jueves, 29 de agosto de 2024

Resaca

 


Pues es muy divertido.
No sé si ella realmente
 se vería así ―dijo 
nuestro protagonista 
al acabar 
de leer el cómic 
Resaca, de Mamen Moreu.Lo curioso es que 
salvo por detalles
 muy específicos 
derivados del 
hecho de que la protagonista 
es una chica y nosotros tíos, nos reconocemos bastante en ella.Bueno, yo no las monté tan descomunales.

Resaca era uno de os primeros trabajos largos de una de las nuevas caras del cómic español, la
aragonesa Mamen Moreu. En este cómic una chica que ya se aproxima a la treintena se siente un
poco angustiada por su percepción y la de su entorno de que va cumpliendo años sin avanzar en
su vida... Por lo que decide seguir yéndose de fiesta y desparrame incluso con gente más joven,
con la que en realidad se identifica más. Toda una comedia de borracheras, líos amorosos y
problemas para estable se desarrolla ante los ojos del lector, pero logrando sacar muchos buenos
ratos de un tema tan tratado.

Creo que debemos admitir que a nosotros nos sorprende más porque esto lo hemos visto mil 
veces con protagonistas masculinos, pero no tanto femeninos.A mí me gusta mucho el mundo onírico que despliega la Moreu, con esos Pequeños Ponys 
haciendo de Pepitos Grillos.Y los chistes de borracheras. El del retrete místico es muy bueno.Aunque me amarga un poco que esta protagonista se supone que ya está en trance de dejar de ser
 joven y somos mucho mayores que ella.Y no hemos conseguido mucho más. 

Ficha del cómic, aquí.

El otro ahorro

 

 

Pues bueno, ya tengo
 mi camiseta y una 
mochila nueva aparte
 de todos los tebeos, 
pero el dinero 
que había ganado 
se ha reducido a 
la mitad ―dijo 
Juan Gordal tras
 pagar por esos
 dos artículos.Bueno, el dinero se disfruta gastándolo, Juan ―respondió nuestro protagonista―. Ya has pasado 
suficiente tiempo dando el callo.Sí, y a ver ahora si tengo pronto otro trabajo. Porque me estoy dando cuenta de que es muy 
caro estar ocioso. No sólo por no tener pasta sino porque gastas la que tienes.

Esta última afirmación dejó pensativo a nuestro protagonista. ¿Cuánto se había gastado él en los
dos últimos días? Veamos, unas cervezas, dos cómics, libros de historia... Pues al final salían 40
euros. Eso le daba la mitad de un sueldo mínimo para poder llevar adelante todos sus deseos y
caprichos.

Yo me he gastado hoy treinta. Son 900 al mes. Y suerte que la mayoría de los días los pasamos
 en los trabajos, donde hasta la comida te la sirven ―continuó Juan.Es verdad, es raro que un día de curro te gaste más de 10 euros ―asumió Fran.Y si tienes la tarjeta de transporte ni eso. Pues sí, va a ser verdad que necesitamos el curro para ganar y no gastar.Ese es el otro ahorro.

Entonces Fran vio aquel pub donde tantas cervezas se habían bebido los dos hermanos y propuso:

¿Quieres una? Esto tampoco lo tomarás un día de curro.Bueno, pero ahora gastas tú ―respondió Juan―. Que normalmente tampoco lo haces.




domingo, 25 de agosto de 2024

El dios de los grandes almacenes

 


Fran se dirigía a hacer unas compras a aquellos grandes almacenes. Se dispuso a atravesar las puertas
del mismo y cuando ya pensaba en empujarlas observó que se abrían con una célula fotoeléctrica.
Pero ese vestíbulo no daba directamente a los almacenes, sino que había una segunda puerta que
debían atravesar los visitantes. También se abrió, y aún tras un largo pasillo pareció una más.
Nuestro protagonista tuvo una extraña sensación entre el hartazgo y sentirse en cierto modo poderoso,
casi sobrenatural cuando las barreras cedían a su paso. Dejándose llevar por un deseo casi infantil
volvió hacia atrás y volvió a pasar esa puerta. Se sentía casi un dios hasta que otro usuario le dijo:

¿Pero sale usted o entra? Que me está poniendo nervioso.
 

Nuestro protagonista se avergonzó viendo el espectáculo que estaba dando y se sonrojó, aunque
más tarde pensó que poner nervioso a otros usuarios también era un superpoder. Aún se ufanaba
de esto cuando otro usuario le advirtió:

Me está obstruyendo el paso. ¿Quiere comportarse de una vez como un adulto?

La segunda vez que un transeúnte te amonesta ya es un aviso serio de que no es precisamente
un dios ni un jefe lo que pareces. Fran se rehizo y entró en los grandes almacenes. Se dirigió a
la librería y cogió un libro de un estante. Comenzó a ojearlo y observó cómo una página se rajó.
Parecía que aquel día no iba a tener ninguna experiencia buena en ese establecimiento. Pero es
porque soy un ser poderoso, poderoso como Galactus pensó para sí.




