Fran y Juan Gordal andaban por el Retiro observando los efectos de la llegada del
buen tiempo. Nuevas especies de pájaros ausentes durante la mayor parte del año
habían hecho acto de presencia, como aquellos pájaros carpinteros.
—Supongo que habiendo esos pájaros también habrá muchos insectos y larvas, porque si no no podrían comer—dijo
nuestro protagonista.—O eso o see irán a los pocos días, como el cormorán que había en el estanque del Palaciode Cristal al que ya no se ha vuelto a ver. —Cuando los veos picotear pienso que deben estar los troncos llenos de larvas. —Sí, una plaga. Anda, que creo que para tus estudios te has pasado leyendo la Biblia—dijo
Juan.Entonces nuestro protagonista vio dos motas de paja sobre su camiseta e intentó desprenderse
de ellas. Las iba a dar un manotazo cuando ambas cápsulas vegetales se movieron y
emprendieron el vuelo. Resultó que no eran pajitas, sino dos pequeños saltamontes que echaron
a volar. Sorprendido nuestro protagonista por ello bajó la vista y observó que en aquella zona
de hierbas cada vez que daba un paso se echaban al aire cuatro o cinco de aquellos ortópteros.
Y algunos se le posaban encima.
—Pues parece que la plaga bíblica ha hecho en efecto su aparición—comentó nuestro protagonista. —¿Son langostas? No veo la hierba destrozada como dicen que la dejan. —No sé si serán las langostas que azotaron Egipto, pero voy a espantarlos de mis pantalones. Me
pregunto si les gustarán a esos pájaros. —Por lo menos no muerden. —Sí, y hay quien se los come. —A ver si en vez de una plaga van a ser una cosecha abundante. —No lo sé pero, desde luego, para la ropa no son recomendables.


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