos
típicos de aquellos establecimientos: lubricantes, lencería,
juguetes sexuales... Todos con los colores más saltarines y las
formas más llamativas. Juan hizo una observación sobre lo que en
realidad era un consolador:
-Con ojos y rugoso, de lejos parece un peluche.
-No diría yo tanto, pero sí, los críos se quedan mirando esto.
-Es que han intentado suavizar tanto la sexualidad y estas cosas
que ya parecen juguetitos. Ahora yo creo que los niños los miran
más.
-¿Y esa niña con la edad que tiene no se le podría explicar ya?
No te digo con todo lujo de detalles, pero que el padre le dijera:
"mira, hija, esa es una tienda de cosas sexuales".
-No sé si ya está en edad de pillar
eso.
-Nunca me lo había planteado, pero
igual a los críos habría que explicarles las cosas mejor desde el
principio, y no añadir tantos misterios a la sexualidad.
-Bueno, puies pídele permiso a su
padre.
Nuestro protagonista comprendió que
no tenía autoridad para meterse en la educación de los hijos por
parte de padres a los que no conocía, pero este asunto, que nunca
ole había preocupado tomó cuerpo ante sus propios ojos. ¿Cómo
explicar ciertas coas a los niños? ¿Qué es mejor para su
desarrolllo? Temas que a medida que envejecía tendría que ir
pensando. Otra vez tenía la iompresión de envejecer a marchas
forzadas.
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