 

Ediciones

 

 

¿Cuántas veces has
 hecho ya la colección
 de Corto Maltés? 
—preguntó nuestro
 protagonista a 
Juan Gordal al 
verlo cambiar el 
ejemplar que
 tenía de La Casa
 Dorada de Samarkanda
 por aquel 
nuevo tomo a color y en buena edición.Pues Corto Maltés sólo dos, pero he renovado muchos tebeos y colecciones según salían 
mejores ediciones y se quedaban ajadas las que tenía —respondió Juan.Pues yo no entiendo mucho eso. Si me siguen valiendo las colecciones yo no las cambiaría.Yo en cambio si fuera tú me desharía de esos Astérix y Tintín que tienes porque las colecciones
 hay que tenerlas bien.


Fran puso cara de incredulidad mientras observaba sus dos colecciones. ¿Hacer otra vez todo
ese gasto? Con la de tebeos maravillosos que había para comprar. Sólo si quedarán realmente
destruidos haría Fran ese esfuerzo. Pero la observación de su hermano le dejó pensativo:

Es que yo ahora voy a las tiendas de tebeos y me deprimo con lo que veo. Tengo casi todo lo 
que hay que tener y prefiero tenerlo bien.Bueno —dijo Fran sorprendido—, pero aún tenemos tebeos mi buenos que nos faltan. Fíjate
 que no tenemos aún nuestra colección completa de Carlitos.Pues prepárate, porque ya he visto una nueva edición después de la que tú estabas haciendo.

 Fran se quedó estupefacto. Esperaba que Juan no estuviera diciendo lo que creía que estaba
 insinuando:¿Dices que lo cambie antes de tener la colección completa?No, hombre, si tu edición es mejor. Pero el problema ya aparece ahí para el futuro.Pues mira, todos los que tengo están perfectos y el resto llegarán nuevos. Que esperen un poco 
con la nueva edición.Lo comprendo, pero antes o después caerás.

 Esta advertencia resonó en la cabeza de nuestro protagonista que se negaba a caer en ese defecto. 
Al final dijo para sí mismo para zanjar el asunto:

De hecho pondré los Carlitos entre los Astérix y los Tintines.



jueves, 15 de agosto de 2024

Juan y el oráculo matriarcal

 

 

Hasta luego, me
 voy con la Coralia
 —dijo Juan Gordal
 al salir de casa.Que lo pases bien. 
Hay que ver qué 
bien te ha venido
 la gallega esa
 que ahora te 
mueves y vas a 
sitios y todo —le dijo Juan Gordal.

Coralia era una chica a la que Juan Gordal había conocido de una manera un poco accidentada.
Después de un tiempo de citarse a la distancia, por fin esta moza había venido a Madrid por
motivos de trabajo y ella y Juan se veían muy a menudo y avanzaban en su relación. Fran lo
veía con grado, porque Juan había salido de su bucle autocompasivo.

Lleva limpia la colita y todo, que luego todo son disgustos —le dijo Fran a Juan.Hombre, que ya se me ha ocurrido, mira cómo voy —comentó Juan.

 Pero una tercera persona observó la escena y tenía su propia visión:Juannohagascasoalasgroseríasquetedicetuhermanoperocámbiateesospantalonesqueaellanolevana
gustarnopuedesverteconellaasíponteunosmásoscurosquetequedaránmejoryaesrotienesqueirtanguapo
comotúeres... —comentó Doña Marta Palacios
 

Los dos hermanos se quedaron parados al oír a la matriarca de los Gordal Palacios intervenir. Por
último Fran, recordando sus experiencias con las voces matriarcales sobre ropa comentó:

Hazle caso, Juan, las señoras de cierta edad no fallan cuando hablan de ropa. Tienes razón, ahora voy —respondió Juan que también recordaba aquellas otras veces en que 
las mujeres de edad provecta le dirigieron. A una matriarca en esto no se le lleva la contraria.

 Juan volvió con otros pantalones y preguntó a Doña Marta su parecer. Esta habló Yahoraéchatemuchodesodorantequenopuedesirahíconnadaquetedesluzcaconloguapoqueresytienes
quelucirtodolobienquevasporquetúpuedesserfácilmenteungalándepeliculaynopodíassalirtalcomoibas
quedabamuchapenita... —dijo Doña Marta.Y no olvides lo de la colita —repitió nuestro protagonista.Nodigasgroseríasfranquetúnoeresunpanoliynoséaquévienequedigasesascosasmejordilequedejea
estaniñaensucasaynolaabandoneporahíporquenopuedequedarselejosdecasaaleligrodecuqluieraque
andeporlacalle...Sí, mamá, tranquila que la dejaré bien —se despidió Juan.¡Como para oponerse al oráculo matriarcal!—sentenció nuestro protagonista.


Un olvido funesto

 


Nuestro héroe corrió todo lo que pudo aunque sospechaba que ya poco podría hacer para
solucionar el problema que le acuciaba . La abrió, se dispuso a tender, sacó la
primera prenda, una camiseta y... No había nada que hacer. Lo que temía había ocurrido.
Se había olvidado de tender esa colada durante varias horas y consecuentemente la ropa
se había quedado sumergida en un agua usada y tomado aquel característico olor. Sólo
quedaba volver a cargar detergente y repetir la tarea, esta vez sin olvidarse.

