—¿Pero qué
quiere ahora ésta? —dijo Carolina Gordal al volver a escuchar la alarma de mensajes de su móvil —¿Otra vez
la Tía Maria Cristina? Si ha estado toda la tarde con nosotros —contestó nuestro protagonista.La nueva matriarca del clan Gordal Palacios tenía una forma de escribir mensajes muy
característica, los mandaba en tandas de 12 que tenían el móvil de quien los recibiera sin
parar de sonar en varios minutos y además repitiéndose. Pero por otra parte aquella misma
tarde la anciana tía había estado en casa de nuestros protagonistas contando sus aventuras
y revolviendo en ciertos lugares de la casa.
—¡Joder! Que dice que se ha fijado que gastamos mucho gel de ducha y que nos va a traer esponjas. —¡Pero si dejamos de usarlas porque vimos que eran un nido de gérmenes y te puedes frotar
igual con las manos! Y gastar gel... ¡Llevamos con el fondo de una botella, que no se acabani pa Cristo ni se sabe de meses. —A mí ya me había dicho lo de las esponjas y traté de explicárselo, pero ella es de la generación
que las metió en las casas. —Espera, que te manda más mensajes al móvil. Carolina miró la pantalla del teléfono y se asombró más todavía. —Que quiere quedar conmigo para ir a por ellas. —Pues pon cualquier excusa y no vayas. —Ahora lo hago.Entonces el móvil que empezó a sonar fue el de nuestro protagonista. Fran temió lo peor y
sus pensamientos se confirmaron al leer su móvil:
—¡Ahora quiere que vaya yo! —Bueno, tú querías que me librar. Pues ya lo tienes —dijo Carolina riéndose. —Pero si es que no queremos esponjas. —Bueno, eso ya es asunto tuyo. A mí me ha dejado en paz —respondió Carolina y abandonó
la habitación.


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