—Pues la verdad
es que estoy sorprendido porque no creía que fuera a llegar a los 50 años y de llegar no meimaginaba limpiando cocinas—dijo Juan Gordal al llegar a su cumpleaños. —Bueno, pues la verdad es que tienes trabajo, a la Coralia y estás bastante bien teniendo en
cuenta tu edad, así que anímate. Todavía puedes escribir esos guiones de cómic y llegar lejos—le contestó nuestro protagonista. —Siempre tienes que ponerte a llorar y dar pena. Estás mejor de lo que has estado en muchas
épocas de tu vida—añadió Carolina. —Yo esperaba tener varios libros publicados, ser una leyenda y fumar y beber como un cosaco. —Eso son estupideces que no sólo joden la salud sino que deprimen. Seguro que por eso has
estado y sigues casi siempre estando de bajón sin ver nada positivo—habló Fran—. Además de que beber de vez en cuando, de modo asumible, sigues haciéndolo, aunque en muchamenos cantidad, y si quieres fumar ahora puedes hacerlo, ocasión más especial no la habrá. —Bueno, iremos esta tarde con Coralia a tomar algo. Y también puede venir Carolina con el
Rafael ese. —Ya ves, y yo, que soy el más joven, soy el que sigue sin comerse una rosca —dijo nuestro
protagonista. —No sé yo si estaba mejor sin trabajo y sin pareja. —Bueno, pues entonces dejamos de salir esta tarde. —No, eso no. Lo que no admito es que ni una cosa ni la otra. —¡Qué susto! Creí que este era capaz de ni celebrarlo—dijo Carolina—. Con lo que tenía
preparado... —¿Qué? Dímelo—inquirió Juan. —Lo verás esta tarde —respondió la hermana mayor de los gordal palacios.Aquella tarde toda la familia se reunió en la cafetería del barrio. Tomaron varios cócteles,
como era el deseo de Fran. Y Carolina le dio un paquete grande con lo que sería su regalo
de cumpleaños.
—¡Una edición especial del Eternauta!¡Muchas gracias, Carolina! —dijo Juan con la ilusiónde un niño abriendo sus regalos de los reyes. Posteriormente recibió una edición de Ilion por parte de Coralia, un reloj de Blake y
Mortimer de nuestro protagonista y embutidos por obra y gracia de Rafael. De pronto el ánimo de Juan había subido varios enteros. —Bueno, igual por vosotros sí que vale la pena cumplir años. —Muchas felicidades, Juan —sentenciaron al mismo tiempo Carolina y nuestro protagonista.


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