¿Pero otra vez vas a volver a lavar? —le preguntó Carolina llevada por la absurda idea que 
en otras ocasiones tratamos. Pues sí, Cárol, porque resulta que esto se ha quedado aquí y es como si no hubiera lavado.Te pasas así la vida. Creo que es la primera vez que me ocurre.Además mira cómo te queda. Huelen a agua estancada. Nadie diría que has lavado esta ropa. ¡Pero si acabo de explicarte lo que ha ocurrido!

La disputa de los dos hermanos acabó por llamar la atención de Juan Gordal que traía su propia
visión:

Yo sólo digo que necesito mi ropa cuanto antes que casi no me queda. Y a ver qué haces con ella
 que nunca me la devuelves en condiciones.A ver, que he metido la pata, lo asumo, pero así y todo os estáis pasando un poco. Dijo nuestro 
héroe pulsando el botón de encendido del aparato.¡Lavar! ¡Otra vez a lavar! —dijo Carolina.A ver si para mañana me das una camiseta —inquirió Juan.De acuerdo, pero luego lo tendéis vosotros —sentenció nuestro protagonista. 


miércoles, 7 de agosto de 2024

La huida

 

 

Pues la verdad se
me ha hecho
 cortísima. Y 
menudo subidón 
de adrenalina —dijo
 Fran al acabar 
de ver La Huida de
 Sam Pekimpah.Estas películas
 de acción eran lo
 que había cuando 
yo nací. Ahora habría que destrozar tres ciudades y meter muchos efectos digitales.
Y la trama también es interesante.

En esta película, Peckimpah crea una intriga alrededor de un atracador de bancos que logra salir
de la cárcel gracias a la intervención de su mujer y de un magnate corrupto, que precisamente planea
utilizarlo para dar un nuevo atraco. Pero tras el golpe resulta que cada uno de los integrantes de la
trama tenía sus propios planes, lo que acaba con la pareja protagonista embarcada en una difícil
huida con el botín del golpe.

Quizás hoy se hubiera enfocado de otro modo el papel de Carol, la mujer del protagonista —dijo
 nuestro hombreY no te digo nada de la pareja que secuestra el tío que la persigue, que ella va y se pone de su 
parte de manera asquerosa, y humilla a su pobre marido de todas las formas posibles —respondió 
Juan. Sí, tiene una perspectiva algo machista para hoy, pero toda la trama está muy bien llevada y los
 toques de humor son muy buenos. Yo con el niño jugando a las pistolitas de agua en el tren con 
Steve Mc Queen me partí.Aparte de toda su influencia posterior.  De John Woo a Tarantino.Por último, caso de que alguna vez me secuestren, espero que no me humillen como a ese pobre
 veterinario.Sí, pobre hombre. Humor muy negro el del guionista allí.En fin que hay que verla. Aunque seguramente hoy saque de quicio a muchas mujeres. 

Ficha de la película, aquí.

Salsas y verano

  




Nuestro protagonista se disponía a aderezar aquel perrito caliente con Ketchup y
Mostaza.. Cuando tomó en su mano el bote de tomate, Juan Gordal le inquirió:

No sería ese el bote que estaba fuera de 
la nevera, ¿verdad? Pues no lo sé, yo me lo voy a poner.Fran te he dicho miles de veces que las
 salsas se guardan en la nevera —intervino 
Carolina.Ayhijopuesquécosastenéisyomehepuestolamostaaymeibademaravillaqueaderezalassalchichas
muybienybienbuenoqueestáelperritoperoahoranoledejáisavuestrohermanoymiraqueyoelketchupno
lotocoasívabien...—comentó Doña Mata Palacios.
 
 Cuando toda su familia hubo hablado Fran había terminado de prepararse su bocado. Entonces
 de nuevo Juan intervino:Yo hace muy poco me he pasado unos días con la tripa mal y ha sido por vuestro hábitos 
alimentarios. Yo eso no me lo pongo y voy a ver lo que hay en la nevera.Tampoco exageres. Pero te tengo dicho, Fran, que una vez abierta no puedes dejar una salsa en
 cualquier lugar —comentó Carolina.¿Y entonces qué? ¿Tiro el perrito que ya me he preparado? Pues no me da la gana —repuso Fran.Yonoséporquéostenéisqueecharesosiconmostazasóloestánmuybuenosyohecenadodemaravilla
mientrasvosotrosarmabaisestejaleoyahoramevoyatomarunheladoquenoselovaasaltarelperrodeun
gitanoporquemeapetece...—peroraba Dola Marta.La mostaza también la tiraría. Yo me voy a poner esta salsa barbacoa que he encontrado en la 
nevera y punto —dijo Juan—, y tú deberías hacer lo mismo, Fran.
 

Fran observó el perrito de Juan y no tenía mala pinta, pero lo comparó con el suyo, que además
había invertido un rato en preparar y se reafirmó en sus ideas:

No, yo me tomo lo mío.Pues como te siente mal de la tripa te vas a acordar —dijo Juan.Vale, entonces diré estaba equivocado, Juan, qué razón tenías.