En aquel andén del metro estaba nuestro protagonista aún con la cabeza a medio
gas después del madrugón que se había pegado para acudir a sus quehaceres aquel
día. En concreto Fran se había levantado a las cinco para llegar a las seis a
coger el primer tren que saliera hacia la Gran Vía. En las pantallas del metro
ni era posible ver a qué distancia estaban porque ni siquiera se habían puesto
en marcha esos contadores. Fran observaba a unos pocos trabajadores —a esa hora
ni siquiera el andén estaba lleno—, que como él esperaban la apertura del
servicio para ir a trabajar. En un espacio de tiempo que a nuestro personaje se
le hizo eterno, pero que en realidad no debieron ser más que unos pocos minutos
se vio luz en el túnel de metro. Nuestro protagonista, y con él algunos de sus
compañeros de andén, se dispusieron a coger ese tren, pero cuando la cabecera de
aquel convoy asomó su ánimo se enfrió un poco. Lo cierto es que siendo el primer
tren y a aquella hora, podía Fran haber supuesto lo que pasaría, pero en el frontal
de la locomotora un cartel lumnioso decía muy claro «SIN SERVICIO». Ni siquiera
se dio nuestro héroe cuenta de ello, pero seguramente se le escapó algún gesto de
disconformidad mientras se hacía a la idea de espera un poco más en aquel andén. Pero sin
embargo cuando el metro se acercó más nuestro protagonista vio algo sorprendente y que no
había visto nunca: en uno de los vagones, por lo demás completamente vacíos de aquel
convoy fantasma iba un pasajero que parecía haberse quedado traspuesto. Nuestro personaje
se preguntó si se habría subido al abrirse el servicio o había pasado allí la noche. Uno de los
pasajeros del andén preguntó a nuestro protagonista:
—¿No deberíamos hacer algo? ¿Cómo se avisa si pasa esto? —No tengo ni idea. Supongo que ya lo verán ellos o que se hará el trayecto completo y
en algún momento le bajarán. —¿Pero a quién se podría avisar?Nuestro protagonista se quedó pensativo, porque no tenía ni idea de esa pregunta. Le dijo al
pasajero que no se preocupara y además ya empezaba a asomar en el túnel un tren que, esta
vez sí, seguramente podría coger. Al subir pensaba en el susto que probablemente se llevaría
el pasajero traspuesto al despertar. Bueno, se dijo, yo atento a mi viaje, no se me pasetambién mi estación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario